Permanecer durante tanto tiempo apartado del blog conlleva que, por bajo que sea el ritmo de lectura, como es mi caso en los últimos tiempos (¡oh, excelsos autores, perdonad mi falta!), se vayan acumulando las entradas y reseñas que en un determinado momento pasan por mi mente. Si bien es cierto que me queda mucho camino por recorrer hasta recuperar la regularidad lectora que me gustaría, no lo es menos que no termino de encontrarme cómodo con aquello que escribo. Perdonad, si es posible, queridos lectores, blogueros y amigos (¡Eh! ¿Hay alguien ahí? :)), este hecho.
Es posible que en sucesivas entradas vaya tirando de fondo de librería para hablar por aquí de algunos de los libros que más me han llamado la atención en este tiempo, sea individualmente o de forma conjunta, pero quería arrancarme a escribir con la última novela que he terminado de leer: El enredo de la bolsa y la vida, de Eduardo Mendoza.
Sobre este autor barcelonés he hablado varias ocasiones en el blog pero, curiosamente, no he reseñado las anteriores aventuras de su loco detective innominado que, os adelanto, me encantaron. El nivel de los libros que componen el ciclo formado por El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, La aventura del tocador de señoras y, por último, El enredo de la bolsa y la vida ha sufrido altibajos a lo largo de las andanzas de nuestro anónimo amigo. Si bien la primera de las novelas es genial y la segunda no la desmerece demasiado, a mi parecer la tercera es más bien floja y esta última, si bien eleva un poco el listón no llega al nivel de las primeras. No quiero decir con esto que estemos ante un mal texto, todo lo contrario. El desvergonzado Mendoza, que tanto y tan bien ha hecho dentro de la “literatura seria”, ofrece un divertimento de calidad, bien escrito y con un particular sentido del humor cargado de cierto surrealismo que me parece entrañable.
Tras los entuertos (los desmontados y los creados) por el detective en el pasado, este se ha retirado y lleva una vida tranquila gestionando la peluquería de su cuñado. Lo cierto es que esta labor no le ocupa demasiado tiempo, sobre todo si tenemos en cuenta que hace meses que no entra mujer alguna a cortarse el pelo, ponerse mechas o echarse un tinte. Así, no es de extrañar que, tras ser puesto al tanto de la desaparición de un antiguo compañero de manicomio, Rómulo el Guapo, que solo unas semanas antes le había propuesto llevar a cabo un golpe maestro que les sacaría de pobres, se embarque en la aventura que Quesito, una adolescente que quería a Rómulo como a un padre, le propone: encontrar a su amigo y salvarle de un desconocido peligro. Pero no estarán solos: nuestro detective-peluquero cuenta con grandes amigos entre las clases más desfavorecidas de Barcelona: un africano albino, una acordeonista callejera y comunista y el timador profesional Pollo Morgan entre otros, nos deleitarán y arrancarán más de una carcajada conforme devoremos las páginas de esta breve pero agradecida novela.
¡Ah, y un personaje de excepción, figura y centro de la crisis actual! No os digo más: ¡leedla!
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