lunes, 15 de febrero de 2010

Mandatos

El sábado estuve en la Biblioteca Pública de Málaga para sacar unos libros que necesitaba para preparar un trabajo sobre Biogeografía. Como veréis, no se trata de títulos recientes, pero sí que guardaban en su interior pequeños "tesoros" como este:


¡Ay, si las bibliotecas recuperasen así el canon que se ven obligadas a pagar! ;)

14 comentarios:

Javier G. Pérez dijo...

"Cuídelo. Fórrelo. No lo manche. No raye las páginas.”
Estos ruegos para mí, son un acto de fe y devoción.
De la enciclopedia de Fauna Ibérica de Félix Rodríguez de La Fuente, ya he llevado a reparar dos tomos, cuyas tapas se rajaron por la sequedad. Pasar las hojas de los libros, se convierte en una acción de riesgo.
Saludos.

La Belle Dame Sans Merci dijo...

Yo forraba los libros de mi biblioteca que me cogía de préstamo, je, je, je. O lo cambiaba si estaba muy estropeado. Y aún, supongo que ya por tradición, tengo la manía de forrar con papel de revista los libros que me han prestado si salgo con ellos por ahí, para que no se estropeen. ^^
¡Un abrazooooo!

Eva dijo...

Yo recuerdo aún esas hojas pegadas en los libros, pero la verdad es que a mí no me había dado nunca por subrayar un libro, cómo cambian las cosas.

Isi dijo...

En mi biblioteca los forran cuando los compran y ya se prestan forraditos. Pero el/la que lo forra no tiene mucha experiencia, lo cual me ha llevado a decir muchas veces para mis adentros "ayyy si me contrataran a mí para forrarlos, lo bien que los dejaría" :D

¿¿1966?? eso lo puedes vender como reliquia!!!

Iraya Martín dijo...

En "mi" biblio me los dan todos forrados y si me mandan a forrarlos creo que les haría flaco favor xD

Por cierto que siempre que saco uno me encanta curiosear cuándo fue la última vez que alguien lo sacó ^^

Maribel dijo...

Hola Homolibris, creo que no vendría mal añadir estos consejos de nuevo, ¿que crees que pasaría?
Una curiosidad, recorrimos todas las librerías buscando un libro de literatura japonesa y cuando ibamos a tirar la toalla nos recomendaron la biblio, donde estaba, nuevecito, nosotros fuimos los primeros...(creo que el librero conocía al donante...)
un saludo, cuidaté, forraté bien de ropa con este frío, no te manches, y sobre todo, no te "rayes" con el trabajo...., cómo estamos, cómo estamos... ;-)

Anónimo dijo...

¡Qué bueno verte!
Ahora estaré mucho más ágil en los comentarios porque he aprendido a usar el RSS,ya era hora, ¿eh?
Por la letra impresa del libro me parece muchíiiiiiiisimo más viejo que 1966. A saber.
Los primeros que tienen que inculcar el cuidado de los libros son los profesores, que a veces, encargan trabajos prácticos y dejan que los niños peguen ilustraciones de libros que han mutilado. ¡Qué horror!
AD.

Homo libris dijo...

Javier, en efecto, esas órdenes son para los bibliófilos (para los Homo libris) verdaderos requerimientos internos: los asumimos desde el momento en que tenemos entre nuestras manos un libro. Cuida de esa enciclopedia, que es un verdadero tesoro. :)

Alienor, yo hacía otro tanto, eso cuando no me dedicaba a encolar los lomos arrancados y reparar las páginas estropeadas. Con ese trato da gusto saber que se puede prestar un libro.:)

Eva, con las pequeñas impresoras que hay instaladas hoy día en cualquier biblioteca se ha perdido casi por completo el ritual (que extrañamos algunos nostálgicos) del bibliotecario sellando con la fecha de devolución la ficha que iba inserta en ese "sobre" pegado al libro, jeje.

Isi, ¡está genial eso de que forren los libros antes de prestarlos! Lo único malo de los libros forrados es que tienden a pegarse entre sí (especialmente en verano y aquí en Andalucía). Yo también forro buena parte de mis libros para protegerlos un poco, sobre todo si van a venir conmigo a la calle.

Homo libris dijo...

Jo, Elwen, ¿allí también os los prestan forraldos? En Granada a lo que se llega es que muchísimos de los libros han sido vueltos a encuadernar en tapa dura. Hay mucho trasiego de lectores por allí y los libros suelen terminar bastante usados (que no maltratados, eso sólo ocurre en un pequeño aunque odioso número de ocasiones).

Lo de observar cuando lo sacaron por última vez también lo suelo hacer. Eso, y ver la progresión de préstamos en aquellos que llevan aún el sello con la fecha en la correspondiente ficha. Es tan curioso encontrar un libro que estuvo reposando en su estantería 6 ó 10 años antes de que lo sacaras tú como ver que cuando fue publicado la gente lo sacó cada 10 días y poco a poco el intervalo entre préstamo y préstamo se fue haciendo mayor.

Maribel, en ocasiones las bibliotecas públicas guardan verdaderos tesoros. Libros que son, como dices, difícilmente encontrables fuera. ¡Qué suerte que halláseis el libro finalmente! La literatura japonesa está al acecho, jeje.

Tengo una entrada cercana a ese tema, a ver si para la próxima semana hay suerte y la publico. En el trabajo el pico ha terminado en un altiplano así que, de momento, sigo con ello. Y "lo demás" ya lo veréis, porque estoy por hacer una entrada "IMM" como las de Elwen pero con algunos de los libritos que tengo pendientes. :D

¡Ánimo también vosotros con el trabajo, que sé que seguís con mucho lío! Eso sí, me corroe la curiosidad sobre determinados aspectos (imposibles de contar, me consta) del tuyo. :D

Ade, a mí también me alegra estar de nuevo por aquí, y poder seguiros (ahora sí) con mayor tranquilidad, aunque como le decía a Maribel de momento no podré a estar "como antes". El libro lo estuve mirando y es, en efecto, de 1965. De hecho, la grafía de muchas palabras, siendo de índole científica en una materia que por aquél entonces estaba en expansión (Biogeografía) sigue manteniendo en ese libro muchísimos calcos con las palabras inglesas, o fueron castellanizadas de forma distinta a como quedarían en el futuro y las conocemos. Una verdadera joyita, la verdad.

¡Un fortísimo abrazo!

loquemeahorro dijo...

Hombre, ya pedirle al usuario que lo forre él en casa, es un pelín de morro ¿no?
En "mi" biblioteca ya los dan casi todos forrados, pero desgraciadamente también dan algunos con agujeros, hojas sueltas...

lammermoor dijo...

Pues en las asturianas no los dan forrados. Y reconozco que aunque soy cuidadosa tampoco yo lo hago.
Sí que a veces, los reencuadernan en tapa dura, cuando están muy estropeados.
De los pecados del lector ya hablé.
Y aunque la informática nos facilita la vida (consultas el catálogo on-line, renuevas tus préstamos o reservas los libros) se ha perdido parte de la magia.
En una de las bibliotecas que visito (hoy estuve en ella) aún usan esas bolsitas recordatorio de fecha y en la que está la tarjeta amarilla. (Incluso tuve que firmar en mi tarjeta de usuaria)
Cada vez que sacaba un libro me gustaba ver cuanto había sido prestado y cual era la última fecha. ¡Cuando el libro apenas se había sacado o hacía mucho de ello, sentía como si lo estuviera rescatando!

@scen dijo...

No suelo ser usuaria de bibliotecas públicas, pero me parece terrible -aunque necesario, por lo visto- que te tengan que decir estas cosas.
En las raras ocasiones en que presto un libro he tenido que decidirme por prestarlo forrado. La última vez que presté uno sin forrarlo me lo devolvieron con manchas de cesped y cocacola: Se lo llevaron a la piscina a leerlo y como veréis no pusieron mucho cuidado.
Yo no suelo forrarlos cuando los leo: Utilizo las cubiertas tanto para protegerlos como, a veces, punto de lectura. Solo en ocasiones cuando las cubiertas son escesivamente oscuras y mates y en cuanto pones un dedo queda una huella que ya quisieran para sí los del CSI, me decido a forrarlos. Pero yo cuido muchísimo mis libros.
Los de los demás también y además esos sí los forro. Por si las moscas...
Un beso.

MJGF dijo...

Yo, sobre todo, uso la biblioteca de la Universidad. La verdad es que si saco manuales, respiro hondo antes de abrirlos. Pero, rara que soy, también saco muchos libros intonsos y esos me proporcionan un especial placer.
F

Homo libris dijo...

Loque, más que pedir al usuario que lo forre creo que hablábamos de forrarlo motu proprio los usuarios para evitar que se estropeasen. Si es que somos de civilizados… :)

Lammermoor, entonces en Asturias ocurre como con las andaluzas, jeje. Sí que hablaste sobre el tema en una entrada (quería enlazarla, pero como ando con tanto lío no me puse a buscarla, pero no quise abundar más en el tema porque ya lo habías hecho tú de forma magistral no quise pecar de repetitivo ;)). ¡Qué bonito lo de esa biblioteca que nos cuentas! A mí me ocurría lo mismo al sacar libros no prestados en mucho tiempo.

Ascen, desde luego que es terrible que se tenga que decir algo así, pero nunca está de más recordar que a los libros (y a cualquier cosa que es “de todos” hay que tratarla como si fuera propia, o mejor aún). Sobre los préstamos de libros, me aterran. Antes me negaba a prestar un libro. Con el tiempo fui suavizando esta costumbre, pero en ocasiones he llegado a arrepentirme de no haberla mantenido, la verdad. Muchas veces prefiero regalar a prestar, ciertamente.

Fulgida, con los manuales debe de ser terrorífico comprobar el uso que se da de ellos. Respecto a los intonsos, ¿cómo no disfrutar tremendamente al pasar sus páginas? :)

¡Un abrazote!