miércoles, 28 de septiembre de 2011

Entrevista a Silver K... Francisco González Ledesma

Regreso con el ánimo renovado tras un breve parón en el blog y con ganas de retomar un ritmo aceptable de escritura en el mismo, y lo cierto es que no podía ser de mejor modo. Hace un par de días recibí un correo electrónico que llevaba tiempo esperando y que no pudo alegrarme más. Un correo que me encantaría compartir con vosotros, no sin poneros antes en antecedentes.

Fue a principios de año cuando se me ocurrió la idea. ¿Por qué no entrevistar a Francisco González Ledesma? No perdía nada por intentarlo y podía ganar mucho. Echándole un poco de cara al asunto, me puse en contacto con él para solicitarle una entrevista desde la distancia. Unos días después me respondía el propio Silver Kane con una amabilidad suprema invitándome a hacerle llegar mis preguntas. Como podréis imaginar, mi alegría era la del niño con un juguete nuevo, pero por diversas circunstancias de índole personal no pude completar la entrevista hasta un tiempo después, y pasaron unos meses hasta que finalmente se la hice llegar junto a mis disculpas por la tardanza. La respuesta fue el silencio. Dejé pasar un tiempo, ya que las circunstancias podrían haber cambiado y el escritor tal vez tenía un mayor número de compromisos en esas fechas, o simplemente estaba fuera o trabajando. Finalmente volví a escribirle, simplemente por confirmar que le había llegado el correo con la entrevista, insistiéndole en que no había prisa y que simplemente quería quedarme tranquilo respecto al envío. La respuesta que recibí no pudo apesadumbrarme más. Me respondía algún allegado a González Ledesma indicándome que había sufrido un ictus y que se encontraba en proceso de recuperación, motivo por el cual no había podido responder a mis preguntas. Por supuesto, le transmití todo el ánimo del mundo en tan duro trance y una pronta recuperación.

Al parecer, la enfermedad que aquejaba a Ledesma se había presentado sin avisar apenas unos días después de que respondiese a mi primer correo. Pude saber de él a través de un artículo que publicó en el diario El País, donde habitualmente colabora, titulado “Cómo llegar a ser un 11-1” y cuya lectura os recomiendo.

Pasaron los meses y, como os decía, anteayer recibí un correo con la entrevista. Me la hacía llegar alguien del círculo cercano a don Francisco y me comentaba que había respondido brevemente a algunas de las preguntas que le planteaba, no a todas, porque sigue en recuperación y es un esfuerzo para él. Como imagináis, lo de menos eran la entrevista, las respuestas y el blog: González Ledesma está algo mejor y sigue su proceso de recuperación; eso es lo que me alegra. Puesto que quería compartir esta alegría con vosotros, qué mejor modo de hacerlo que transcribiendo aquí esa entrevista breve, incompleta pero hermosísima por cuanto os comentaba. Aquí la tenéis. Espero que os guste.


HL: Con La dama y el recuerdo regresa al viejo y salvaje oeste. En alguna ocasión ha comentado que tomó la decisión de hacerlo para comprobar si era capaz de volver a escribir por instinto, como lo hiciera en su juventud. A mi parecer lo ha logrado (y permítame felicitarle por ello). Pero ¿cuán contento ha quedado con el resultado?

FGL: Realmente, sí. Quedé satisfecho de la trama. Me costó mucho escribirla, pero no puedo negar que el instinto adquirido en mis años de juventud me sirvió de mucho. Traté de pensar solo en aquella época en que todo me parecía posible y creo que al final el trabajo me salió como esperaba.

HL: ¿Qué le parece el interés con que algunos blogs y sitios en Internet intentan recuperar y dignificar aquellos libros y, sobre todo, a sus autores? ¿Y el interés suscitado por una obra tan singular como Rancho Drácula que, le constará, ha despertado una especial expectación en diversos foros y blogs de Internet?

FGL: Me parece una curiosidad lógica y que aumenta mi respeto a los lectores. Siempre les he dedicado todo mi interés y seguiré haciéndolo mientras pueda.

HL: ¿Ha tenido oportunidad de leer o ver al menos El invierno del dibujante, cómic en el que aparece usted en los tiempos en que trabajaba para Bruguera? ¿Cómo es posible que una factoría de sueños como aquella fuese en su interior un infierno para los autores?

FGL: Sí lo he leído. Me parece una obra admirable y creo que refleja la realidad de Bruguera. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, porque solo pensaban en el beneficio inmediato y actuaban generalmente con un egoísmo despiadado. Bruguera tenía una gran habilidad para los negocios pero nunca supo tratar a la gente. Por eso, con los años, fue perdiendo a sus mejores creadores, que normalmente veían sus sueños rotos.

HL: El best seller, tal y como parece entenderlo hoy día el mercado editorial, se presenta generalmente bajo la forma de libros voluminosos que captan fácilmente la atención del lector gracias a su estilo cuasi cinematográfico, ¿cree que ha llegado a ocupar el nicho vacío que dejó la novela popular de años atrás?

FGL: Es posible. En cualquier caso, lo difícil siempre es captar el interés de la gente. Si uno cree que domina los gustos del público y de las editoriales, tiene muchos números para equivocarse. Lo que yo intento es trabajar con dedicación y honradez, pero aun con eso no siempre se acierta.

HL: Volviendo a La dama y el recuerdo, su lenguaje me ha recordado al del Silver Kane de hace unas décadas pero sin la censura que se imponía aquella época. Es mucho más deslenguado, y me da la impresión de que la novela puede resultar a ojos del lector actual políticamente incorrecta en algunas ocasiones, aunque en ningún momento falta la ironía, ¿me equivoco?

FGL: No se equivoca. La censura hizo que el lector se acostumbrara a novelas en que cosas sencillas parecían verdaderos pecados. Por fortuna, los tiempos han cambiado y los lectores también. Aun así, si La Dama y el Recuerdo tiene algo de políticamente incorrecto, puedo decir que no lo he buscado intencionadamente, pero lamentaría que llamara la atención por eso. Solo quise hacer una trama que respondiera a la realidad de una época.

HL: Vázquez Montalbán, Eduardo Mendoza, Juan Marsé, usted mismo, ahora Zafón... Son muchos los autores que se han inspirado o tomado como escenario la Ciudad Condal para desarrollar sus novelas. ¿Qué tiene Barcelona para ser tan literaria?

FGL: Varias cosas fundamentales: es una ciudad abierta, inquieta, trabajadora y revolucionaria, donde en un principio todo el mundo encuentra su lugar. Si escribo sobre ella es porque creo conocerla bien. Hay un punto de pasión en cada página de mi obra, y siempre trato de que la ciudad aparezca tal como es y tal como ha sido a través de los tiempos, con personajes sacados de sus calles.

HL: El periodismo ha sido una parte importantísima de su vida. ¿Qué le preguntaría Silver Kane a González Ledesma? ¿Y qué le respondería González Ledesma a Silver Kane?

FGL: Le preguntaría si está satisfecho de su obra y FGL le contestaría que solo relativamente, porque en la vida siempre se está aprendiendo y el que cree que ha llegado a algo se equivoca.

HL: Muchas gracias por su tiempo y atención.


Me gustaría transmitir, desde este humilde blog mi más profundo respeto hacia la obra de Francisco González Ledesma, Silver Kane, así como resaltar la gran humanidad que transmite en su trato, además de agradecerle una vez más que accediese en su día a prestarse para esta entrevista y que haya cumplido con ella pese a lo azarosas que han resultado sus circunstancias personales en los últimos meses.

Una vez más, reciba todo el ánimo. Esperamos leerle pronto como síntoma de completa recuperación.

Nota: La fotografía del autor está tomada de su blog, aunque es recomendable visitar también su página web oficial.

martes, 13 de septiembre de 2011

Sobre chusma y sobre cobardes

“Se me han cabreado unos vecinos de Tordesillas porque el otro día califiqué de chusma cobarde a la gente que se congrega cada septiembre para matar un toro a lanzazos mientras la junta de Castilla y León, pese a las protestas de las sociedades protectoras de animales, mira hacia otro lado y se lava las manos en sangre, con el argumento de que se trata de una tradición y un espectáculo turístico. No sé si es que los llamara chusma o los llamara cobardes, o las dos cosas, lo que pica el amor propio de mis comunicantes. El caso es que se dicen «lanceros de Tordesillas, y a mucha honra», y preguntan cómo yo, que alguna vez he escrito que me gusta asistir de vez en cuando a una corrida de toros, me atrevo a hablar así de lo que desconozco, o sea, de «un duelo atávico y mágico, un combate de la bravura contra la inteligencia, un ritual de valor y de bravura que se celebra desde tiempo inmemorial». Exactamente eso es lo que dicen y lo que preguntan. Así que, con el permiso de ustedes, se lo voy a explicar. Despacito, para que me entiendan.

Amo a los animales. Por no matarlos, ni pesco. Tengo un asunto personal con los que exterminan tortugas, delfies, ballenas o atún rojo. También prefiero una piara de cerdos a un consejo de ministros. Creo que no hay nada más conmovedor que la mirada de un perro: mataría con mis propias manos, sin pestañear, a quien tortura a un chucho. Sostengo que cuando muere un animal el mundo se hace más triste y oscuro, mientras que cuando desaparece un ser humano, lo que desaparece es un hijo de puta en potencia o en vigencia. Eso no quiere decir, naturalmente, que caiga en la idiotez de algunas sociedades protectoras de animales que dicen que cargarse a un bicho es un acto terrorista. Incluso, como apuntaban mis comunicantes, cada año voy un par de veces a los toros. Cada cual tiene sus contradicciones, y una de las mías es que me gustan el temple de los toreros valientes y el coraje de los animales nobles. Es una contradicción -tal vez la única, en lo que tiene que ver con los animales- que asumo sin complejos; y sólo diré, en descargo, que nunca me horroricé cuando un toro mató a un torero. Al torero nadie lo obliga a serlo; y a cambio de jugarse la vida, gana dinero. Si no murieran toreros, cualquier imbécil podría estar allí. Cualquier cobarde podría dárselas de matador de toros. Cualquier mierdecilla podría justificar por la cara, sin riesgo, su crueldad y su canallada.

Yo he visto matar. Con perdón. Matar en serio. He visto hacerlo de lejos y de cerca, a solas y en grupo, y me he formado ciertas ideas al respecto. Una de ellas es que degollar y cascar tú mismo, cuando toca, forma parte de la condicion humana; y que son las circunstancias las que te lo endiñan, o no. También tengo una certeza probada: muy pocos son capaces de matar cara a cara, de tú a tú, jugándosela sólo con su inteligencia y su coraje, si alguien no les garantiza impunidad. Recuerdo a verdaderas ratas de cloaca, incapaces de defender a sus propios hijos, enardecerse en grupo y gallear, pidiendo sangre ajena, cuando se sentían respaldados y protegidos por la puerca manada. Conozco bien lo miserable, cruel y violento que puede ser un individuo que se sabe protegido por el tumulto. También leo libros, vivo en España, conozco a mis paisanos, y sé que para linchar y apuñalar por la espalda, aquí, somos unos artistas. Lo hacemos como nadie. Por eso, que media docena de tordesillanos, o más, se quejen porque a estas alturas de la feria me asquea lo del toro de la Vega y me cisco en los muertos de los lanceros bengalíes, me tiene sin cuidado. Lo dije, y lo sostengo. Llamar combate, torneo y espectáculo de épica bravura a miles de fulanos acosando a un animal solitario y asustado, y después tratar de héroes a una turba enloquecida por el olor de la sangre, que durante media hora acuchilla hasta la muerte al toro indefenso, refugiado en un pinar, y que luego salga la alcaldesa diciendo que «el combate fue rápido y ágil», y que el Aquiles de la jornada, o sea, el cenutrio que le metió el primer lanzazo, alardee, como el año pasado, de que «el toro estaba a la defensiva y se escondía en los arbustos, así que era difícil alancearlo», es un sarcasmo, una barbaridad y una canallada. Se pongan como se pongan. Al menos, en las plazas de toros el animal tiene una oportunidad: empitonar a su verdugo, de tú a tú. El consuelo, tal vez, de llevarse por delante al cabrón que lo atormenta.

Así que, por mi, todos los heroicos lanceros de la Vega pueden irse a hacer puñetas.

Arturo Pérez-Reverte. El semanal, 25 de mayo de 2003.

Yo no lo habría dicho mejor y posiblemente habría dejado corto el compendio de palabras malsonantes recogido por Cela en su Diccionario secreto. La negrita es mía, y aunque os haga mala sangre, deberíais ver lo que las palabras pueden describir; el miedo y el dolor de un animal noble convertido en un ternero temeroso que recula bajo un pino buscando cobijo sin encontrar más escapatoria que la muerte. Hoy Afligido nos hace partícipes de su nombre.


El vídeo pertenece a PACMA.