viernes, 2 de marzo de 2012

La juguetería errante

Algo tienen los libros de la editorial Impedimenta que enamoran con solo mirarlos. Es justo lo que me pasó con La juguetería errante; ver el libro y desear tenerlo fue una misma cosa. Lo cierto es que la portada es preciosa, la edición primorosa y el título resulta llamativo, pero el interés va a más en cuanto sabemos un poco de su argumento. En la juguetería que da nombre a libro se comete un asesinato, mas poco después desaparecen las pruebas. No el cuerpo (que también), sino la propia juguetería. Así comienza la aventura del poeta Richard Cadogan cuando decide irse unos días de vacaciones a Oxford tras desoír los consejos del tacaño de su editor y se mete de bruces en este misterio. Cuando consigue avisar a la policía y al ir a visitarla se encuentran con que ya no existe la tienda en cuestión, así que decide hablar con su viejo amigo Gervase Fen, el afamado profesor de literatura inglesa conocido por sus habilidades como detective aficionado. A bordo del descapotable rojo del profesor Fen, Cadogan y él vivirán una aventura repleta de persecuciones (aunque no siempre nos queda claro si actúan como perseguidores o perseguidos), de algún accidente que otro (ya que el coche de Gervase, Lilly Christine III, parece contar con un especial magnetismo que le lleva a precipitarse contra cualquier muro, árbol o edificio existente) y de mucho humor inglés.

Bajando por Woodstock Road, directamente hacia donde estaban ellos, venía pedaleando un hombre de cierta edad, anormalmente delgado, con su escaso pelo blanco al viento y con un rictus de desesperación en la mirada. Inmediatamente tras él, corriendo como si en ello les fuera la vida, venían Escila y Caribdis; tras ellos, una turba trituradora de estudiantes furibundos, con Adrian Barnaby (en bicicleta) a la vanguardia; tras ellos, un ayudante de celador, el alguacil universitario, y dos «bulldogs», embutidos todos en un diminuto Austin y con aspecto formal, grave e inútil; y el último del pelotón, agotado por la persecución, era Hoskins, que venía arrastrando exhausto su desgarbada figura.
Fue una visión que Cadogan jamás lograría olvidar en lo que le quedara de vida.
A diferencia de otros célebres detectives de la historia de la literatura, Gervase Fen no resuelve los casos gracias a seguir el método científico, entre loas y alabanzas a su materia gris o gracias a su intuición. De extrovertido carácter, dado a fabular y a deleitarnos con numerosas referencias literarias (donde, en más de una ocasión agradecemos las notas a pie de página de la edición), la historia se desarrolla sin que sepamos muy bien dónde nos va a llevar en sus investigaciones. Esto, sin embargo, no resulta desazonador, pues es tal el ritmo narrativo y lo adictivo de la historia que no nos paramos siquiera a pensar en ello. Seguimos a nuestros protagonistas con una suerte de sonrisa en los labios que no desaparece en ningún momento, ni siquiera al final de la historia, cuando en una escena repleta de acción no pude evitar recordar la versión cinematográfica dirigida por Hitchcock de Extraños en un tren, de Patricia Highsmith, y a una inolvidable secuencia de la misma.

Salvadas las distancias, y aunque se mencionan los nombres de Wodehouse, Stella Gibbons, Agatha Christie, Chesterton o Conan Doyle para intentar explicar el estilo de Edmund Crispin (seudónimo de Robert Bruce Montgomery tomado, junto al nombre de su detective, de un personaje de la novela de Michael Innes ¡Hamlet, venganza!), lo cierto es que a mí me ha parecido un libro escrito por un Harry Stephen Keeler algo más organizado, con mayor salud mental, mejor estilo literario y buenos referentes culturales. En definitiva, que resulta divertidísimo a la par que recomendable.

Aunque los libros de Crispin son muy populares en Inglaterra, lo cierto es que por aquí en España, que a mí me conste al menos, no era tan conocido. Por eso, por cuanto me ha gustado el libro y por lo precioso de los libros de esta editorial, me congratula saber que La juguetería errante constituye solo el punto de partida para la edición en castellano de la serie de libros protagonizada por Gervase Fen, nueve novelas y un par de libros de relatos, entre los cuales, ordenados cronológicamente por la fecha de escritura, La juguetería errante ocupa el tercer lugar. Aquí cuentan con un seguro lector de los mismos que espera con impaciencia la siguiente aventura de tan singular detective.

¡Por mis patas de conejo, que editen ya el siguiente!