En ocasiones abrir las páginas de un libro supone asomarse al precipicio, dejar entrar el horror y permitirnos el lujo de deleitarnos con ello. Algo así es lo que ocurre cuando comenzamos a leer Antichrista de Amélie Nothomb, uno de los últimos libros que he terminado. Como me ocurrió con Diario de Golondrina y, tal y como parece ser la tónica general de las obras de esta autora, el libro es muy breve. Su escritura fluida nos mete de lleno en la historia que nos narra hasta hacer que disfrutemos de su lectura como si de un relato se tratase: de una sentada y sin despegar las pestañas de las hojas que tenemos ante nosotros.
Antichrista es la pesadilla de cualquier adolescente, al menos de los que sean como Blanche, la jovencita de 16 años, tímida, apocada, aficionada a la lectura y con escaso don de gentes, que comprueba a su pesar el resultado que obtendrán sus intentos por entablar amistad con Christa, una chica de su edad que también comienza ese año sus estudios universitarios y que es su antítesis; atractiva, atrevida hasta llegar prácticamente al descaro, Christa es el centro de atención de sus compañeros y pronto lo será de los padres de Blanche. En cuanto esta última la invite a pasar la noche en casa, deseando evitarle el pesado trayecto en tren que la lleva cada mañana desde su pueblo hasta la ciudad donde cursa los estudios de políticas, descubrirá cuán fácil es quedar atrapada en una vorágine de autodestrucción. Christa desplazará a Blanche hasta robarle el cariño de los autores de sus días, tornándola en invisible —más aún de lo que ya era— a ojos de sus compañeros, familiares y amigos. Además, no desperdiciará en ningún momento la oportunidad de recordarle cuánto le debe y lo desagradecida que es ante sus “atenciones”.
En cierto modo, la historia me ha recordado la figura del famoso cuco. Los cucos depositan sus huevos en las nidadas de otros pajarillos que se encargarán de criar a su pollo en detrimento de los propios, bien porque nazca antes y arroje los huevos aún sin eclosionar de las avecillas parasitadas, bien porque por su tamaño y el irresistible encanto de su colorido pico se vean obligados a cebar sin límite al parásito, hasta dejar morir de hambre incluso a sus propios pollos. Christa es así, ofrece su mejor imagen ante quienes desea controlar y descubre su lado oscuro únicamente a aquellos que son más débiles y que nada pueden hacer para arrebatarle el control. Desgraciadamente, me temo, hay muchas Christas en la vida real, y si bien en esta novela la autora peca a mi parecer de cargar las tintas de maniqueísmo, lo cierto es que no deja de resultar entretenida y deja la puerta abierta a la reflexión.
Más que recomendable, pues, tal y como nos dijeron tiempo atrás Carol o Isi en sus blogs.
¡Feliz lectura!
Antichrista es la pesadilla de cualquier adolescente, al menos de los que sean como Blanche, la jovencita de 16 años, tímida, apocada, aficionada a la lectura y con escaso don de gentes, que comprueba a su pesar el resultado que obtendrán sus intentos por entablar amistad con Christa, una chica de su edad que también comienza ese año sus estudios universitarios y que es su antítesis; atractiva, atrevida hasta llegar prácticamente al descaro, Christa es el centro de atención de sus compañeros y pronto lo será de los padres de Blanche. En cuanto esta última la invite a pasar la noche en casa, deseando evitarle el pesado trayecto en tren que la lleva cada mañana desde su pueblo hasta la ciudad donde cursa los estudios de políticas, descubrirá cuán fácil es quedar atrapada en una vorágine de autodestrucción. Christa desplazará a Blanche hasta robarle el cariño de los autores de sus días, tornándola en invisible —más aún de lo que ya era— a ojos de sus compañeros, familiares y amigos. Además, no desperdiciará en ningún momento la oportunidad de recordarle cuánto le debe y lo desagradecida que es ante sus “atenciones”.
En cierto modo, la historia me ha recordado la figura del famoso cuco. Los cucos depositan sus huevos en las nidadas de otros pajarillos que se encargarán de criar a su pollo en detrimento de los propios, bien porque nazca antes y arroje los huevos aún sin eclosionar de las avecillas parasitadas, bien porque por su tamaño y el irresistible encanto de su colorido pico se vean obligados a cebar sin límite al parásito, hasta dejar morir de hambre incluso a sus propios pollos. Christa es así, ofrece su mejor imagen ante quienes desea controlar y descubre su lado oscuro únicamente a aquellos que son más débiles y que nada pueden hacer para arrebatarle el control. Desgraciadamente, me temo, hay muchas Christas en la vida real, y si bien en esta novela la autora peca a mi parecer de cargar las tintas de maniqueísmo, lo cierto es que no deja de resultar entretenida y deja la puerta abierta a la reflexión.
Más que recomendable, pues, tal y como nos dijeron tiempo atrás Carol o Isi en sus blogs.
¡Feliz lectura!
4 comentarios:
Pues yo espero que no haya muchos de estos bichejos (las Christas, no los cucos), recuerda a "Mujer blanca soltera busca" pero en versión adolescente.
Me gustó mucho, lo leí en nada de tiempo... aunque me puso de mala leche en algunos momentos! jejej
Besotes
En el colegio nos contaron la historia del cuco, y nos afectó muchísimo, tanto que todavía me acuerdo, y anda que no ha llovido.
Y en la vida, pues sí, alguno he conocido, la verdad.
Sonja, pues ahora que lo dices, es cierto. Un poco sí que recuerda una historia a la otra.
Esperemos que no haya demasiados aunque, como le ocurre a Loque, a algunos me he encontrado por el camino. Eso sí, la historia del cuco (y de los críalos) es bastante llamativa. :)
Shorby, es lo bueno que tienen los libros de esta mujer: que los devoras en una tarde, por lo que estoy viendo. A ver si leo alguna de sus primeras obras que, al parecer, son de mayor calidad.
¡Nos leemos!
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