viernes, 26 de noviembre de 2010

La banda sonora de mis lecturas

Hace unos meses, leyendo un comentario de Fulgida a tenor de una entrada en la que hacían acto de presencia los queridos bolsilibros, se me ocurría el tema para otra que se ha ido demorando en el tiempo hasta el día de hoy.

Últimamente me ocurre bastante, y es algo a lo que quiero poner remedio, que se me acumulan las entradas, se retrasan, otras se anteponen a aquellas y, al final, terminan por quedar olvidadas en su propia lista particular de “pendientes de escribir”. No soy el único al que le ocurre pero no por ello me consuelo al notar que el blog pierde algo de su fuelle inicial, tal vez por encontrarme escindido entre varios amores. En ocasiones he pensado unirlos en uno solo, máxime cuando las temáticas entrambos se acercan tanto como ocurre de cuando en cuando, pero no sé si sería diversificar demasiado y contribuir a aburrir al lector. En otras, prefiero tenerlos separados, aunque ocurran estas injerencias entre ellos, casi inevitables si tenemos en cuenta la común autoría de ambos. Toda esta digresión, que sería extrapolable a mis otros blogs, no tiene otro fin que recalcar que echo de menos poder dedicar más tiempo al blog y que espero, aunque sea imponiéndome una férrea rutina, poder hacerlo en breve.

Volviendo al tema que nos ocupaba, que no era otro que la entrada que me vino a la mente el verano pasado al encontrarme con el comentario de Fulgida, quería hablar hoy sobre la banda sonora de nuestras lecturas. Este pensamiento me asaltó cuando leí que “Yo soy una amante de la paraliteratura, como tú bien sabes y creo que La saga de los Aznar es una joya. Hay que leerla con ambiente de siesta y grillos de fondo y no perder de vista lo que es, claro: entretenimiento puro.” Cada cual lee como puede o buenamente le dejan hacerlo, y la verdad es que aunque en múltiples ocasiones gusto de leer en completo silencio, en otras permito que la música acompañe el devenir de las palabras. Hay músicas que me parecen de lo más adecuadas para un determinado texto y otras que, sin buscarlo, quedan vinculadas por siempre al mismo. Otras meramente ocultan el ruido de fondo o imprimen su ritmo a la lectura y me acompañan simplemente porque no concibo la vida sin música. Casi tan poco como sin los libros.

Así, con la estridulación de los grillos y el canto de las cigarras mediante, recordé otras músicas que acompañaron a lo largo del tiempo mis lecturas y pensé en escribir sobre ello. Una entrada como esta ha de ser forzosamente personal. Cada cual tiene sus gustos musicales y sus preferencias lectoras y con estas palabras mías simplemente busco hacer vuestra mi experiencia a este respecto y permitirme vislumbrar, sí así gustáis, la vuestra. Empecemos pues un recorrido autoimpuestamente por la banda sonora de mis lecturas.


Uno de los recuerdos que guardo de mi época de última niñez y adolescencia es el de leer junto a un transistor de radio AM en el que sintonizaba algunos programas de los que se emitían en esas frecuencias, ya escasos en su día y, años más tarde, con mi primer “walkman” clónico, leer infinidad de libros sintonizando Radio Clásica. Durante la lectura de La isla misteriosa, de Julio Verne (su obra más querida para mí), repetí tantas veces la escucha de cintas con música de Mozart, Vivaldi o Bach, por no hablar de Verdi, cuyos “Va pensiero”, de Nabucco, o Il Trovatore durante años, cada vez que los escuchaba, despertaron el recuerdo de las aventuras del ingeniero Ciro Smith (en la traducción editada por Molino, posteriormente siempre le encontraría como Cyrus) y sus compañeros en una isla que -arriesgaré, sin más conocimiento de causa que lo oído sobre ella- nada tiene que envidiar a la de la archiconocida serie “Lost” en lo tocante a los misterios que albergaba.


Años después, leyendo la saga de Tad Williams, Añoranzas y pesares, era la música de Metallica en su disco “…And justice for all” la que terminé por vincular a la serie de novelas de fantasía del autor. Las andanzas de Simon, el marmitón, junto a Binabik y su loba Qantaqa fueron amenizadas por los imparables riffs de guitarra del señor Hammett en multitud de ocasiones.

No siempre la música que he escuchado ha estado tan desligada del libro elegido. Así, en alguna relectura de El nombre de la rosa han sido cantos gregorianos los elegidos como fondo musical, y ante otras obras he optado por música acorde a la ambientación del libro: Paradise Lost, My Dying Bride o Moonspell han sido compañeros de Lovecraft o Poe, Theatre of Tragedy, Mediaeval Baebes o Nightwish de infinidad de gestas épicas como Canción de Hielo y Fuego. Respecto a esta última saga tengo una canción que ha quedado vinculada a ella irremediablemente. “My fragile Winter dream”, de Dark Princess, me recuerda a Invernalia y el Muro de Hielo siempre que la escucho.


Para otros autores, con Murakami o Paul Auster, guardo momentos jazzísticos memorables, y no es rara la ocasión en que tras leer en alguna de sus obras una referencia a cierta canción o artista hago lo posible por encontrar la obra y escucharla. En particular con Tokio Blues recuperé en varias ocasiones la melancólica “Norwegian Wood” de The Beatles.

La lista es tan innumerable como personal y es por eso que no quiero aburriros con una relación de títulos. Sin embargo, sí que me gustaría saber si tenéis alguna banda sonora de vuestras lecturas, si alguna música os recuerda a un personaje o alguna historia. Si, cuando releéis un libro determinado resuena en vuestro cerebro la música que acompañó alguna de sus lecturas previas. Si música y literatura se funden como dos artes compatibles que resultan mutuamente enriquecidas.



Feliz fin de semana.

20 comentarios:

Isi dijo...

Ayyy Homo libris: me has recordado un pasaje de mi juventud, en el que leía unos libros de una colección juvenil de entonces (no me acuerdo del título, (vaya por dios), estando en el pueblo, en invierno, mientras mi padre ponía uno de sus CDs de new age (que nadie comente al respecto de esta música, eh!), que era de un hombre llamado Yanni.
Pues una vez en León que mi padre puso esa música casualmente, fui corriendo a decirle: "Papá, cada vez que pones Yannni, me recuerda a estar leyendo a (nombre de la protagonista de mis libros)".
No sé si se llamaba Anastasia o algo que empezaba por A, me da mucha rabia no acordarme ahora!!

¡Pero gracias por recordarme aquel detalle de mi infancia!

Pues bien, en la actualidad suelo leer sin música y, si pongo música, debe ser muy bajita y sin letra, pero es algo excepcional: suele ser MOrk el que se anima a poner algo mientras leemos, y no siempre coincidimos así que hace mucho que no leo con música.
De las últimas veces, los primeros días de la primavera en una tumbona en el césped del jardín de mi pueblo, mientras escuchábamos a Ludovico:

http://www.youtube.com/watch?v=9qvglWAHDak

Isi dijo...

halaaaaaa peazo comentario

Iraya Martín dijo...

Yo me he acostumbrado tanto a leer de noche que me cuesta hacerlo en otro momento en el que con toda seguridad habrá ruido, música o tele. En las únicas ocasiones en que leo con música es porque Moe está viendo la tele y yo quiero leer. Entonces me pongo los cascos del Papyre y ahí siempre tengo a Yiruma y su piano. Creo que cualquier otra cosa con letra no la soportaría.

Lectora dijo...

Pues vaya me produces envidia, en mi caso padezco bastante analfabetismo musical futo más bien de la pereza de buscar sonidos afines, o sea que por mi no te cortes a la hora de sugerir bandas sonoras.

En mi caso nunca leo con música, aunque sí hay una canción que me resulta especialmente emocionante y que está relacionada con una obra literaria y es "The ryme of the ancient mariner" de Iron Maiden que se corresponde con el poema de Coleridge y me resulta imposible separar ambas creaciones.

Y ahora que lo pienso siempre que escucho "The sign of the cross" es difícil no acordarse de "El nombre de la rosa", y la de "Phantom of the opera" de Nightwish con la obra literaria...pero vamos que son asociaciones posteriores que hago.

lammermoor dijo...

A pesar de ponerle un Rincón Musical a las entradas del blog, no suelo leer con música. Si la utilizo para limpiar o planchar; durante una época, ponía la casa a punto a ritmo de John Lennon o James Taylor.
Si que a veces las referencias musicales de los libros me llevan a buscar esa canción o melodía.

En cuanto a lo de que se te amontonen las entradas a escribir, te entiendo perfectamente. Precisamente una de las que tengo en lista de espera está relacionada con música y libros. ;)

Javier G. Pérez dijo...

Me ocurre como a Elwen; si leo, solamente lo puedo hacer con música de fondo, la que sea, que no me desconcentra. La letra es para otras tantas ocasiones.
Buena selección musical, Homo.

Saludos.

Azote ortográfico dijo...

Hummm, me temo que voy a ser la nota discordante aquí. Contraviniendo los preceptos de los especialistas en técnicas de estudio, concentración y demás, necesito la música para casi todo. Incluso con letra y de una contundencia notable.

También es cierto que para una novela de fantasía me suele gustar tener de fondo algo como Nightwish, mientras que para cosas más sesudas he llegado a andar escuchando a Arctic Monkeys, Metallica o incluso metal nórdico. Para Paul Auster me pegan Pearl Jam, Yeasayer, MGMT o Antony and the Johnsons, así como alguna pieza decente de jazz o blues; para Tom Wolfe, americanadas como The Offspring, The White Stripes o Sonic Youth. Y los Beatles siempre han actuado como "el comodín del iPod", pues creo que podría ponérmelos de fondo para casi todo. Por algo son uno de mis grupos de cabecera.

Me dejo tantos grupos como libros y autores habré leído en mi vida. Pero sí, hay fragmentos que irremisiblemente asocio a un trozo concreto de una canción determinada. Está claro que, al menos por lo que a mí respecta, leer y escuchar música no son actividades excluyentes.

Un abrazo.

Rocío dijo...

Uoohhhhhh! qué buena la canción de los Beatles, cómo no, no podría faltar una de ellos! Ellos siempre amenizan mis lecturas!
Un saludo

La Belle Dame Sans Merci dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
La Belle Dame Sans Merci dijo...

Hum, ¡qué bueno! A ver que piense en mi caso... Generalmente, pongo música de fondo que intento que no sea metal, porque me gusta tanto que acabo haciendo más caso a la música que a la lectura. Lo cual es estúpido porque, ¿leo andando por la calle y no soy capaz de leer con música? ;)

Para los ensayos, pongo siempre música clásica u ópera. Suelo ser muy pesadita poniendo a Jordi Savall (cualquier cosa de él) y, últimamente, a Tomás Luis de Victoria. Mozart y Bach suelen seguir en la lista.

Mi mayor manía es que, si estoy leyendo algo relacionado con la Antigua Grecia, siempre tengo que tener de fondo música de la época (hay reconstrucciones buenísimas) o recreaciones modernas como las que realiza Daemonia Nymphe.

Para novelas, me encanta poner música folk. Tolkien está irremediablemente unido a Enya, Loreena McKennitt, la Tolkien Ensemble y, en los últimos años, a las bandas sonoras de Howard Shore. Para novelas de aventuras, las b.s.o. de Piratas del Caribe, Harry Potter 3 y las de Christopher Nolan. Y, cómo no, algo de metal para Poe y lecturas similares: Theatre of Tragedy (el "Aégis" especialmente), Haggard y la banda sonora para el corto de The Raven que se cascó Tinieblas González.

Y seguro que algo me dejo. ;)

Homo libris dijo...

Isi, no sabes cuánto me gusta tu comentario (por cierto, nada que objetar al “New Age”, máxime cuando hay gente como Enya dentro). Aunque lo leí cuando lo publicaste, no es hasta hoy que me siento con un poco de tiempo a responderos y coincide con un día lluvioso y ciertamente propicio a escuchar ese tipo de música, sentarse a leer en algún lugar abrigado.
Por cierto, hay un libro infantil de Gerald Durrell (el autor de Mi familia y otros animales y otro centenar de libros divertidísimos sobre naturaleza) en el que su protagonista se llama Yani. Lo editaba Alfaguara en una edición juvenil y su título era Los secuestradores de burros. ¿Podría tener alguna relación con el que nos dices? Por otro lado, no tiene nada que ver con la Anastasia que podía sonarte, pero en fin, por lanzar una posible opción…

Elwen, yo he estudiado tantos años con la televisión puesta en casa que creo que soy inmune al ruido, jejeje. Cierto es, por otro lado, que me concentro mejor en silencio, como no podía ser de otro modo, pero algo de música a bajo volumen, de fondo a mis lecturas, no me desagrada.

Sonja, de envidia nada. Esa que nos traes es una de las grandes composiciones de los Maiden y, en efecto, yo también recuerdo a Coleridge cada vez que la escucho. Además, plantearía el tema de inicio para otra entrada que podría ser extensa a más no poder: influencias literarias en la música (y viceversa). A mí, en particular, “The sign of the cross” no me recuerda a El nombre de la rosa, pero sí que todo ese disco oscuro, cargado, pesado, de Iron Maiden, me evoca días fríos, de niebla y fantasía (algo no muy alejado del ambiente reinante en los exteriores de la abadía de Eco, para qué vamos a engañarnos).

Lammermoor, precisamente tu Rincón Musical venía a mi mente cuando escribía la entrada. Aun sin ser exactamente lo mismo, ciertamente esa música electa para un tema literario concreto se asemeja bastante al tema propuesto. De cualquier modo, tu comentario vaticina una entrada paralela (una vez más) entre blogs. La espero con ganas (y espero que te guste la posterior a esta, publicada hoy mismo, en Homo libris). La música y la limpieza unidas tampoco me son ajenas, jejeje.

Isi dijo...

No no no: Yanni era el del CD! Iba a decir el cantante, pero la música no tenía letra ni voz, jeje.

Por cierto, Alienor, Emiliana Torrini también hizo una de las canciones de El señor de los anillos; a mí me gusta mucho y tengo todos sus CDs. Es tranquilita para leer, aunque tiene letra.

Homo libris dijo...

Javier, entonces yo estoy en un término medio entre tú o Elwen y Azote, ya que si bien la música instrumental acompaña bien a prácticamente todas mis lecturas (dejé en el camino obras tan recurrentes como la sinfonía nº 9, “Del Nuevo Mundo”, de Dvorak, o “Sherezade”, de Rimsky-Korsakov), no descarto canciones con su letra y, por lo que pudisteis ver en la entrada, en ocasiones bastante contundente. Eso sí, aunque me dejo muchos títulos en el tintero, sin duda no alcanzo el modo “wik-iPod” de la melómana Azote, jejejeje. :P

Rocío, me alegra mucho tenerte aquí, en Homo libris, y poder leerte. Sean pues, los Beatles (¿o tal vez Beatallica? Jejeje).

Alienor, es curioso lo que comentas sobre andar por la calle leyendo pero no hacer esto último mientras escuchas música. ¿Tendrá algo que ver con la relación entre la música y el lenguaje? ¿Afectará a zonas del cerebro afines? Hum… habría que investigarlo, jeje.
Tu lista y la de Azote me recuerdan a muchos ausentes en la mía (algo normal, habida cuenta de la afinidad musical que nos une) y me traen a algunos desconocidos; a este respecto me apunto a Daemonia Nymphe.

Isi, lo de Yani es porque ese protagonista tiene el nombre tan parecido a Yanni que claro… :)

¡Besotes, abrazos, música y lectura para todos! (Aunque aquí, por justicia debería decir: para todas y para Javier, jejeje).

@scen dijo...

Pues para nota discordante la mía: Yo leo casi siempre con la tele puesta. Incluso por la noche, cuando leo en la cama, me pongo la tele como banda sonora. Eso sí, con cascos (léase auriculares) para no molestar a mí compañero de cama, que a él le gusta dormir en silencio.
También leo en el baño y ahí no me llevo la tele ni pongo la radio.
Es la excepción que confirma la regla.
;)

Homo libris dijo...

@scen, lo tuyo es el culmen de la interacción entre televisión y lectura, jejeje. ¿La pones por la noche exclusivamente para leer? :)

Por cierto, ya puse lo de la suscripción por "e-correo" a las entradas. Espero que os sea útil.

Un abrazo.

loquemeahorro dijo...

No suelo escuchar música cuando leo, y si la tengo puesta, luego casi ni me acuerdo de cuál es.

Curiosamente, yo también la necesito para fregar, por ejemplo, vamos, para que se me haga un poquito más ameno.

Para planchar, la tele, si no tuviera tele, directamente tiraría la plancha, total :-)


pd. ¡La Isla Misteriosa! ¡Qué recuerdos! Creo que la leí en esos libros-cómics del año catapún, que pululaban por mi casa en mi infancia.

Homo libris dijo...

Loque, tienes amnesia musical, jejejeje.

Nunca he sabido cómo se puede planchar con la tele puesta (y mirándola). Será porque soy hombre, pero plancho sin distracciones externas, jejeje.

Ay, La isla misteriosa tengo muchas ganas de releerla... A ver si aclaro un poco la lista de pendientes antes de volver a la isla Lincoln.

Un abrazo.

@scen dijo...

Gracias, Homo, ya me suscribí a las entradas y parece que funciona. A lo que no me he podido suscribir es a los comentarios posteriores, con lo cual alguna vez se me pasan, como en esta ocasión.
No me pongo la tele sólo para leer, pero casi. Cuando ya se me cae el libro de las manos porque se me cierran los ojos, me pongo a ver la tele y me duermo.
La tele siempre está puesta en mi casa: En la cocina, mientras cocino y/o como; en el salón, mientras leo o navego en el portátil, incluso cuando tengo visitas :| y en la cama, como ya he dicho.
Adicta que es una.

@scen dijo...

No sé si he mandado el comentario y está en "veremos" o se me ha perdido en el espacio internaútico.
Esperaré para salir de dudas.
Un beso.

Homo libris dijo...

@scen, lo de la televisión siempre encendida me recuerda a la casa paterna, donde siempre tenían (y siguen manteniendo) la tele encendida en todo momento. Sin embargo, donde vivo ahora no la ponemos nunca. De hecho, nos pilló el apagón digital porque estábamos sin TDT, jajajaja. No fue hasta después que trajimos uno de casa de mis padres que ya no usaban (porque un televisor nuevo ya lo traía incorporado) y ahora anda por casa, aunque lo cierto es que podemos encender la televisión un rato cada par de semanas, si es que llega. Desintoxicación total. Pero ya te digo, lo que me cuentas me suena TAN familiar... :D

Respecto a los comentarios, no aparecieron porque tengo habilitada una opción de configuración de Blogger por la que los comentarios en entradas con más de dos semanas deben ser autorizados por mí. Lo hago porque aunque me llegan al correo y más o menos os sigo leyendo aunque últimamente puedan pasar un par de días hasta poder responderos, en las antiguas entradas empezaron a colarse comentarios de spam y preferí ponerlo así, pero no en las nuevas entradas porque creo que podría interferir en un posible debate o charla cruzada entre todos.

Un abrazo.