miércoles, 31 de agosto de 2011

Julio Edgar Baudelaire

No conozco a la mitad de ustedes, ni la mitad de lo que querría y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de ustedes merece.
Esto fue inesperado y bastante difícil. Se oyeron algunos aplausos aislados, pero la mayoría se quedó callada, tratando de descifrar las palabras de Bilbo y viendo si podía entenderlas como un cumplido.
En segundo lugar, para celebrar mi cumpleaños.
Aplausos nuevamente.
Tendría que decir: nuestro cumpleaños, pues es también el cumpleaños de mi sobrino y heredero Frodo. Hoy entra en la mayoría de edad y en posesión de la herencia.Se volvieron a escuchar algunos aplausos superficiales de los mayores y algunos gritos de «¡Frodo! ¡Frodo! ¡Viva el viejo Frodo!» de los más jóvenes. Los Sacovilla-Bolsón fruncieron el ceño y se preguntaron qué habría querido decir Bilbo con las palabras «posesión de la herencia».Juntos sumamos ciento cuarenta y cuatro años. El número de ustedes fue elegido para corresponder a este notable total, una gruesa, si se me permite la expresión. Ningún aplauso. Era ridículo. Muchos de los invitados, especialmente los Sacovilla-Bolsón se sintieron insultados, entendiendo que se los había invitado sólo para completar un número, como mercaderías en un paquete. Una gruesa, en efecto. ¡Qué expresión tan vulgar!
El fragmento que antecede a mis palabras es harto conocido; pertenece al comienzo de La Comunidad del Anillo, el primero de los libros que conforman la trilogía El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien. Hoy me vino a la cabeza cuando, al recordar que Baudelaire fallecía un 31 de agosto de 1867, me planteé escribir una breve entrada conmemorativa. Un rápido cálculo mental concluyó en la exclamación “¡Anda, una gruesa!” y en la asociación de ideas que me ha llevado a incluir las líneas que introducen la entrada.

La figura de Baudelaire siempre me pareció fascinante; por su obra, totalmente imprescindible, por ser el traductor de Edgar Allan Poe al francés y por su físico. Yo descubrí a Poe, sin saberlo, en la voz de Julio Cortázar, su más afamado traductor al castellano, y en él encontré también esa mirada extraña tan característica del francés como de los americanos. Sus miradas, distintas pero hipnóticas todas ellas, y los gatos, ya que estos últimos influyeron también en la vida de los tres escritores, constituyeron una obsesión para mí durante cierto tiempo, durante el cual en mi cabeza se fue forjando un cuento que nunca llegué a plasmar sobre el papel.


Hoy he recordado mi cuento, a Poe, Cortázar y Baudelaire. Y alzo mi copa de amontillado para brindar, siquiera de forma metafórica, por su memoria. Por la de todos ellos, que son uno solo en la mía.
Les Chats
Les amoureux fervents et les savants austères
Aiment également, dans leur mûre saison,
Les chats puissants et doux, orgueil de la maison,
Qui comme eux sont frileux et comme eux sédentaires.
Amis de la science et de la volupté
Ils cherchent le silence et l'horreur des ténèbres;
L'Erèbe les eût pris pour ses coursiers funèbres,
S'ils pouvaient au servage incliner leur fierté.
Ils prennent en songeant les nobles attitudes
Des grands sphinx allongés au fond des solitudes,
Qui semblent s'endormir dans un rêve sans fin;
Leurs reins féconds sont pleins d'étincelles magiques,
Et des parcelles d'or, ainsi qu'un sable fin,
Etoilent vaguement leurs prunelles mystiques.
— Charles Baudelaire
Los gatos
Los amantes fervientes y los sabios austeros
adoran por igual, en su estación madura,
al orgullo de casa, la fuerza y la dulzura
de los gatos, tal ellos sedentarios, frioleros.
Amigos de la ciencia y la sensualidad,
al horror de tinieblas y al silencio se guían;
los fúnebres corceles del Erebo serían,
si pudieran al látigo ceder su majestad.
Adoptan cuando sueñan las nobles actitudes
de alargadas esfinges, que en vastas latitudes
solitarias se duermen en un sueño inmutable;
Mágicas chispas yerguen sus espaldas tranquilas,
y partículas de oro, como arena agradable,
estrellan vagamente sus místicas pupilas.
— Charles Baudelaire

6 comentarios:

Lectora dijo...

Chin chin, no en vano Baudelaire dedica un capítulo al vino en sus flores del mal, uno de mis libros preferidos por cierto.

Encuentro que Poe y Baudelaire tienen cierta similitud en la fisonomía, amplias frentes pero escasez en el mentón, imaginación sin una voluntad que las guíe, otro que también se parece a Poe encuentro que es el pintor Dante Gabriel Rosseti, por desgracia todos ellos con cierta tendencia al desequilibrio.
A Cortázar lo veo diferente, mucho más terrenal, tendré que leer algo de él.

Último Íbero dijo...

En Poe se ve con suma claridad la importancia de que se haga con la traducción alguien no sólo capaz, sino también (y sobre todo), sensible a la misma esencia del autor en su lengua original. A fin de cuentas recae en él la fiabilidad del texto, del sentido y del objeto.

Poe era un autor que usaba la lengua inglesa de un modo bastante peculiar. Lograba que palabras normales, comunes, inteligibles, poco amenazadoras, se convirtiesen en artefactos al servicio de la bruma que, casi siempre, emanaba de sus textos. Leer en inglés cosas como La caída de la casa Husler, El cuervo o la terrible Muerte de la Máscara Roja me atrevo que nos introduce de un modo bastante tenebroso en un sentimiento distinto. Amenazador. Perverso.

¿Han logrado sus traductores trasladar eso a los otros idiomas? Las lenguas látinas (más cálidas en cierto modo) ¿consiguen atrapar esos tonos grises que emanan de los escritos de Poe? A mi juicio, no. Lo transforman, lo deslucen, lo asimilan de un modo que reduce, en cierto modo, el impacto original.

No digo que Poe no sea bueno "en español" pero sí que es distinto, profundamente distinto, extrañamente distinto. Sigue siendo bueno (o malo), sigue provocando algo especial en nuestro interior. Pero, en puridad, Poe se desdibuja a través de la traducción y, me temo, nos llega como a través de un velo transparente. Parece que lo percibimos todo pero ¡ay! perdemos algunos detalles.

Lectora dijo...

Supongo que tienes razón, yo en inglés no leo nada, pero "El cuervo" sí lo hice y tuve esa impresión que mencionas, incluso "nevermore" suena a graznido.

Último Íbero dijo...

Sonja, te recomiendo que escuches el disco del grupo The Alan Parsons Project llamado "Tales of Mystery and Imagination", homenajeando a Poe.

Homo libris dijo...

Sonja, es cierto que la fisonomía de Baudelaire y la de Poe es más tenebrosa, su mirada perdida más inquietante. Cortázar siempre me pareció no sé si más terrenal, como dices, pero sí mucho más afable.

Amandil, nuestro Último Íbero, estoy completamente contigo en cuanto dices. Aunque mi nivel de inglés da para entender lo que leo, admito que no es lo suficientemente bueno como para apreciar determinados matices en los textos literarios. Esto es algo que pretendo cambiar a partir de este año académico, ya que me gustaría leer muchos más textos literarios en inglés (actualmente sobre todo leo textos técnicos que no aportan precisamente sensibilidad alguna :)).

De cualquier modo, es cierto que las lenguas latinas son más cálidas y que resulta más complicado alcanzar el tono tenebroso, gris, de sus cuentos y poemas. Esto es algo que ocurre con las traducciones de muchos autores anglosajones (y de otras lenguas germánicas) al castellano. De cualquier forma, muchos de vosotros podéis aportar bastante más que yo a este respecto. :)

Por cierto, tomo nota de tu recomendación (conocía el disco de The Alan Parsons Project, pero lo recuerdo poco, de haberlo escuchado hace mucho) y os lanzo otra. El disco doble "The Raven" que publicase hace unos años Lou Reed.

Os dejo precisamente con la versión que incluye de "El cuervo".

Lou Reed - "The Raven".

Un abrazo.

Homo libris dijo...

¡Ah! Por cierto, olvidaba recomendaros una vieja entrada que dediqué a Poe en la que se incluye oooootra versión de "The Raven" leída en esta ocasión por Basil Rathbone (el mítico Sherlock Holmes del cine).

Es más que recomendable escuchar tanto la lectura de este poema como el resto que incluye el disco "The Edgar Allan Poe: the audio collection", una compilación de poemas leídos tanto por Rathbone como por Vincent Price. Un regalo para los oídos. :)

Un saludote.