martes, 17 de agosto de 2010

Recuerdos entomológicos

Hay libros que, de intentar catalogarlos de algún modo, no podríamos encajar en la categoría de ficción porque los hechos narrados acaecieron en un momento determinado pero a su vez están narrados de forma tal que nos sumergen en su lectura de forma tal que podrían enfrentarse en un mano a mano o, mejor aún, enzarzarse en una batalla de palabras, con cualquier novela y no perecer en el intento de divertirnos y maravillarnos a un tiempo. Todo dependerá, por supuesto, del interés que despierte en nosotros aquello que nos es contado y del buen hacer del autor que, con tino, sepa encandilarnos con sus palabras. Libros que podrían encajar en lo expuesto podrían ser los de viajes, donde el autor nos lleva de la mano a lugares conocidos o apenas entrevistos o soñados, así como los que me llevan a escribir la entrada de hoy (rompiendo una vez más, no sé si con fortuna o no, esperemos que sí, la palabra dada). Se trata de libros en los que el autor desgrana algunas de sus vivencias pero que no son en modo alguno autobiográficos –o no necesariamente- sino que, de algún modo, nos transmite su pasión por un determinado asunto. Por ejemplo, podría citar (estos sí con cariz marcadamente biográfico) la trilogía de Corfú de Gerald Durrell (Mi familia y otros animales, Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses) o algunos de sus libros sobre andanzas naturalistas por el mundo, como Atrápame ese mono o Un zoológico en mi azotea, por nombrar siquiera un par de ellos. Otros libros de este tipo que hayan aparecido por el blog podrían ser El naturalista, de Edward O. Wilson, por ejemplo, o Entre hombres y pájaros. Andanzas de un naturalista, de Tito Narosky que, como podéis apreciar, comparten temática, algo que no extrañará en absoluto a quienes me conozcan un poco o hayan seguido las andanzas del personaje singular que protagoniza este, mi otro blog.


Hace unos días traía a Homo libris un fragmento de un libro que estoy disfrutando de lo lindo. No tendréis que hacer mucho esfuerzo para imaginar una calurosa tarde de verano (agosto, para más referencias, en el hemisferio norte) o una noche no mucho menos tórrida en la que sea complicado conciliar el sueño. Tendríais que verme entonces, departiendo con el padre Saz sobre la necesidad que tienen las avispas del género Eumenes (avispas alfareras) de construir las vasijas que albergarán a su progenie del modo en que lo hacen y que, precisamente, ilustra la fotografía superior, obtenida durante mi última visita a Granada poco antes de hacerme con el libro Costumbres de insectos observadas en plena naturaleza. Es más, como habría sido de esperar por la temática del libro, Eugenio Saz se inspiró para escribirlo en la monumental obra de Jean Henri Fabre, al que podríamos considerar padre de la entomología moderna, y que tantos y tan buenos ratos nos ha dado a los aficionados al estudio de los insectos, Souvenirs Entomologiques (Recuerdos entomológicos), del que cité un párrafo hace apenas unos días en Andanzas de un Trotalomas al recordármelo un vídeo que estuve viendo.

Sin embargo, nada tiene que ver Fabre en la búsqueda del libro del padre Saz. Fue simplemente por casualidad, buscando información sobre mirmecología (la rama de la entomología encargada del estudio de las hormigas) que me topé con una serie de comentarios sobre "curas y hormigas" o la relación entre los sacerdotes y el estudio de la naturaleza y, entre ellos, con un fragmento del segundo tomo de Costumbres de insectos observadas en plena naturaleza del que sencillamente me enamoré (lo reproduciré en una próxima entrada, porque creo que a más de uno le va a encantar). Busqué los libros por Internet (realmente compilaciones de artículos de la Revista Ibérica) y me encontré ante varias ediciones, generalmente incompletas, de los mismos. En una librería localicé los tres primeros pero, tras consultarles, resulta que no tenían el catálogo actualizado y los libros ya no se encontraban disponibles. Finalmente en otra encontré los dos primeros y me hice con ellos en su edición de 1930. Hay que leerlos prácticamente sobre un atril o apoyándolos en una superficie estable, con mimo y cuidado, lo que constituye una experiencia realmente singular de "bibliofilia entomológica", tratando a los libros como ejemplares de insectos que pudieran desmembrarse al menor descuido.

No termina aquí la cosa, ya que de Fabre poseo una edición de La vida de los insectos, una selección de artículos de sus Recuerdos entomológicos, tal y como fue traducida y editada aquí en España. Realmente constituye una serie de textos bastante pequeña respecto a la obra original del autor francés pero que fue uno de los libros que, ya en aquellos remotos tiempos de la E.G.B. despertó en mí la pasión por el estudio de los insectos (del sentimiento del naturalista no guardo memoria de su origen, parece que me acompañase desde siempre) y el comienzo de una particular afición al coleccionismo amateur que trajo por la calle de la amargura a mi sufriente madre durante algunos años. Pues bien, tras conseguir el libro de Saz y recuperar de la estantería el que poseía de Fabre me dediqué a buscar alguna que otra edición antigua (pues están descatalogados desde hace lustros) del resto de volúmenes de las selecciones de Recuerdos entomológicos y esta misma mañana llegaban a casa Costumbres de los insectos y Maravillas del instinto en los insectos, procedentes de un expurgo realizado en la Biblioteca Pública de Puebla de Montalbán, provincia de Toledo (una verdadera lástima para los fondos de la biblioteca y motivo de inmensa alegría para un servidor).


Para terminar con el cúmulo de casualidades, precisamente tenía pensado escribir una entrada en septiembre sobre insectos y literatura, y estos encuentros me están motivando aún más a “volver” y hacerlo, a ver qué os parece. Además, si os resulta de interés podría traer al blog algo más de información sobre J. H. Fabre, ya que sus obras van más allá del tratamiento científico de la entomología y tienen una visión verdaderamente poética del tema.

Sin más, me despido deseándoos una feliz lectura (y esperando, de paso, haber dado cumplida cuenta al comentario de Ascen en la anterior entrada y es que, si bien quería escribir esta, no sabía si publicarla aquí o en mis particulares Andanzas…).

12 comentarios:

Isi dijo...

Bueno, lo primero es que los insectos a partir de un cierto tamaño me producen pánico. En verano, en mi casa las ventanas se cierran a las 9 de la noche y no se vuelven a abrir hasta que haya luz solar suficiente que me certifique que no entrará ninguna polilla. La semana pasada se metió una abeja en mi mochila de los libros y cuando llegué a casa y la vi, casi se me para el corazón (va en serio) y tuve que sacar la mochila con el palo de la escoba hasta la terraza y esperar a que llegara mi caballero andante y la abriera y sacara a la abeja (si era con muerte, mejor!).

Pánico es pánico, tal cual, te lo prometo. A las arañas normales, a las patas largas, a los mosquitos patas largas, a los moscardones grandes...

Con esta introducción quiero decir que jamás leería un libro así. Bueno, quizás uno de esos de jerarquías de abejas y hormigas me suenan más interesantes pero, a ser posible, sin fotos ni dibujos que alteren a mi sensible estómago.

También te digo que si veo esas colmenas tan raras (en caso de no oir el zumbido) seguro que alargo la mano a ver qué son, sentenciando así mi propia muerte.

Pero en el fondo (...) me alegro de que hayas encontrado estos libros con los que estás disfruntando tanto, de verdad. Y si escirbes más entradas, prometo leerlas -con miedo, eso sí ;)-.

La Belle Dame Sans Merci dijo...

Bueno, esto no tiene nada que ver con insectos, pero tenía que decírtelo: anoche Manu y yo vimos el primer capítulo de Sherlock y, chico, ya somos super fans. ^^
¡Un besote!

Homo libris dijo...

Isi, no eres la única en tener fobia a los insectos y demás artrópodos. Desgraciadamente ha habido demasiada presión cultural que hace que, en general, se mire a estos pequeños seres con cierto nivel de reparo, cuando no de asco. Ciertamente son muy distintos a nosotros o a los demás vertebrados (especialmente a los mamíferos, que nos caen más cerca) pero cuando se les conoce bien caen genial, te lo aseguro, jeje.

Alienor, te digo únicamente una cosa: ¡lo sabía! :D Me constaba que os gustaría este nuevo y majo (majísimo para sus compañeros) Sherlock Holmes... Yo estoy deseando que Azote vea conmigo el primer capítulo para avanzar en los dos restantes. ¡Ah! ¿Y la música? ¿No os ha resultado especialmente... pegadiza?

Un besote.

Javier G. Pérez dijo...

A veces HL te metes unas carreras que no hay cristo que te alcance. Se ve que te pilla con ganas y, arrasas.
Dale a la entomología que estoy un poco desorientado y verde que, aunque hay un mundo mundísimo del tema, no deja de ser de gran curiosidad para los mortales como yo que no llegan a todo. Así que ánimo; adelántanos algo que, las guías valen un …

Saludos.

La Belle Dame Sans Merci dijo...

Seguro que a Azote le encanta, je, je. Jo, nosotros ya hemos visto los tres capítulos... ¡¡Y necesito más!! ;)
Oye, y mira qué gracia:

http://www.thescienceofdeduction.co.uk/

:D

¡Besotes!

Rubén D. Caviedes dijo...

Varias cosas:

Cosa 1. ¿Tiene usted otro blog? Quiero decir, ¿porqué no me he enterado hasta ahora? Y eso que, digo yo, me haya aparecido en su perfil de Blogger cuando haya entrado al mismo. Qué patinazo, amigo. Y para enmienda del mismo, o intento de, y un poco también para redimir mi despiste, sepa que su otro blog va derecho al blogroll del mío. A la voz de ya.

Cosa 2: mezclar literatura y ficción es de lo más molón que se puede hacer a la hora de juntar letras. Y cuando se hace desde la cosa técnico-biográfico-ensayístico-articulil, mucho más meritorio. Ergo mucho mejor. Me apunto sus sugerencias.

y cosa 3: bichos. Sí, molan. Yo hace poco pasé por una semana de amor a los insectos y me tragué todos los documentales que pude sobre el tema. Incluyendo aquellos sobre el tema-larva, el tema-primer plano del careto del insecto (que qué cosa tan desagradable, madre) y el tema-putrefacción. Que qué estómago. Sobre literatura y bichos, muy recomendable la saga de El Juego de Ender, de Orson Scott Card. Son los malos, pero luego los buenos. Muy recomentable. Y además, si se da usted prisa, puede marcarse el punto de yo-hablé-de-ello-antes-de-que-saliera-la-película, porque en Hollywood preparan la primera adaptación. En plan hala, ya sabe. Petardazo blockbuster y en 3D. Se lo puede imaginar.

Homo libris dijo...

Javier, es cierto que siempre he sido muy de impulsos… Un poco como el personaje que comentaba algo más arriba nuestra Belle dame (qué más quisiera yo), capaz de desplegar una actividad despilfarradora de energía en apenas un momento y permanecer encerrado en sí mismo durante semanas, je, je… La verdad es que ha bastado decir que no iba a aparecer en unas semanas para que todo me parezca digno de ser publicado y me vea con las ganas de hacerlo. De todas formas lo bueno ha pasado, el lunes me reincorporo al trabajo (parece que no, pero el tiempo sin ir por allí, aunque no he parado con los estudios, me ha cundido muchísimo para hacer otras cosillas) y ahora viene el último empujón del año. Pero en septiembre, cómo no, volveré si los hados y esta particular forma de ser mía no lo impide, jeje.

En cuanto a la entomología, esta mañana mismo lo comentaba con Alberto (el amigo asiduo a las andanzas trotalomescas): estos libros han supuesto un renacer de la afición, nunca desaparecida pero sí un poco dormida por la pérdida antaño de mi colección particular y por el devenir de la vida, que me hizo informático (al menos en apariencia). Sobre las guías de naturaleza es cierto que valen uno… si no los dos, que de 40 € no bajan, pero si estás interesado en una buena obra introductoria he localizado una que costaba eso 8 veces más barata. De hecho estoy esperando una copia y, si todo va bien y os interesa, os comento por dónde conseguirla.

Alienor, estoy seguro de que sí, el tema es conseguir algo de tiempo juntos en estas fechas… pero lo lograremos. Más le vale, eso sí, que yo estoy con el monazo de serie, jejejeje.

Oye, no me vas a creer, pero al oír hablar de la web en la serie pensé en si la habrían creado y tenía pendiente buscarla. Vi tu comentario el mismo jueves por la mañana, pero me iba para Granada (regresé esta mañana de nuevo) y no pude contestar. Está bastante curiosa, aunque espero que la doten de mayor contenido. Que, además, toca de lleno la criptografía, ese mundillo tan interesante que citaré, entomología de por medio (y a buen seguro sabrás a qué me refiero) dentro de unas semanitas. ;)

Homo libris dijo...

Muy señor mío, le respondo por partes, como tiene usted a bien preguntar.

Elemento primero: En efecto, tengo otro, y otro más… y si me apura, otros dos que por ahí andan, por el ciberespacio, pero ya fenecieron de hastío, al no tener réplicas por parte de lectores tan interesantes y entusiasmados como es su caso. El tercero en discordia (pues del segundo me consta que ya lo descubrió, y hablamos de ese “Andanzas de un Trotalomas”) es algo más mayor que estos dos, se llama “Lobosoft” y vino sufriendo durante casi 2 años ataques hackers repetidos de los que se fue defendiendo bastante bien hasta hace unos meses en los que el servicio de posting, recién cobrada la factura del año presente, decidió suspender la cuenta y no contestar más que un par de veces a mis correos, con faltas de ortografía y bastante “malafollá” (que luego parece que somos únicamente los granadinos quienes la tenemos) para no ofrecerme solución alguna, así que lo mudé a Blogger, me hice cargo del dominio y ando esperando a tener tiempo y ganas para restablecer el diseño que tuviera antaño y subir las imágenes a algún sitio adecuado para que vuelvan a verse. Menudo tocho le he metido sin comerlo ni beberlo, por cierto. Volviendo a lo del blog, la verdad es que alguna que otra vez lo había comentado por aquí ya que no oculto mis facetas más perversas y oscuras y simplemente me limito a dividir por temáticas para no cansar al personal que guste más de uno u otro tema. Para no mezclar churras con merinas, vaya.
Elemento segundo: diga usted que sí, que de esas mezcolanzas salen lo mismo unos refritos incomestibles como verdaderas exquisiteces. Esta en concreto tiene más de lo segundo que de lo primero y de ahí mi disfrute.

Elemento tercero: No me diga usted eso que yo, en mi afán resucitador del entomólogo que llevo dentro (estos días en Granada he encontrado mi antiguo cazamariposas y una lagrimilla de emoción se ha asomado a mis ojos recordando aquellos gloriosos safaris entomológicos por los alrededores de mi pueblo) he deglutido todo lo habido y por haber estos días, incluso las series sobre bichos del bueno de David Attenborough. Una gozada, oiga, con todos esos detalles y planos que usted detalla con primor. Tomo nota, por otro lado, del buen spoiler de una futura entrada que ha pergeñado usted desde su comentario. Me sumo a la recomendación de El juego de Ender (especialmente de ese título y del segundo de la saga, La voz de los muertos), todo un clásico de la ciencia ficción y de lo mejorcito del señor Scott Card, sin duda alguna. De la película algo había oído hablar, pero no era más que un rumor infundado. Ahora bien, por lo que usted nos cuenta parece que quieren que sea algo más que eso. Habrá que estar al tanto aunque me temo lo peor…

¡Un abrazo

Lectora dijo...

Entomología...no puedo evitarlo no, ahora resulta que le pongo la cara de Grissom cuando le leo.

Confieso que quitando la" Abeja Maya" nunca me ha interesado excesivamente la cuestión de los bichines, salvo quizás últimamente, donde vengo sospechando que la Humanidad está cambiando sus patrones de comportamiento y terminará reorganizándose de forma similar a alguno de nuestros más diminutos hermanos, no se bien cual, aunque sospecho que será similar al de las abejas.

De esos libros de los que usted habla hay unos cuantos en la biblioteca donde trabajo, hace un tiempo que los aparté para que la tropa estudiantil no destrozase con sus manazas lo que consideraban "libros del año catapúm" XD y ahí están en su limbo particular.
La verdad es que tienen su encanto, me alegra saber que despiertan el interés de alguien con lo bonitos que son.

Homo libris dijo...

Sonja, no es la primera vez que me lo dicen por estos lares, jejeje. Está visto que la entomología (especialmente, dentro de su vertiente aplicada, la forense) está más de moda que nunca.

Laa verdad es que llevaba bastante tiempo apartado del mundo "insectil", sin perder de todo el contacto pero también sin llevar a cabo una vida activa como la de antaño. Este curso aproveché para retomarlo mediante una asignatura relacionada con el tema y estas últimas semanas, con el descubrimiento/redescubrimiento de algunos libros lo estoy disfrutando de lo lindo.

Respecto a la organización de la Humanidad como insectos sociales no creo que esté muy desencaminada. Cada vez somos más y desarrollamos labores cotidianas de forma más autónoma. En su faceta meramente de organización social el comunismo (especialmente en Oriente) no se ha alejado demasiado de esa disposición, con sus luces y sus sombras (desafortunadamente, a mi parecer, estas últimas son mayoría). Pero algo así iremos viendo, qué duda cabe, para mayor gloria de la especie y menoscabo del individuo, me temo.

Finalmente, en cuanto a los libros antiguos, he de confesar que son mi pasión. En una biblioteca son los primeros que llaman mi atención y últimamente me dedico a buscar ediciones olvidadas de cuya lectura disfruto con todos los sentidos.

Un cordial saludo.

@scen dijo...

Me ha gustado esta frase: Hay que leerlos prácticamente sobre un atril ..., con mimo y cuidado, ... como ejemplares de insectos que pudieran desmembrarse al menor descuido.
Tengo un hermano biólogo que, durante sus estudios universitarios, nos llevaba a toda la familia a "cazar" insectos. Recuerdo como se fabricaba sus propios artilugios: cazamariposas especiales que le hacía mi madre, botes de cristal con ¿yeso? -no recuerdo bien- con un tubo en medio, por dónde introducía algún elemento adormecedor para evitar que los insectos cazados aletearan y se destrozaran, una mochila y un cinturón para colocar todos los aparejos, que le hizo mi madre... Ahora que me doy cuenta, no se fabricaba sus propios artilugios ¡se los hacían mi padre y mi madre!.
A pesar del interés tan grande por los insectos que mi hermano siempre quiso compartir con nosotros, yo coincido más bien con Isi.
Aunque reconozco que los documentales me resultan interesantes, creo que nunca leería un libro como los que presentas, a pesar de que la presentación es excepcional y haces que, mientras leo la reseña, me apetezca salir corriendo a buscarlo. Luego se me pasa.
Mi interés, como casi la mayoría de las personas -no soy demasiado original en esto-, se centra en los mamíferos. Y además de tamaño tipo gato o perro. Máximo, tamaño caballo. :)
Muy interesantes tus reseñas, transmiten amor por lo que haces (o estudias).
Un abrazo.

Homo libris dijo...

Ascen, mucho me temo que nuestra pasión entomológica no sea compartida por el común de los seres humanos, jejejeje. No sabes hasta qué punto me recuerda situaciones afines lo que nos cuentas de tu hermano, fabricándonos (y dejándonos ayudar) útiles para ayudarnos en nuestra afición. Así, es normal que unos terminen siendo “bichólogos” y otros deseando serlo, como es mi caso. :D

En cuanto a las preferencias en cuanto animales, bien cierto es que mamíferos de esas tallas son más entrañables como mascotas y más agradecidos en el trato cotidiano, aunque los minúsculos seres que llenan las páginas de este libro tienen fascinantes vidas que, a poco que las descubramos, nos fascinarán.

Un abrazo.