jueves, 6 de septiembre de 2012

Nessun Dorma

Comienzo el 6 de septiembre como terminé el día anterior, estudiando y deseando que llegue la tarde para finalizar, para mal o para bien, con el curso académico actual y los exámenes, deseando retomar un ritmo de lectura que ya perdí hace meses (puedo llevar más de un mes o mes y medio sin leer un libro por placer, una situación como no recuerdo otra en mi vida) y otras muchas actividades. 

Termina un año que ha sido especialmente duro, pero comienza una etapa que espero sea fructífera y provechosa. Y lo hace, posiblemente no pudiera ser de otro modo, con un sentimiento que tiene algo de pena y de alegría entreveradas. Por eso, y porque hoy se cumplen exactamente cinco años de su pérdida, quería escribir esta breve entrada recordando a la voz para la que fue escrita esta canción, la que me da fuerzas para afrontar la noche. Nadie ha conseguido emocionarme más al escucharla que Luciano Pavarotti.


Dilegua, o notte!
Tramontate, stelle!
Tramontate, stelle!
All'alba vincerò!
vincerò, vincerò!

5 comentarios:

Gijón dijo...

Esta canción me deja sin habla siempre que la escucho. Recuerdo que en alguna ocasión me he emocionado y todo, para mí es imposible no hacerlo cuando el sonido llena mi habitación. Gracias por compartirla y mucho ánimo con esos estudios!!

Último Íbero dijo...

Temazo es decir poco. Ya sabes que forma parte de la última obra de Puccini. Al quedar inconclusa siempre se ha especulado con si el príncipe, al final, se salía con la suya y vencía "al alba" o si la cosa se truncaba y le descabezaban.

En cualquier caso, es una canción que tiene una fuerza especial por la propia melodía. No hace falta entender la letra o saber el trasfondo para emocionarse al escucharla.

Dicho esto, espero que la nueva etapa sea mejor que cualquier otra pasada. Recuerda que no estás solo y que, si te empeñas, al llegar el alba vencerás. :)

Homo libris dijo...

Gijón, a mí me ocurre igual: es imposible escucharla sin emocionarse, máxime cuando la música lo inunda todo y la voz del príncipe clama por una victoria que no sabemos si llegó a producirse o no pero que, para nosotros, ya es un hecho. Tal y como dice nuestro querido Último Íbero, esta obra inconclusa no necesita de más entendimiento que el que nos da el corazón.

Gracias a ambos por los buenos deseos. Si bien es imposible que terminase este año contento conmigo mismo (ni una buena nota en el examen me dejará un buen sabor de boca, pues sé que podría y debería haber dado mucho más de mí), al menos ha dado paso a una época que, espero, me dé algo de tregua para disfrutar de otros aspectos de la vida; entre otros, de vuestra compañía y de las interesantísimas entradas de vuestros blogs.

He de ponerme al día, se que costará pero al alba, con vuestra presencia, venceré. :)

Un abrazo.

Teresa dijo...

Qué belleza y que fuerza. He viajado por Italia y pasé por la ciudad natal de Puccini, Lucca. Preciosa ciudad y no hago otra cosa nada más que oír a este autor.
Un saludo
Teresa

Homo libris dijo...

Teresa, muy buenas. :)

Me alegra leerte por aquí y ver que poquito a poco el blog empieza estar más concurrido cuando hasta ahora yo mismo, el autor, andaba desaparecido en combate. A ver si consigo organizar un poco mi vida y vuelvo a las andadas, a las propias y a las ajenas en vuestra casa 2.0.

La verdad es que esta canción es una verdadera preciosidad que en la voz de Pavarotti gana una fuerza espectacular. Y ahora que has pasado por aquí, aprovecho una vez más para escucharla. :)

Un abrazo.