sábado, 30 de abril de 2011

Al final del túnel...

Como la luz de la aurora que se presiente en la oscuridad de la noche, así de cerca está la muerte de mí. Es una presencia invisible.

La Resistencia, Ernesto Sábato.


La primera vez que leí a Sábato tendría unos once o doce años y, a fuer de ser sincero, no entendí buena parte de ese Abaddón el exterminador, editado por Orbis en una colección de quiosco con el que me hice por su voluminosa presencia y apasionante título. Recuerdo llevarlo al colegio y leerlo en el patio -rarito que era uno-, descubriendo palabras nuevas y un mundo que no cambiaría el mío hasta años después. No sería hasta entonces, cuando volví a acercarme al libro tras leer Sobre héroes y tumbas, que disfrutaría realmente de su lectura. Descubrí entonces que don Ernesto no era únicamente un gran literato sino un científico eminente; Doctor en Física en la Universidad Nacional de La Plata, en su Argentina natal, obtuvo una beca en el Laboratorio Curie de París, y posteriormente llegaría a trabajar en el archiconocido MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, pero una crisis existencial le llevaría a apartarse de la investigación y dedicar su vida a la literatura y la pintura. Todo un “hombre del Renacimiento” y una mente preclara que admiré profundamente gracias a su obra.

Llegué a El túnel gracias a la recomendación de un amigo (Óscar, el bueno de “Ungoliant”) y su lectura fue para mí arrebatadora: una vez empezado a leerlo no pude parar, andando por la calle (al modo de Isi) sin apartar la vista de sus páginas y, al terminarlo, tuve que volver a empezarlo una vez más y acabarlo de nuevo. Quedé exhausto y marcado profundamente por esta obra existencialista que resultó tan del gusto de Camus en su día que propició su traducción al francés.

Su ensayo La Resistencia podría considerarse un precursor de obras como ¡Indignáos!, de Stéphane Hessel, de Algo va mal, de Tony Judt o El desajuste del mundo, de Amin Maalouf, o sus propias memorias en Antes del fin, entre otras. En él, Sábato clama por una vida no tan marcada por el individualismo sino por la comunidad, por la humanidad, ya que
el ser humano [...] sólo se salvará si pone su vida en riesgo por el otro hombre, por su prójimo, o su vecino, o el chico abandonado en el frío de la calle. Un acto de arrojo como saltar de la casa en llamas no es un hecho racional, pero no es importante que lo sea, nos salvaremos por los afectos.
Por esto,
No [debemos] permitir que se nos desperdicie la gracia de los pequeños momentos de libertad que podemos gozar: una mesa compartida con gente que queremos, una caminata entre los árboles, la gratitud de un abrazo. El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria.
Y hoy se nos ha ido. Nos abandonó el hombre, el gran hombre que fue Ernesto Sábato. A sus 99 años, tras un largo periodo de reclusión en su hogar por su delicado estado de salud, ha fallecido uno de los más grandes autores argentinos, latinoamericanos, en lengua española y de toda la Humanidad. Me enteraba hace unas horas, casi por casualidad, y en cuanto he podido he tenido que sentarme frente al ordenador a intentar plasmar en palabras aquello que es posible aprehender: los afectos. Sábato, como Delibes, como Saramago, como ya lo hicieran en su día Borges o Cortázar, nos ha dejado un poco mas huérfanos. Y al mundo, algo más pobre.

Descanse en paz.

miércoles, 27 de abril de 2011

Modestia aparte...



... esta mujer es una grande de nuestras letras y su pluma siempre ha sido una de mis predilectas, tal vez junto a la de Delibes. Su discurso al recibir el Premio Cervantes 2010 ha sido realmente emotivo, y no quería dejar pasar este día sin traer aquí un fragmento -breve, eso sí- de su obra. Disfrutadlo.
Pocas cosas existen tan cargadas de magia como las palabras de un cuento. Ese cuento breve, lleno de sugerencias, dueño de un extraño poder que arrebata y pone alas hacia mundos donde no existen ni el suelo ni el cielo. Los cuentos representan uno de los aspectos más inolvidables e intensos de la primera infancia. Todos los niños del mundo han escuchado cuentos. Ese cuento que no debe escribirse y lleva de voz en voz paisajes y figuras, movidos más por la imaginación del oyente que por la palabra del narrador.

He llegado a creer que solamente existen media docena de cuentos. Pero los cuentos son viajeros impenitentes. Las alas de los cuentos van más allá y más rápido de lo que lógicamente pueda creerse. Son los pueblos, las aldeas, los que reciben a los cuentos. Por la noche, suavemente, y en invierno. Son como el viento que se filtra, gimiendo, por las rendijas de las puertas. Que se cuela, hasta los huesos, con un estremecimiento sutil y hondo. Hay, incluso, ciertos cuentos que casi obligan a abrigarse más, a arrebujarse junto al fuego, con las manos escondidas y los ojos cerrados.

"Los cuentos vagabundos", de Ana María Matute.

Invitación a un asesinato

Llevaba un tiempo con ganas de leer una novela de intriga, de las de antes, con un asesino elegante y un detective poco al uso que fuese capaz de, con ingenio profundo e ingenuidad superficial, destapar las motivaciones secretas que llevaron a aquel a perpetrar el crimen. Por eso, cuando Carmen Posadas publicó hace unos meses su Invitación a un asesinato tomé buena nota del título y pensé en hacerme con él. Pasó el tiempo, llegó la Navidad y el regalo de este libro con el que no pude ponerme hasta hace unos días. En este intervalo me encontré con todo tipo de críticas, algunas buenas, otras no tanto, que me hicieron tomar el libro con algo de recelo que, sin embargo, no me ha estropeado la lectura.

Invitación a un asesinato es un libro divertido, desenfadado, que si bien se lee con soltura y engancha al lector al final trunca sus expectativas (al menos las mías) con un final algo flojo, tirando del fácil recurso del deus ex machina. La trama promete, es cierto: Olivia Uriarte prepara su propio asesinato queriendo poner fin así a una vida marcada por un éxito que su último divorcio y una enfermedad terminal han desbaratado. Para ello invita a quienes más motivos podrían tener para verla muerta a un viaje en un yate de lujo y dispone para su hermana Ágata diversas pistas que la orientarán a descubrir quién pudo quitarle la vida. Los guiños a otras obras de misterio, especialmente a las de Agatha Christie, se dan de forma continuada. Sin embargo, la mala redacción en la primera parte del libro (cuando usa la tercera persona, antes de pasar a la narración en primera persona en la figura de Ágata Uriarte) unida a ciertos descubrimientos partes fundamentales de la trama de las obras que homenajea (sinceramente, muy superiores a Invitación a un asesinato y que no merecían para el lector que no las conozca un destripe de tan gran magnitud) hacen que la obra pierda bastante fuelle, algo que el final termina por rematar.

En resumen, el libro me ha resultado entretenido pero me lo pensaría antes de recomendarlo. Si no leíste Némesis, Diez negritos o El asesinato de Roger Ackroyd (genial, sublime, imprescindible novela) de la Christie o Rebeca de Daphne du Maurier (ni viste la grandiosa adaptación al cine de Alfred Hitchcock) mejor que no te acerques a la última novela de Posadas. Lee esos libros y disfruta de ellos y solo después, si te animas a ello, lee Invitación a un asesinato. Un libro entretenido para leer en una tarde de verano, junto al mar, sin más ánimo que pasar el rato, pero que no debería permitirse el lujo de descubrir detalles tan vitales para el disfrute de las obras citadas.

Y, por cierto, Feliz Día del Libro (2ª parte, al parecer, je, je).

sábado, 23 de abril de 2011

Feliz Día del Libro

- Mirad, fray Guillermo -dijo el Abad-, para poder realizar la inmensa y santa obra que atesoran aquellos muros- y señaló hacia la mole del Edificio, que en parte se divisaba por la ventana de la celda, más alta incluso que la iglesia abacial- hombres devotos han trabajado durante siglos, observando unas reglas de hierro. La biblioteca se construyó según un plano que ha permanecido oculto durante siglos, y que ninguno de los monjes está llamado a conocer. Sólo posee ese secreto el bibliotecario, que lo ha recibido del bibliotecario anterior, y que, a su vez, lo transmitirá a su ayudante, con suficiente antelación como para que la muerte no lo sorprenda y la comunidad no se vea privada de ese saber. Y los labios de ambos están sellados por el juramento de no divulgarlo. Sólo el bibliotecario, además de saber, está autorizado a moverse por el laberinto de los libros, sólo él sabe dónde encontrarlos y dónde guardarlos, sólo él es responsable de su conservación.
Los otros monjes trabajan en el scriptorium y pueden conocer la lista de los volúmenes que contiene la biblioteca. Pero una lista de títulos no suele decir demasiado: sólo el bibliotecario sabe, por la colocación del volumen, por su grado de inaccesibilidad, qué tipo de secretos, de verdades o de mentiras encierra cada libro. Sólo él decide cómo, cuándo, y si conviene, suministrarlo al monje que lo solicita, a veces no sin antes haber consultado conmigo. Porque no todas las verdades son para todos los oídos, ni todas las mentiras pueden ser reconocidas como tales por cualquier alma piadosa, y, por último, los monjes están en el scriptorium para realizar una tarea determinada, que requiere la lectura de ciertos libros y no de otros, y no para satisfacer la necia curiosidad que puedan sentir, ya sea por flaqueza de sus mentes, por soberbia o por sugestión diabólica.

-De modo que en la biblioteca también hay libros que contienen mentiras...

-Los monstruos existen porque forman parte del plan divino, y hasta en las horribles facciones de los monstruos se revela el poder del Creador. Del mismo modo, el plan divino contempla la existencia de los libros de los magos, las cábalas de los judíos, las fábulas de los poetas paganos y las mentiras de los infieles. Quienes, durante siglos, han querido y sostenido esta abadía estaban firme y santamente persuadidos de que incluso en los libros que contienen mentiras el lector sagaz puede percibir un pálido resplandor de la sabiduría divina. Por eso, también hay esa clase de obras en la biblioteca. Pero, como comprenderéis, precisamente por eso cualquiera no puede penetrar en ella.
Además -añadió el Abad casi excusándose por la debilidad de este último argumento-, el libro es una criatura frágil, se desgasta con el tiempo, teme a los roedores, resiste mal la intemperie y sufre cuando cae en manos inexpertas. Si a lo largo de los siglos cualquiera hubiese podido tocar libremente nuestros códices, la mayoría de éstos ya no existirían. Por tanto, el bibliotecario los defiende no sólo de los hombres sino también de la naturaleza, y consagra su vida a esa guerra contra las fuerzas del olvido, que es enemigo de la verdad. 

Umberto Eco, El nombre de la rosa.

viernes, 22 de abril de 2011

Día de la Tierra

Hoy, 22 de abril, se celebra el Día de la Tierra. Un día para reflexionar sobre el lugar que ocupamos en el planeta que es nuestro hogar.

Mi recomendación literaria de hoy: la Carta del jefe indio Seattle, de la que os traigo un breve fragmento:
Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.

Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia. 

Y una película que podéis ver íntegra en la web: "Home". Os recomiendo hacerlo pulsando sobre el vídeo para saltar a YouTube y, una vez allí, ponerla a pantalla completa y disfrutar con ella.

jueves, 21 de abril de 2011

1816

Esta mañana pude ver por fin el primer capítulo de la adaptación televisiva de la saga de George R.R. Martin. Aunque la primera aproximación no ha sido nada mala, me ha quedado una ligera sensación de superficialidad. Es complicado presentar en una hora una gran cantidad de personajes y su compleja personalidad, así que lo tomaré cómo algo pasajero, de tránsito hacia un argumento más elaborado.


Recordando que se acerca el invierno, os dejo con una hermosa canción de Rasputina referida al año sin verano de 1816, justo al final de la Pequeña edad de hielo.


¿Alguien más vio el primer capítulo de "Juego de Tronos"? ¿Qué os pareció? (Obvia señalar que sin dar detalles que puedan estropear la lectura a quienes no disfrutaron aún de Canción de Hielo y Fuego.)

lunes, 18 de abril de 2011

IMM: Lecturas entomológicas

Otra de las lecturas que me ha venido acompañando en el autobús las últimas semanas ha sido El mundo de los insectos, de L. Hugh Newman, un interesante ensayo sobre entomología aplicada (o entomología económica, como la nombra el autor a lo largo del libro) que, aunque resulta algo obsoleto a la vista de alguna de sus argumentaciones, no deja de resultar ameno e instructivo gracias a otras. Qué duda cabe que la percepción de la importancia de los insectos ha cambiado mucho en las últimas décadas, tanto por su uso en la lucha integrada como por la forma de evitar las plagas sin recurrir al uso constante de pesticidas que envenenan, junto a las plagas, a otros insectos beneficiosos, a las plantas que se desea preservar y al propio suelo y las aguas de la zona afectada. La obra se estructura en tres partes: una introducción a la biología de los insectos, seguida por una más extensa sobre entomología aplicada (plagas en cultivos, conservación de alimentos almacenados, los insectos como vectores de enfermedades, insectos beneficiosos para la agricultura...) y una última, muy corta, sobre las experiencias de cría de insectos en cautividad, por aquel entonces fundamentalmente con ánimo de usarlos en docencia e investigación.

 De la entomología aplicada en líneas generales he pasado a un clásico dentro de un campo bastante particular de la misma: la entomología forense. Popularizada hasta cierto punto en series televisivas sobre la policía científica, no se trata (y no sé el porqué) de una práctica demasiado llamativa para la gente. 

El primer uso registrado de la entomología en la medicina legal se dio en la China del siglo XIII. El médico Sung Tz'u fue requerido para investigar un crimen. El cadáver mostraba signos de apuñalamiento y el doctor pidió a los sospechosos que expusieran sus hoces. El dueño de aquella sobre la que se posaron las moscardas, al contar con restos de sangre imperceptibles para el ojo, era el culpable. El libro de Sung Tz'u The Washing Away of Wrongs contiene la primera referencia escrita sobre este uso de los insectos. 

Ya en el siglo XIX, en Francia, se solicitó la colaboración de varios científicos para esclarecer los hechos bajo los cuales se habían cometido varios asesinatos. Los cuerpos habían sido encontrados mucho después de que se hubiesen perpetrado los crímenes. Entre otros, el veterinario militar Jean Pierre Mégnin sistematizó y amplió los estudios existentes, publicando en  1887 La fauna de las tumbas y en 1894 la obra que nos ocupa ahora, La fauna de los cadáveres (Aplicación de la Entomología a la Medicina Legal)

Aunque no es la primera vez que me acerco a esta temática en el blog, la obra de Mégnin, por lo que llevo leído de la misma, resulta impecable y es todo un clásico dentro de esta literatura. Realiza un repaso a las diversas y diferenciadas oleadas de invasores que llegan a un cuerpo en cada una de las fases de descomposición. Es más, profundiza en los diversos ambientes en que puede encontrarse el cuerpo (en superficie, enterrado, bajo el agua...) y cómo afecta esto a los insectos que podemos encontrar en cada oleada y en su desarrollo. Todo ello es de vital importancia para determinar el momento y las causas de la muerte. 

Aparte de estas obras, tengo algunas otras en la recámara de lecturas o las voy simultaneando y consultando cuando tengo que identificar algún insecto. Otro de los que conseguí en la misma librería que los dos anteriores fue Principios en el combate de los insectos, un libro más de entomología aplicada, enfocado en este caso en las plagas de la agricultura.

Entre mis más valiosos tesoros se encuentra el Curso de Entomología de José Antonio Barrientos et ál. editado por el servicio de publicaciones de la UAB bajo el auspicio de la Sociedad Española de Entomología.


Otro de mis pequeños caprichos es el libro Entomología esencial de George C. McGavin, que conseguí hace hace unos meses. Mi buen amigo Alberto me prestó el suyo el año pasado, cuando realizaba las prácticas de la asignatura "Entomología Aplicada" de Ciencias Ambientales, y me sirvió de mucha ayuda. Sin embargo, buscando el libro descubrí que estaba descatalogado, así que pasó a a la lista de "improbables", que no imposibles. Tanto es así que se dio la improbable situación de encontrarlo a 5 € (aproximadamente 8 veces por debajo de su precio original), totalmente nuevo, en una librería de ocasión.



Y, por último, dos guías de odonatos que he conseguido totalmente gratis gracias a la Administración Pública (algo bueno tenían que hacer, digo yo). El primero, con una factura exquisita, es Los Odonatos de Extremadura, una guía/estudio sobre estos fascinantes insectos en la comunidad extremeña. Si os interesa, es posible descargarlo en PDF a través de su página web.

Poco después del anterior recibí una copia del editado por la Junta de Andalucía. Si bien es cierto que su formato resulta muy llamativo y me ha gustado mucho, la verdad es que el papel utilizado desmerece la calidad de unas fotografías que habrían ganado bastante con uno satinado. Sea como fuere, es un trabajo excepcional y, además, me encontré con la grata sorpresa de conocer a uno de sus autores. Un irreductible Andarríos que tanto puede compartir con cualquier Trotalomas de bien.

Y esto es todo, al menos de momento. La entrada me recuerda un par que tengo pendientes desde hace muuuucho tiempo y que tal vez aproveche para escribir estos días de "vacaciones".

¡Feliz lectura... entomológica!

miércoles, 13 de abril de 2011

Descubriendo a Elric

Llevaba tiempo deseando cambiar un poco mis lecturas, ya que entre el trabajo y la adicción que mencionaba hace unos días (corrijo: ¡uf, más de un mes!) el tiempo es cada vez más escaso y apenas puedo robarle un poco al día para leer algo que no tenga que ver con la Geología, la tecnología energética o la comunicación ambiental, entre otras materias. Hasta a los blogs los tengo abandonados, y muestran bellas telas de araña que me da pereza y apuro destruir en aras de conseguir una mayor “limpieza” del lugar (de estas os hablaré otro día en “Andanzas de un Trotalomas”). El caso es que, salvo alguna noche que otra en la que consigo aguantar con los ojos abiertos sin caer rendido en cuanto mi cuerpo adopta una posición cercana a la horizontal, el transporte público ha venido a constituirse en el mayor aliado de mis lecturas lúdicas. Así, además de un par de libros de entomología aplicada –no tengo remedio, no– de los que os hablaré pronto, acabo de terminar el primero de los libros que conforman una saga archiconocida entre los seguidores de la fantasía épica y que, por un motivo u otro, aún no había leído. Me refiero a Elric de Melniboné (Crónicas del Emperador Albino, 1), de Michael Moorcock.

Llevaba años oyendo hablar de los libros, en alguna ocasión me había dejado tentar por la posibilidad de leerlos, pero finalmente siempre los había dejado de lado. Sin embargo, hace unas semanas me encontré ante el primer volumen en una edición de bolsillo y, sin darme tiempo a pensarlo demasiado, lo llevé conmigo. Después hice lo que no hay que hacer nunca antes de leer un libro: leer algunas críticas por Internet. Que si se quedaba corto, que si era algo flojo, que si era lo mejor que habían leído jamás… Opiniones para todos los gustos y de todos los colores.

Tras finalizar su lectura, la verdad es que el libro me ha gustado. Cierto es que el personaje podría dar mucho más de sí, que la historia está llevada de un modo peculiar… pero me gusta. El autor no esconde en ningún momento sus influencias y dedica el libro a Poul Anderson y a su novela La Espada Rota. El enfoque de la historia, la descripción de los personajes y lugares o la manera de narrar los acontecimientos recuerdan, inevitablemente, a la novela del norteamericano. Y, como esta, sirve para rememorar los grandes mitos, los viajes a tierras lejanas y a los mundos mágicos de los Seres Superiores. Homero o las Eddas confabulan para presentarnos las andanzas de Elric el albino, el emperador, un melnibonés peculiar más allá del color de su pelo y de sus ojos, ya que su forma de pensar no tiene nada que ver con la de cualquiera de sus súbditos. No sabe si ganará el respeto de su pueblo, ni tan siquiera si quiere conseguirlo, pero no le queda otra que plantarle cara al envidioso de su primo Yyrkoon cuando este quiere arrebatarle a la mujer que ama. El destino de ambos está escrito y Elric tendrá que seguirlo o vencerse a sí mismo.

Ahora que terminé el primero de los libros he quedado atrapado por Melniboné y los Reinos Jóvenes, y si bien es cierto que el libro no me ha “enganchado” como en su día lo hicieran Juego de tronos, El último deseo o A punta de espada, entre otros, supone el comienzo de una aventura más que interesante y que espero seguir en breve.

¿Vosotros leísteis los libros? ¿Qué os parecieron? ¿Os defraudaron u os gustaron?