jueves, 3 de diciembre de 2009

Ah, ¿nos quedan aún derechos?

Lo veía venir, ya nos lo avisaban las "bombas racimo" que eran las "enmiendas torpedo", la permisividad de un gobierno que confunde términos y permite que una entidad privada con ánimo de lucro mueva los hilos suficientes como para influir en la legislación (¡ah, esos tejemanejes encubiertos y, permitidme la guasa, francmasónicos!) mientras hipoteca edificios que son DE TODOS (¡ay, cómo hacemos "Creative Commons" cuando nos interesa, amiguitos!), cobra por nuestro himno autonómico, recauda por derechos anónimos (como sea el de los libros, anda que no sacarán pasta, jeje ;) ) y nos grava las compras con un canon digital que, para mí, es como quitarte los puntos del carné de conducir por adelantado "porque oiga, algún día seguro que se salta usted un semáforo, aparca en doble fila o comete una infracción".

Pues nada, como la sostenibilidad está en todos lados, siendo la palabra más huera del vocabulario de la lengua castellana, a la que los políticos se han encargado de vaciar de significado, ahora tenemos una "Ley de Economía Sostenible" (se ve que la anterior no lo era, con tanta construcción, campito de golf y derroche de libertino capitalismo, por lo que ahora los bancos y las empresas del sector del automóvil y de la construcción, que antaño se llenaron los bolsillos a resultas de sus ora turbios, otrora licuescentes negocios, ensalzan la memoria de Marx, solicitando al Estado ayudas variadas), que curiosamente incorpora entre sus gracias la maldita de recortarnos, un poquito más si cabe, los ya escasos derechos que nos quedan.

Personalmente considero que un autor tiene todo el derecho del mundo a vivir de su trabajo, ya sea la música, la escritura o cualquier otra arte. De hecho, que sus derechos de autor pasen al dominio público cuando transcurre el periodo marcado para ello desde la fecha de su defunción, me parece ético y justo (ya que su creación también se nutrió de su interacción con la sociedad). Es más, con los bienes físicos debería ocurrir otro tanto, e incluso más aún, ya que no es lógico que si yo escribo un libro, mis herederos pierdan los derechos de explotación pasados unos años, pero las casas y terrenos del vecino, que se ha dedicado a la construcción, pasarán ad infinitum entre sus descendientes. Es decir, que aquí todos moros o todos cristianos. Dicho lo cual, y sin ánimo de ser linchado, proseguiré afirmando que los derechos de autor no son los derechos de unos pocos (de aquellos pocos a los que me refería en el primer párrafo), algo que -tristemente- parece haber obviado el Gobierno español.

Así las cosas, desde esta pequeña atalaya que es mi blog, donde aún se me permite alzar la voz, suscribo el


Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet

  1. Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
  2. La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
  3. La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
  4. La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
  5. Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
  6. Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
  7. Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
  8. Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
  9. Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
  10. En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.
Para saber más:

19 comentarios:

lammermoor dijo...

Cada día menos; la moderna inquisición no está dirigida por la iglesia sino por una entidad privada que empieza por S. y termina por E.

Y esto viene después de habernos tratado de ladrones, piratas y no se cuantas cosas más "antes de".Qué en este caso la presunción es de culpabilidad.

Isi dijo...

si es que claro, Bisbal tiene que mantener su chalet de Miami, y como no vende discos -cosa que no me extraña- pues no le alcanza!
Lo que tenían que hacer es dar conciertos, es decir, trabajar; que no vale sacar un disco y estar dos años rascándose las pelot.. hasta sacar el siguiente. ¿que no los llenan y no ganan con los conciertos? entonces se tendrían que dedicar a otra cosa... Yo si tengo un negocio que no funciona, tengo que cerrarlo, no?

Y otra cosa: ¿quién narices quiere un CD? si es un trasto obsoleto!! ocupa espacio! hay que tener un lector de CD!! hay que modernizarse, está claro.

Rubén D. Caviedes dijo...

Huy huy. Terreno espinoso. Pues me van a llamar reaccionario, hiena a sueldo de la SGAE, ruín esbirro de Ramoncín o lo que quieran, pero yo no suscribo el manifiesto. Claro que este es su blog y me parece feo porfiarle a usted, que además me cae muy bien.

Iraya Martín dijo...

Pues yo me acabo de sumar a la causa, así como quien no quiere la cosa. A mí me gusta que venga la policía a mi casa si he robado no los seguritas del Carrefour

Alba Úriz Malón dijo...

Otra que se une.

Eso que llaman justicia y no es tal; y esos sinsentidos fruto del desconocimiento total y el "ay, como me queda grande, destruyo antes de darle tiempo", me cabrean.

loquemeahorro dijo...

Muy bien explicado, lo del canon es cobrarte "por si acaso", lo de poder cerrar webs sin permiso judicial es...

Bueno, de todo esto se ha hablado hasta la saciedad, pero me quedo con lo del nombre del proyecto con la palabra "sostenible" por ahí en medio.

¿Lo habrá inventado el mismo que inventó aquello de "Facilita el tránsito intestinal"?

Homo libris dijo...

Lammermoor, ese es uno de los grandes problemas de la aprobación de leyes en este sentido: que se llevan a cabo a petición de una entidad privada, con ánimo de lucro, que representa únicamente a un sector de los afectados, que los hay, de la vulneración de los derechos de autor. Por otro lado es, como dices, igual que el canon digital, una presunción de culpabilidad.

Isi, en efecto, el señor Bisbal y compañía tienen que seguir manteniendo el ritmo de vida que han adquirido gracias a las ventas de sus discos y mira, no lo compartiré pero me parece perfecto por ellos. El problema es que no todos los artistas viven según ese modelo de negocio, ni pueden rentabilizar igual que él su producción artística, y el tema de los derechos de autor no les resultan realmente beneficiosos. Respecto a los CDs, los veo igualmente inútiles, aunque no me cabe duda de que a alguna gente les seguirán pareciendo interesantes o les gustarán para regalarlos. No veo mal, por tanto, que sigan existiendo, sino que las discográficas, que tan bien acogieron el salto del vinilo a los casetes, cedés e, incluso, deuvedés, ahora no quieran adaptarse a un nuevo modelo de negocio y se empecinen en mantenerlo a toda costa.

Ciertamente sí, Señor de las Moscas, es un terreno espinoso. No le llamaremos así, porque en este blog se propugna el respeto y la concordia, como puede usted imaginar después de la entrada que precede a esta. Si no secunda el manifiesto porque considera que un autor debe tener alguna garantía que respalde sus derechos sobre la obra que produce, estoy totalmente con usted. Ahora bien, aquí creo que nos encontramos por un lado con los derechos del autor, que quiere vivir de su obra, lo que me parece, además de lícito, deseable (cuando no necesario) con las prerrogativas que los intermediarios quieren seguir manteniendo.

Yo quiero seguir consumiendo cultura, y a los artistas e intelectuales que la producen, seguir remunerándoles por su trabajo. Igual que quiero patatas, alcachofas o tomates a menor precio, pero mejor pagadas para los agricultores. Recientemente estos últimos se manifestaban por la injusticia que supone la ínfima cantidad que perciben por sus productos frente al notable beneficio de los intermediarios. A mí me gusta, siempre que me es posible, adquirir productos locales y de temporada. En el caso de la música, el cine, la literatura y el software me gustaría poder comprar, como dice Isi, el producto sin soporte físico, a menos que me sea posible y además lo prefiera así. Evitaría de este modo contribuir a los excesos de producción, almacenamiento y transporte de los artículos consumidos, contribuyendo con un menor impacto sobre el medio ambiente. Incluso estaría dispuesto a pagar un porcentaje más elevado al autor, además de a los intermediarios en este proceso (que serían menos, y con mejor coste para el usuario final).

Elwen, Alba, esa es otra, que la medida, injusta o no, obvia la figura de un juez y, además, la “cuelan” en una ley que no está del todo relacionada con la medida. ¿Cómo se entiende esto? Afortunadamente la opinión de los internautas ha sido contundente, y ya hoy escuchaba noticias sobre la rectificación del Gobierno en este sentido. Lo que está claro es que habrá que seguir discutiendo la mejor manera de gestionar estos derechos para que ni los de los usuarios ni los de los autores resulten pisoteados.

Loquemeahorro, afortunadamente no ha sido un decreto, porque en ese caso habría sido un “Decreto/a sobre Economía Sostenible”…

Un abrazo.

Sakura dijo...

Este es un tema muy polémico y dará mucho que hablar.

Homo libris dijo...

Sakura, no me cabe la menor duda de ello. De hecho, como apuntaba, me parece totalmente lícito y necesario proteger los derechos de los autores (de todos ellos), pero no de esta forma (o con estas formas).

Habrá que seguir atentamente el debate que se genere. Un cordial saludo.

Ardaleth dijo...

¿Soy la única fetichista que en la medida de lo posible prefiere soporte físico para, al menos, la música y sobre todo los libros? xD

Por cierto que ayer encontré un gráfico muy revelador donde se ve claramente que los grandes perjudicados de la "piratería" son las discográficas, no los artistas. Sobran los comentarios...

Rubén D. Caviedes dijo...

Ya lo ha conseguido. Ya me ha picado.

'El Manifiesto o nos ha jodido mayo', en http://www.elporquedeunamosca.blogspot.com/

Ale.

Maribel dijo...

Hola Homolibris
como no me da tiempo a más, lo resumo en una palabra, título de un libro de ...., INDIGNACIÖN

Rubén D. Caviedes dijo...

Vaya controversia que tiene usted montada en mi blog, amigo. Vamos, no usted: vaya controversia en la que se ha visto usted envuelto. Ha quedado pertinentemente comentada, by the way. Saludos.

Homo libris dijo...

Ardaleth, qué va, qué va… si a mí, en el tema bibliófilo, me aterra la única y exclusiva digitalización de los contenidos, pero también me parece que ofrecen interesantes y suficientes beneficios como para tener en cuenta su existencia. Es decir, que prefiero un libro bien editado, impreso adecuadamente y esmeradamente encuadernado a un fichero PDF, FB2 o del tipo que sea, aunque la existencia de estos me puede permitir leer un libro de forma más barata (porque no desee tenerlo en papel más adelante), descubrirme a algún nuevo autor o darme la posibilidad de encontrar una obra descatalogada. Es decir, que no creo que un formato deba sustituir al otro (de hecho, no creo que pueda hacerlo, al menos no a corto plazo), sino que debería complementarlo. 

Muy Señor mío, ya veo que le piqué lo suficiente como para salir escaldado de la experiencia. No sabía yo que tuviese el avispero tan cerca, jajajaja. Siento mucho la controversia surgida en su blog, y espero que los ánimos se calmen pronto, de veras. Por el descanso de don Benito, claro está.

Maribel, os animo a leer en cualquier caso la entrada que ha tenido a bien publicar nuestro Señor de las Moscas. Es de lo más interesante e inspiradora sobre lo que ocurre “al otro lado” de la industria.

La verdad es que no se diferencia tanto de lo que sufrimos los diseñadores de software a diario, aunque no nos ceñimos tanto al viejo modelo de negocio y, en cualquier caso, hablamos de productos aparentemente parecidos pero sustancialmente distintos. Todo esto me ha dado mucho que pensar en los últimos días sobre cómo puede satanizarse a una industria a causa de sus “predicadores”, y qué derechos morales nos asisten para exigir a alguien que cambie su forma de vender aquello que produce. Allá cada cual con su sistema, lo que no es de recibo es que sea un Gobierno quien promueva una serie de acciones para preservar ese comercio desde una ley como la que nos ocupaba. En fin, que me ha encantado la entrada que os comentaba. ;)

Un abrazo.

MJGF dijo...

Por aportar mi opinión (y que no creáis que he muerto), los derechos de autor de los libros ahora mismo (y por gracia de CEDRO) son también derechos del poseedor físico del libro. Esto es, un tal Benito de San Pedro (por citar a alguien) escribe una gramática en 1769. El libro se encuentra hoy (entre otros pocos lugares) en la Biblioteca Nacional de España. Si yo, fulanita de tal, profe en la universidad X, quiero editar al Sr. San Pedro por amor a la gramática (con introducción, notas y demás) y quiero usar para ello el ejemplar de la BNE, tengo que pagar una tasa a la BNE por usar su ejemplar (el cual ya me cobró al digitalizarme una copia hace unos 3 años). ¿Perdone? ¿Pagar qué? Si yo ya pagué y esto no tiene derechos de autor desde hace 210 años... Ahhhh -dice la BNE- Pero el Scattergories es mío...
Personalmente, me parece bien que los artistas de cualquier clase coman y tengan chalés, pero el arte es patrimonio de la sociedad y si no hay ánimo de lucro, nadie debería pagar por disfrutarlo, usarlo y, si me apuras, difundirlo.
Saludos,
F.

MJGF dijo...

Fe de erratas:
No sé sumar ni restar. El libro no tiene derechos de autor desde hace 190 años.
F

Homo libris dijo...

Fulgida, tanto tú como Azote sois las dos desaparecidas más presentes del blog, casi diría que más que yo mismo, je, je, je. Se os echa en falta, pero bueno, entiendo que primero está la obligación y después, si ha lugar, la devoción. :)

Me dejas patidifuso con lo que nos cuentas. Ya conocemos a CEDRO por su vinculación con los derechos de libros en reprografía (los más conocidos por los estudiantes), pero esto de que tengas que pagar -por partida doble, además- una tasa (o de propiedad, según parece) a quien mantiene un determinado ejemplar de una obra “rara” simplemente por editarla me parece un tanto abusivo. Claro, que por obra y gracia de la reedición de la obra, imagino que aparte de tu pago de la correspondiente tasa, quienes adquieran un ejemplar de esa nueva edición tendrán que pagar los correspondientes derechos a CEDRO y así, el acceso a la cultura se convierte en una sangría constante a nuestro bolsillo. Así las cosas, hasta la digitalización de libros que lleva a cabo Google para su posterior venta me parece incluso lícita y deseable, y mira que soy escéptico respecto a las bondades y la ética del gigante de los buscadores (por más que, a nivel tecnológico y desde mi faceta profesional me parezca una empresa innovadora y magnífica). En fin, que poderoso caballero es don Dinero…

P.S.: ¡Ay, que mataste al bueno de Benito 20 años antes! XD

MJGF dijo...

Yo adoro Google books; no me canso de decirlo. Me he descargado gramáticas y textos del XVIII y XIX que antes tenía que pagar a precio de oro a las bibliotecas españolas, europeas y americanas. Bibliotecas como la Nacional de Francia ya tenían parte de sus fondos en sus colecciones digitales (o la Biblioteca de la Universidad de Nuevo León, por ejemplo), pero la BNE está a años luz, es cara, el acceso es difícil... y ya no hablemos de los archivos de la RAE, de la biblioteca de la RAH, ecétera, etcétera.
F.

Homo libris dijo...

Sí, lo cierto es que Google es una empresa envidiable respecto a lo emprendedora que resulta en los productos que lanza (hoy echaba un vistazo, por ejemplo, a su reconocimiento de imágenes en Google Goggles, y me maravilla, la verdad).

Google Books, sin duda alguna, facilita muchísimo el acceso a libros raros o difíciles de encontrar. ¿Que es un negocio? Sí, qué duda cabe. Pero es práctico, útil y ventajoso. Ahora bien, sigue dándome miedo este Gran Hermano que no cesamos de alimentar. Cual Skynet, ¿llegará a ser consciente de su existencia? :D

Un abrazo.