martes, 26 de mayo de 2009

Por favor, ¿me presta su toalla?

Ayer se celebró el Día del Orgullo Friki y, por ende, el excelso Día de la Toalla. ¿De qué estoy hablando? Bueno, os pongo en antecedentes.
[…] una toalla es el objeto de mayor utilidad que puede poseer un autoestopista interestelar. En parte, tiene un gran valor práctico: uno puede envolverse en ella para calentarse mientras viaja por las lunas frías de Jaglan Beta; se puede tumbar uno en ella en las refulgentes playas de arena marmórea de Santraginus V, mientras aspira los vapores del mar embriagador; se puede uno tapar con ella mientras duerme bajo las estrellas que arrojan un brillo tan purpúreo sobre el desierto de Kakrafun; se puede usar como vela en una balsa diminuta para navegar por el profundo y lento río Moth; mojada, se puede emplear en la lucha cuerpo a cuerpo; envuelta alrededor de la cabeza, sirve para protegerse de las emanaciones nocivas o para evitar la mirada de la Voraz Bestia Bugblatter de Traal (animal sorprendentemente estúpido, supone que si uno no puede verlo, él tampoco lo ve a uno; es tonto como un cepillo, pero voraz, muy voraz); se puede agitar la toalla en situaciones de peligro como señal de emergencia, y, por supuesto, se puede secar uno con ella si es que aún está lo suficientemente limpia.
El fragmento pertenece a la Guía del Autoestopista Galáctico, un hilarante libro de Douglas Adams que tuvo su origen en una serie radiofónica del mismo autor, y que terminó siendo trasladada a la literatura tiempo después en una “trilogía de cinco libros”, transformada en película; llegó incluso llegó a convertirse en un juego de ordenador (una aventura conversacional o ficción interactiva, algún día hablaré sobre ellas).

La historia se inicia cuando a Arthur Dent intentan expropiarle la casa para derribarla. El Gobierno ha proyectado construir una autopista que pasa justo sobre la casa de Arthur, y cuando éste intenta evitar el derribo tumbándose frente a la máquina excavadora, recibe la visita de su amigo Ford Prefect, que en realidad es un extraterrestre perteneciente a un pequeño planeta en la órbita de la estrella Betelgeuse, y que le insta a animarse bebiendo su última pinta de cerveza: al fin y al cabo, lo que va a ocurrirle a su casa es una nimiedad en comparación con el destino que le espera a la Tierra; situada en medio del trazado de una nueva autopista intergaláctica, los Vogones, constructores del espacio, van a destruirla en breve. Así que tomando su toalla y pocos adminículos más, Arthur Dent parte al espacio exterior en compañía de Ford Prefect y de la insustituible Guía Intergaláctica, compendio del saber de todos los planetas del Universo.

Los libros de Adams son ciertamente surrealistas, críticos como ellos solos y realmente divertidos. Os los recomiendo encarecidamente. Anagrama los tiene en su catálogo editorial, y de hecho está reeditándolos dentro de la colección Compactos a un precio interesante (aunque con una calidad de encuadernado ligeramente inferior al de la edición anterior). Algunos blogs tienen incluso enlaces para su descarga, por si queréis echarles un vistazo antes.

En cuanto al Día de la Toalla, con el que comenzaba la entrada de hoy, se celebra dos semanas después de la fecha de la defunción de Adams, el 11 de mayo de 2001, y constituye un homenaje a su memoria. Todo esto que os cuento tiene un interés mayor al poder anunciaros que cuento con una particular versión de la Guía. Me la regaló ayer mi querida, maravillosa, magnánima e incomparable pareja (creo que hago bien en mencionarlo, so pena de sufrir una tanda de azotes en los comentarios… que no, que en el fondo es muy buena ;) ).


¡Sí! ¡Un Papyre!

Ya os iré contando mis impresiones al respecto, aunque de momento he de admitir que me encanta cómo se ven las letritas en el cacharro este. ¡Qué ilusión!

Pronto… más. ;)

6 comentarios:

lammermoor dijo...

¡Así que te pasas al e-book! Supongo que tu parte informática tuvo mucho que ver.¡Ya nos contarás que tal las e-experiencias lectoras!

Homo libris dijo...

¡Muy buenas!

En efecto, entre lo bien que se lee en el dispositivo, y lo bueno que he leído sobre el mismo (entre otras cosas, cómo "cacharrear" con el mismo cambiando el software, instalando un nuevo firmware y florituras varias... veremos a ver cuánto dura sin hacerle ningún estropicio.

En cualquier caso, no abandono a nuestros pequeños amigos de papel... ¡Eso nunca! :)

Ya os iré contando sobre la experiencia.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Haces muy bien en presumir con tanto encanto tu regalo, que eso seguramente gana puntos para que el siguiente sea tan espectacular o mejor ;)

Y además, admiro como pudiste meter el tema del autoestopista intergaláctico en medio...jajaja

Felicidades y como dice Lammermoor ¡ya nos contarás tus experiencias leyendo desde un libro electrónico!

Isi dijo...

Qué divertido suena el libro! Me ha encantado! Me parece que lo leeré.

Y menuda envidia con tu ereader! Ayy, yo también me pasaré... en el futuro. Todos los libros que quieras en tu mano.... ayyy qué maravilla. tu pareja te quiere, no hay duda!

Elwen dijo...

Sabía yo que no iba muy desencaminada. La verdad es que de momento solo he jugado con el Book Designer y el Photoshop (para los mangas) pero no sabía que modificar el firmware me pudiera aportar alguna ventaja.

Espero que nos cuentes más pronto :P

Ladynere dijo...

vaya, yo había estado cotilleando los Papyre, porque me tienta mucho comprarme uno... ya irás comentando a ver cómo funciona ;)