La novela popular de la posguerra española es en gran parte hija de la represión franquista y de la pobreza. Jueces, profesores, funcionarios y personas, en fin, de pensamiento cultivado, se vieron de la noche a la mañana expulsados de sus trabajos y convertidos en una serie de cosas que jamás sospecharon ser: moscovitas, masones, separatistas, pornógrafos, proxenetas y enemigos de España. Menos mal que no los llamaron pederastas, pero fue porque al Régimen no se le ocurrió. Esa colección de malvados hundidos en la pobreza—duro castigo- fueron los que cimentaron sobre sus huesos la novela popular española de la posguerra.
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Su recuerdo –y el respeto para la novela popular española- merecen mantenerse porque su calidad, generalmente muy digna, es hija de un milagro. Tenían que escribir a marchas forzadas, consultar textos, imaginar y corregir si querían que sus hijos llegaran vivos a la hora de la comida. La comparación de los textos de esos obreros de la pluma y los textos de los maestros yanquis -que escribían con garantías de dinero y tiempo- no deja a nuestros autores en mal lugar, ni mucho menos, y el estudio de sus obras debe mantenerse porque no sólo merecen un análisis literario, sino que por sí solas son también el análisis sociológico de toda una época.
Francisco González Ledesma
Dentro de los diversos géneros que abarcó la masiva producción de novela popular en España uno de los que aparecieron de forma tardía (al menos relativamente, si lo vemos desde la perspectiva de algunos de los otros) y, sin embargo, ofrece aspectos de estudio más interesantes fue el de la ciencia ficción (o, como se la denominaba en aquella época, de anticipación científica e incluso "fantaciencia"). La ciencia ficción en España nació compitiendo con los ya asentados westerns, las historias de espías o las bélicas, cargados todos ellos de aventuras y acción. Digo que su estudio ofrece interesantes perspectivas porque la situación política de España a lo largo de prácticamente la mitad del pasado siglo XX llevó a que, sobre todo desde la década de 1930 hasta un par de décadas después la influencia de otras culturas, como la norteamericana, donde la ciencia ficción floreció tras la gran depresión de los años 20, fue prácticamente nula. Es por esto que –curiosamente, también en una época de crisis y carencias sociales– brotó en España una ciencia ficción peculiar, no contaminada apenas por aportes foráneos y que, sin embargo, ofreció títulos muy sugerentes y supuso el germen del panorama narrativo actual.
Dentro de los precedentes de lo que supondría la ciencia ficción dentro de las novelas de quiosco (y de la colección Luchadores del Espacio, a la que está especialmente dedicado el libro que nos trae hoy aquí) encontramos al conocido Coronel Ignotus, alias de José de Eola y Gutiérrez, militar de carrera (fue coronel del Estado Mayor, así como profesor de geometría, topografía e historia militar en la Academia General Militar y la Escuela Superior de Guerra) escribió comedias, dramas o ensayos, pero también ciencia ficción bajo un formato eminentemente divulgativo. Sus personajes, situados en la época en que tocó vivir al autor, se enfrentaban a aventuras de lo más entretenidas pero donde los artilugios que aparecían ya eran conocidos y primaba, tal vez por su vertiente como docente, el ánimo de instruir.
Después de finalizar la Guerra Civil, las editoriales españolas subsistían con las resmas de papel que conseguían del estricto racionamiento que marcaba el Gobierno. Tal vez por ello y por la necesidad de evasión que requería un pueblo castigado y hambriento se dio prioridad a la publicación de obras breves y enfocadas al ocio. Ante este panorama, a nadie extrañará la importancia que tuvieron en su día estos libritos y hasta qué punto fueron devorados por la gente, intercambiados sin cesar porque era más barato este “realquiler” que comprar libros nuevos por cada lectura.
Pascual Enguídanos, uno de los autores más reconocidos de Editorial Valenciana (primero en la serie Comandos, después con Luchadores del Espacio) y trabajador también de Bruguera, recuerda la política de pseudónimos impuesta por las editoriales para dar un toque exótico a los libros, algo que jugaría en muchos casos en contra de los propios autores:
Una de las exigencias de la editorial consistía en escribir bajo pseudónimo, hecho que no le hacía demasiada gracia. "Desde el principio me comunicaron que tenía que firmar con un nombre que sonara a inglés" recuerda, no sin cierta desaprobación. "Por aquella época nadie leía autores españoles, o al menos eso pensaban". Escogió, sin darle muchas vueltas, George H. White "porque sonaba bien". "Durante muchos años la gente creyó a pies juntillas que quien escribía aquellos libros era americano", se lamenta.
A título anecdótico, recuerda el caso de un amigo de la familia, cabo de aviación, que tras volver a su base de Manises, se encontró con un compañero que estaba leyendo precisamente una de sus novelas, a quien sólo se le ocurre comentar: "Acabo de estar esta misma tarde en casa de ese escritor". Sigue explicando con cierto regocijo cómo el interpelado no le creyó y la cosa acabó en una fuerte discusión. Parecería como si en el fondo se sintiera orgulloso de que nadie hubiera podido penetrar el engaño, reconociendo que aquellas novelas pudieran haber sido escritas por un español.
Pascual Enguídanos (George H. White), archiconocido por su saga de los Aznar, que fue publicada dentro de Luchadores del Espacio, fue un perfeccionista nato que soslayó (con fortuna y afortunadamente) la imposición editorial de escribir novelas independientes, sin relación entre ellas, que dejaría las series de novelas de lado (de forma curiosa, aun a pesar de su éxito). Él, muy especialmente, pero también los autores Arturo Rojas (Red Arthur), Ramón Brotons (Walter Carrigan), José Caballer (Larry Winters) o el ilustrador José Luis Macías participaron en la aventura de Luchadores del Espacio y en el homenaje que a primeros de mayo de 2003 se llevaría a cabo con motivo del cincuentenario de la colección.
Este libro, Memoria de la novela popular. Homenaje a la colección Luchadores del Espacio, recoge con fortuna parte del espíritu que animó aquellas jornadas del Fòrum de Debats organizado por la Universidad de Valencia y constituye un título imprescindible con el que acercarse a la mítica colección y, cómo no, a un referente imprescindible dentro de la ciencia ficción española.