domingo, 11 de noviembre de 2012

Los pantalones de Thoreau

Alguna vez que otra he loado las excelencias de la pana como la tela perfecta. Lo que no imaginaba es que un querido amigo mío, hace bastante más tiempo, ya lo había hecho. 


Así describía Thoreau sus pensamientos sobre la misma en su diario un 8 de mayo de 1857, con la sapiencia del naturalista y del que permanece alejado de la caducidad de cualquier moda. Podéis leer otros fragmentos del mismo en:

domingo, 4 de noviembre de 2012

Nuestro ingenioso planeta

¿Qué es la biodiversidad? ¿Cómo se relaciona con la evolución? ¿Qué relación tiene su pérdida con las acciones del hombre? ¿Y la erosión genética? ¿Y la sostenibilidad? Cada día escuchamos infinidad de términos que, siendo sistemáticamente repetidos, quedan asimilados parcialmente en la mentalidad colectiva. Y digo parcialmente porque o no se entienden en toda su extensión o se repiten las palabras, huecas, vacías de significado, como "loritos" que no se cuestionan qué significan realmente. Y lo que es peor, nadie se preocupa de explicarlas porque se asume que son conocidas por todos.

Hace un par de años, en 2010, se celebró el Año Internacional de la Biodiversidad. Una celebración marcada por la vergüenza de no alcanzar ni de lejos los mínimos que los líderes mundiales se habían marcado ocho años antes y que buscaban frenar la pérdida de biodiversidad que se está produciendo a nivel global en el planeta. Una pérdida de especies que es, aproximadamente, mil veces superior a lo que debería y que ha provocado que numerosos científicos, muchos de ellos reconocidos divulgadores (Sir David Attenborough, Edward O. Wilson, James Lovelock…) pidan que, en un ejercicio de responsabilidad, todos trabajemos unidos para combatir este preocupante hecho.


Entre las numerosas publicaciones que aparecieron en 2010 me había pasado desapercibida esta que os traigo y recomiendo enfervorecidamente hoy: Elemental, queridos humanos. Vida y andanzas del ingenioso planeta Tierra contadas por Juan Luis Arsuaga con dibujos de Forges. No sé cómo se me pudo pasar en su día, pero cuando vi el libro en su nueva y flamante edición de bolsillo no pude hacer otra cosa que llevármelo conmigo y devorarlo. Devorarlo, sí, porque es un libro que se lee con gusto, con una sonrisa en los labios y que divulga sin que nos demos ni cuenta (como ha de ser). Las ilustraciones de Forges son, en ocasiones, didácticas, y las más de las veces simplemente divertidísimas.

Los contenidos del libro nos llevan en un viaje en el tiempo desde la formación de la Tierra hasta nuestros días, repasando conceptos y presentando otros con una claridad expositiva admirable. No da nada por sabido pero tampoco cansa, a mi parecer, al que ya conoce de qué se está hablando. Así, conoceremos lo antigua que es la vida sobre la Tierra, cómo su evolución ha generado una asombrosa diversidad de especies entre las que una muy particular, que apareció sobre la faz del planeta hace nada, anteayer, como quien dice, está trastornando el entorno que le rodea gracias a su espectacular crecimiento y capacidad de adaptación. Y que en esos cambios que imprime a su alrededor hay numerosísimas especies que son incapaces de adaptarse y terminan desapareciendo. Algo que, si bien es consuetudinario a la propia esencia de las especies, no ocurría a una velocidad similar desde las anteriores extinciones masivas que afectaron al planeta.

Cómo puede afectar esto al hombre es algo que está por determinar, pero en el mejor de los casos no nos va a favorecer, así que imaginad en el peor de ellos. El libro trata de hacernos pensar sobre la importancia de la diversidad biológica del planeta, de nuestro hogar, y hasta qué punto necesitamos de ella.

Para terminar, os dejo con una reflexión que hacía Miguel Delibes de Castro sobre la biodiversidad. Como buen divulgador presentaba un ejemplo que a todos nos resultará claro: imaginad esa lavadora que tenemos en casa funcionando y que retiramos cada cierto tiempo para limpiar. A veces puede aparecer algún tornillo o arandela debajo. Nos preguntamos de dónde procederá, pero nos olvidamos pronto de esa pieza: al fin y al cabo la lavadora sigue funcionando. Puede que con el tiempo sigan apareciendo tornillos y tuercas y la lavadora haga más ruido en el centrifugado. Pero oye, pensamos, qué tontos son los fabricantes de lavadoras que, pese a todo, colocan piezas inservibles a la lavadora. Hasta que un mal día la lavadora deja de funcionar. Los tornillos, tuercas y arandelas que imaginábamos sin cometido, de los que desconocíamos su función, servían para algo. Y tal vez la pérdida de una, dos o diez de estas piezas pequeñitas no impedirían que la lavadora (que el sistema) dejase de funcionar. Pero en conjunto, su pérdida lleva a la rotura de la misma.

Leed este libro. Interesaos por el planeta. Es nuestra casa tanto como la del resto de especies que nos acompañan desde que hace unos 3500 millones de años empezamos a interactuar con el entorno y, tal vez, hacerlo idóneo para sostener la vida. No cerremos el ciclo haciéndolo inhóspito y adverso a ella.