miércoles, 20 de mayo de 2009

Pájaro de celda

Vivimos momentos aciagos en los que la luenga sombra de la crisis económica se cierne sobre nuestras cabezas mortales. Podría parecer predestinado, pero lo cierto es que me he acercado ahora y no antes a este libro, que llevaba reposando el sueño de los justos unos años, ya que lo adquirí en una librería de viejo, poco tiempo después de leer Matadero Cinco, del mismo autor –Kurt Vonnegut–, por recomendación de Azote Ortográfico, y que tras sucesivas mudanzas ha visto la luz en las baldas de mi estantería.
E incluso ahora, a la triste edad de sesenta y seis años, noto que aún me tiemblan las rodillas cuando encuentro a alguien que aún piensa que es posible que llegue el día en que habite la tierra una gran familia feliz y pacífica: la Familia del Hombre. Si me conociese ahora a mí mismo tal como era en Milnovecientos Treintaitrés, me desmayaría de respeto y de lástima.
Pájaro de celda narra las desventuras de Walter F. Starbuck, ex consejero de Nixon e implicado en los escándalos de Watergate. Tras abandonar sus ínfulas de comunista al ser nombrado Consejero de Juventud de Nixon, y siendo implicado de forma casual en el caso Watergate, Walter abandona la cárcel para reencontrarse casualmente con un antiguo amor de la adolescencia. Entretanto, nos contará su vida, el devenir de la Norteamérica desde algo antes de la mitad del siglo pasado hasta los años setenta, y todo tipo de tejemanejes políticos y sindicales en el nacimiento de los derechos de los obreros. Todo ello, eso sí, salpicado de las entrañables peripecias de personajes secundarios, familiares de Walter e historias de ciencia ficción escritas por Kilgore Trout, una caracterización-homenaje de Theodore Sturgeon (del que os recomiendo Los cristales soñadores), que ponen en relieve la calidad artística y moral de Kurt Vonnegut, nominado en dos ocasiones al Premio Nobel, aunque falleció sin que le fuese concedido tal galardón. Vonnegut, como autor de ciencia ficción, no tiene precio, ni tampoco parangón. Escribe sus novelas posmodernas con un estilo entrañable, divagando entre diversos temas que, finalmente, confluyen en un argumento sólido que elimina de un plumazo todo atisbo de incongruencia que, en principio, pudiera antojársenos.

Como apuntaba, el libro está plagado de citas memorables. Alguna de ellas viene dada por relatos del propio Kilgore Trout, y sin miedo a desvelaros nada en particular de la trama, os dejo algunos fragmentos de uno de sus cuentos, que me ha encantado, titulado Dormido en el cambio de vía. En él, Vonnegut, perdón, Trout, nos narra la llegada el periplo de Albert Einstein tras su defunción.
No podías entrar en el cielo hasta haber pasado por una revisión completa de lo bien que habías aprovechado las oportunidades financieras que Dios, por mediación de sus ángeles, te había ofrendado en la Tierra.
El relato en sí es un despropósito sobre la llegada de Einstein al cielo, y la narración de cómo pudo hacerse millonario (¡ay, el materialismo exacerbado!) y no aprovechó su momento.
Einstein podría haberse hecho multimillonario si hubiese puesto una segunda hipoteca sobre su casa de Berna, Suiza, en Milnovecientos Cinco y hubiese invertido dinero en depósitos de uranio antes de decirle al mundo que E=mc2.
El gran físico, un poco desganado, asiente ante el funcionario que tiene ante sí. En todo tienen razón, no ha aprovechado su momento, pero lo que más desea es descansar. Así las cosas, le dejan pasar al cielo, y lo hace con una única pertenencia: su querido violín. Sin embargo, estando allí comienza a encontrarse con almas muy afectadas por lo que les ha dicho el auditor, a la entrada del cielo. Le da por cavilar, y se dedica a formular una serie de cálculos.
Einstein calculaba que si todos los habitantes de la Tierra hubiesen aprovechado al máximo todas sus oportunidades, y se hubiesen hecho millonarios y luego multimillonarios, etcétera, la riqueza dineraria del pequeño planeta habría sido superior al valor de todos los minerales del universo en cosa de unos tres meses. Además, no quedaría nadie para hacer trabajo útil.
Einstein cree que los auditores están estafando a la gente, y dirige una carta a Dios pidiéndole audiencia. Éste no le recibe, pero a cambio le envía una notificación a través de un arcángel loco de remate diciéndole que si no dejaba las cosas estar, le quitaría el violín para toda la eternidad.
Así que Einstein nunca volvió a hablar con nadie de los auditores. Aquel violín significaba mucho para él.
El libro está plagado de historias similares: nos hacen reír, nos estremecen por su crueldad, máxime si tenemos en cuenta que Vonnegut está reflejando una realidad no muy distinta a la que realmente se vivía hace unos decenios entre la clase obrera americana (y no digamos la de otros países). Os lo recomiendo encarecidamente. Como otras obras de Vonnegut, está escrita con un estilo bastante peculiar, pero a poco que os hagáis con él, os encantará.

Por último, a la imagen del libro le acompaña el segundo en discordia: Obi-Wan (sí, es una frikada, ¿y?), otro de nuestros felix libris silvestris, con una gran afición al posado fotográfico, que no quería ser menos que su querido amigo Lupi.

9 comentarios:

Elwen dijo...

Ya te enseñaré yo a la fiera devoradora de libros que tengo por casa. Siempre anda husmeado por la estantería alguno de los de Pratchett

Homo libris dijo...

Jejeje, al menos tendrá buen sentido del humor, por los libros que gusta frecuentar ;)

¡A este paso, los bichejos se adueñan de nuestros blogs! :) ¡A ver esa fiera!

Saludos.

Azote ortográfico dijo...

He aquí a Obi-Wan, u Obito, para los amigos, demostrando su fotogenia y pasión por las cámaras de fotos. No he visto a un gato igual en mi vida.

Me alegra que te gustase esta propuesta de Vonnegut. Seguiremos investigando para proponer ejemplares a la altura de éste.

Saludos.

Homo libris dijo...

Bueno, también llamado Obituario (ya que no Mortuorio), y fiel compañero de Lupi en tanto no haga demasiado frío (momento que aprovecha para desaparecer cual gusano de arena de Arrakis bajo sábanas, mantas y trapos varios).

La verdad es que sí que me ha gustado, más incluso que Matadero Cinco (aunque no me vendría mal una relectura, ahora, de la novela). En fin, tengo bastantes cositas de Vonnegut por leer, así que de momento estudiaré si acompañar a Las sirenas de Titán, irme a las Galápagos o, aprovechando la fiebre felina, leer Cuna de gato ;) .

Anónimo dijo...

Bueno, si este gatito tuviera sus dos patitas delanteras debajo de la barbilla serían idénticos esos ojillos a los del gato de la película de Shrek cuando ha hecho alguna vagancia...y sinembargo, míralo aquí tan bien portado, tan majo dicen uds., pareciera que ha nacido para el modelaje...

He disfrutado mucho leyéndote, y aprendiendo sobre Vonnegut (huy, checo de nuevo haberlo escrito bien porque por ahí ronda el azote...;)). Es un autor que no conocía, y ya apunté en mi libreta que tengo aquí a un lado de mi computadora para ir anotando todos los libros maravillsos que quiero ir comprando.

¡Gracias!

Homo libris dijo...

¡Jajaja! ¿A que sí? Sí que se parece nuestro Obito al gato con botas de Shrek. Por cierto, no sé si lo viste, pero hay una entrada dedicada al padre literario del personaje.

Me alegra que te llamase la atención la obra de Vonnegut. Como decía, creo que al principio puede chocar un poco su estilo (y llegar incluso a preguntarnos qué se habrá fumado este hombre para escribir algo así), pero termina por resultar totalmente lúcido y encantador. Ya nos contarás tu impresión si terminas por leer alguno de sus libros.

¡Saludos!

Leox dijo...

Vonnegut un crack, yo lo tengo en unas viejas ediciones de Minotauro . Como no recordar matadero cinco, dios lo bendiga…. , las sirenas del titan.
Los cristales soñadores otro gran libros, el chico que comía hormigas y que se va de casa para viajar junto a un circo.

Vonnegut y Theodore Sturgeon , dos grandes que tuvieron que escribir en los nichos para demostrar su genialidad

Otra grande Fedric Brown.

Saludos

Anónimo dijo...

bueno ¡lo que aprendo visitando tu blog! desconocía a William Steig ¡gracias por presentármelo!

Por cierto, puse un enlace en mi blog hacia el tuyo, que me ha encantado.

¡Saludos!

Homo libris dijo...

@Leox: en efecto, Vonnegut es genial, todo un ejemplo de buena ciencia ficción, comprometida con la realidad y crítica respecto a los cánones establecidos. A Sturgeon lo leí hace lustros, tendría alrededor de 13 ó 14 años, y me gustaría retomarlo ahora, visto que Minotauro ha reeditado a un precio bastante asequible algunas de sus obras.

En cuanto a Fredric Brown, la verdad es que no leí nada de él. He estado buscando información en la Wikipedia, y leyendo algunas páginas sobre él y su obra, y he de decir que me ha interesado mucho lo que he descubierto, así que uno más para la lista de pendientes. ¡Gracias por la recomendación!

@Bibliobulímica: Me alegra que te haya gustado el descubrimiento de Steig. La verdad es que yo también desconocía que Shrek fuese un personaje literario, y más de este autor, que leí de niño. Sin embargo, en un afán de cazador de libros descatalogados, que me gustaron hace tiempo, conseguí finalmente hacerme con una copia de La isla de Abel y, de paso, aprender un poquito más sobre su autor, con la consiguiente sorpresa que quise compartir desde el blog.

Muchas gracias por el enlace, tanto éste como el gusto por haber conocido una bitácora con buen gusto literario (y es que Firmin, como decimos por aquí, es un crack ;) ) son recíprocos.

¡Saludos!