lunes, 26 de octubre de 2009

El hábito no hace al monje... pero sí al pueblo.

Marvin Harris fue el principal adalid del materialismo cultural y, como tal, muchas de sus obras de divulgación antropológica tienen precisamente ese enfoque, buscando explicar mediante las condiciones materiales en las que vive una sociedad los patrones culturales y de organización que las caractericen. Es el caso de Vacas, cerdos, guerras y brujas, una obra que llamó mi atención hace un tiempo, y con la que pude hacerme un par de semanas atrás. En ella, Harris hilvana una serie de reflexiones antropológicas que nos llevan desde la India y su amor por las vacas hasta nuestros días (realmente, hasta los años setenta del pasado siglo, fecha en la que fue escrita la obra, aunque a todos los efectos sus reflexiones permanecen aún vigentes a día de hoy) , donde se está dando una explosión de nuevas tendencias espirituales e impera capitalismo a nivel global.

Comienza Harris, como decía, explicando el amor de los hindúes por las vacas. Es una adoración, indica el autor, que va más allá de la religión o de la irracionalidad. Que las vacas campen a sus anchas por campos y ciudades puede parecernos, a los países occidentales, una locura. Que ante las carencias alimentarias que padece buena parte de la población no se haga uso de su carne, un suicidio. Aunque no viene al caso, precisamente estos días aparece la noticia de la colisión de dos trenes, uno de los cuales había alterado su horario por haberse encontrado con una vaca pastando en la vía. ¿Qué podría justificar que las vacas sigan gozando de los mencionados privilegios? Aunque Harris abunda en el tema, explicando cómo se alimentan las vacas que parecen abandonadas, o la dependencia que tienen sus propietarios de las mismas, aquí dejaré una reflexión que puede extrapolarse al consumo cárnico a nivel mundial, y a la insolidaridad a que se traduce cuando hablamos ya no de un mismo país, sino de las relaciones entre países pobres y ricos:
Desde el punto de vista de la economía agrícola de Occidente, parece irracional que la India no disponga de una industria de envasar carne. Pero el potencial real de esta industria en un país como la India es muy limitado. Un incremento sustancial en la producción de carne de vaca forzaría el ecosistema entero, no por el amor a las vacas, sino por las leyes de la termodinámica. En cualquier cadena alimentaria la interposición de eslabones animales adicionales provoca un fuerte descenso en la eficiencia de la producción de alimentos. El vapor calórico de lo que ha comido un animal siempre es mucho mayor que el valor calórico de su cuerpo. Esto significa que hay más calorías disponibles per capita cuando la población humana consume directamente el alimento de las plantas que cuando lo utiliza para alimentar a animales domesticados.
[…]
El nivel de vida superior que poseen las naciones industrializadas no es consecuencia de una mayor eficiencia productiva, sino de un aumento muy fuerte en la cantidad de energía disponible por persona. En 1970 Estados Unidos consumió el equivalente energético a 12 toneladas de carbón por habitante, mientras que la cifra correspondiente a la India era la quinta parte de una tonelada por habitante.
De hecho, bastante más adelante el autor concluirá que
Durante los primeros años del capitalismo, se confería el mayor prestigio a los que eran más ricos pero vivían más frugalmente. Más adelante, cuando sus fortunas se hicieron más seguras, la clase alta capitalista recurrió al consumismo y despilfarro conspicuos en gran escala para impresionar a sus rivales. Construían grandes mansiones, se vestían con elegancia exclusiva, se adornaban con joyas enormes y hablaban con desprecio de las masas empobrecidas. Entretanto, las clases media y baja continuaban asignando el mayor prestigio a los que trabajaban más, gastaban menos y se oponían con sobriedad a cualquier forma de consumo y despilfarro conspicuos. Pero como el crecimiento de la capacidad industrial comenzaba a saturar el mercado de los consumidores, había que desarraigar a las clases media y baja de sus hábitos vulgares. La publicidad y los medios de comunicación de masas aunaron sus fuerzas para inducir a las clases media y baja a dejar de ahorrar y a comprar, consumir, despilfarrar o gastar cantidades de bienes y servicios cada vez mayores. De ahí que los buscadores de estatus de la clase media confirieran el prestigio más alto al consumidor más importante y más conspicuo.
Del amor por las vacas pasamos al odio y amor por los cerdos, relaciones que el autor basa también en el mantenimiento del equilibrio ecológico de las poblaciones humanas con su entorno. Todos conocemos la prohibición del consumo de cerdo entre musulmanes y judíos, sociedades que han vivido tradicionalmente en entornos donde el agua es un bien escaso y las altas temperaturas suponen un grave impedimento para la cría del cerdo, un animal asociado desde siempre al bosque y a climas más húmedos. Sin embargo, en algunas islas de Nueva Guinea o Melanesia se le rinde culto, y es el motor de las guerras entre poblados. Estas guerras primitivas son, según el antropólogo, el precio que han de pagar estas poblaciones ante el aumento de hijos varones en las familias. Se entra así en una espiral que provoca infanticidios, directos o indirectos, que desembocan en un incremento de la población masculina y, nuevamente, en la guerra.

El estudio de la guerra primitiva nos lleva a la conclusión, dice el autor, de que la guerra ha formado parte de una estrategia adaptativa vinculada a condiciones tecnológicas, demográficas y ecológicas específicas. No es necesario invocar imaginarios instintos criminales o motivos inescrutables o caprichosos para comprender por qué los combates armados han sido tan corrientes en la historia de la humanidad. Por ello, no cabe sino esperar que ahora cuando la humanidad tiene mucho más que perder de lo que posiblemente pueda ganar con la guerra, otros medios de resolver los conflictos entre grupos la reemplazarán.

Esta violencia primitiva y su relación con los mesías de la guerra son aspectos estudiados por Harris en los siguientes capítulos del libro. Plantea aquí cómo estos mensajes mesiánicos han llegado hasta nuestros días en la figura de personajes de gran relevancia (caso de Lenin o Hitler), donde han sido capaces de movilizar a grandes cantidades de personas bajo la promesa de un futuro ilimitado de grandeza respecto a otros pueblos. Son los elegidos para llevar a cabo el cambio hacia un mundo que, estiman ellos, será mejor.

Junto a los mesías de guerra, y como forma de control de la población, encontramos la figura mítica de la bruja y, por ende, de los cazadores de aquellas. El importante crecimiento de los procesos de brujería durante la edad media vino determinada por la aparición de brotes de rechazo al poder establecido.
Sugiero que la mejor manera de comprender la causa de la manía de las brujas es examinar sus resultados terrenales en lugar de sus intenciones celestiales. El resultado principal del sistema de caza de brujas (aparte de los cuerpos carbonizados) consistió en que los pobres llegaron a creer que eran víctimas de brujas y diablos en vez de príncipes y papas. ¿Hizo agua vuestro techo, abortó vuestra vaca, se secó vuestra avena, se agrió vuestro vino, tuvisteis dolores de cabeza, falleció vuestro hijo? La culpa era de un vecino, de ese que rompió vuestra cerca, os debía dinero o deseaba vuestra tierra, de un vecino convertido en bruja. ¿Aumentó el precio del pan, se elevaron los impuestos, disminuyeron los salarios, escaseaban los puestos de trabajo? Obra de las brujas. ¿La peste y el hambre destruyen una tercera parte de los habitantes de cada aldea y ciudad? La audacia de las diabólicas e infernales brujas no conocía límites. La Iglesia y el Estado montaron una denodada campaña contra los enemigos fantasmas del pueblo. Las autoridades no regatearon esfuerzo alguno para combatir este mal, y tanto los ricos como los pobres podían dar las gracias por el tesón y el valor desplegados en la batalla.

El significado práctico de la manía de las brujas consistió, así, en desplazar la responsabilidad de la crisis de la sociedad medieval tardía desde la Iglesia y el Estado hacia los demonios imaginarios con forma humana. Preocupadas por las actividades fantásticas de estos demonios, las masas depauperadas, alienadas, enloquecidas, atribuyeron sus males al desenfreno del Diablo en vez de a la corrupción del clero y la rapacidad de la nobleza. La Iglesia y el Estado no sólo se libraron de toda inculpación, sino que se convirtieron en elementos indispensables.
Marvin Harris y su materialismo cultural sufrieron en su día duras críticas por parte de otros antropólogos, al presentar sus teorías un excesivo alineamiento con el determinismo y la consiguiente disolución del individuo dentro de la sociedad, pero el presente resulta un libro de lo más interesante, que invita a la reflexión en torno a aspectos culturales que suelen darse por hechos, o para los que no se busca una explicación que vaya más allá de nuestra propia visión parcial de aquellos.

La imagen de la vaca es propiedad de Karen T. Harrison, y está tomada de la web enlazada.

22 comentarios:

Último Íbero dijo...

Desde mi punto de vista, Marvin Harris adolece de dos puntos débiles (pero hablo como historiador y no como antropólogo):

- En la línea del materialismo histórico carga las tintas sobre la alienación de las masas, la guerra por el control de los recursos y la lucha de clases, como explicaciones perpetuas sobre los acontecimientos relacionados con la humanidad.

- En muchas ocasiones sus libros parecen un cuenteo de calorías. Se podría decir que, desde su perspectiva, el verdadero motor de la Historia es la caloría.

Como antropólogo prefiero a Nigel Barley, al menos señalaba como motor humano la sexualidad. Quizá tampoco esté en lo cierto pero, al menos, es mucho más divertido.

Eso sí, cuando harris no se mete a postular sobre lo malos que somos en occidente y lo buenos que son en tal isla perdida o en tal lugar de Asia, es bastante ameno y descubre muchas cosillas que dan que pensar.

Homo libris dijo...

En efecto, en el primero de los dos puntos que indicas es uno de los más controvertidos del materialismo histórico y, en particular, de la obra de Marvin Harris. No cabe duda de que tras nuestra particular incapacidad de reprimir la guerra se encuentra una lucha intraespecífica por los recursos, pero en ese cúmulo de calorías (o de dispersión sexual, de Barley) que también reseñas no subyacen todas las motivaciones del hombre. Somos animales, por más que muchos psicólogos quieran obviarlo (volvemos aquí al tira y afloja que existió entre aquellos y los etólogos desde que se instauró esta última disciplina científica), pero la complejidad de nuestros comportamientos va más allá del mero instinto.

La verdad es que si creyese en el determinismo que plasma en su obra, posiblemente no habría creado ese otro blog que ha aparecido por aquí de cuando en cuando, o me centraría con toda probabilidad en las salidas al campo y lo que disfruté allí, jeje. En cualquier caso, tampoco todos nuestros actos pueden explicarse por la educación, y es cierto que tras muchos de ellos se encuentran motivaciones que se pierden en el pasado de nuestra especie. Estemos en occidente, o en esa perdida e idílica isla (donde Harris parece dar la razón a Rousseau amparándose en los “cándidos salvajes”).

Saludos.

Isi dijo...

Me encantan este tipo de lecturas que te dan tanto que pensar sobre las costumbres y su por qué de diferentes culturas de nuestro planeta.
Lo de los cerdos ya lo sabía; nos lo contaron en la facultad. Era un animal que precisaba de muchos recursos, y muchos además que coinciden con los que necesitaba el hombre y por eso se prohibió en zonas más desfavorecidas en cuanto a recursos. Ahora, lo que no entiendo es por qué aquí no los comen ;)

Me ha encantado la teoría del consumismo, ese afán por mantenerse en una clase para poder despreciar a las que estén por debajo. Y realmente es así. Por poner un ejemplo (si se me permite): las señoras que tengo en la gimnasia de las mañanas se tragan todos los programas del corazón y de adelgazar que pueden -y más- y se tragan también todos los anuncios que les prometen maravillas para la celulitis. Pues bien, deben de anunciar por la tele (yo ya sabéis que hace mucho que no la tengo operativa) la máquina vibradora para adelgazar y mis señoras, a pesar de montarse todos los días y ver que no obtienen resultados, siguen en sus trece de que "algo hará, porque lo dicen en la tele", y ahí se gastan el dinero tan contentas. Muy triste.
Como eso, todo. Supongo.

Había visto tu entrada por la mañana, pero no me había dado tiempo a leerla :))

Isi dijo...

¡¡Hala!! me parezco a tí escribiendo comentarios (jijijijiji)

La Belle Dame Sans Merci dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
La Belle Dame Sans Merci dijo...

He leído varios libros de Marvis Harris y, aunque me han resultado muy entretenidos, coincido plenamente con Último Íbero en su apunte. Así que, como él se ha explicado muy bien, para qué repetir lo mismo. ^^ A mí, de hecho, también me gusta más Barley. Y, si hay que añadir a otro autor que ha rozado el estudio de la humanidad a medio camino entre la historia y la antropología, os recomiendo fervientemente a Jared Diamond, autor de obras como "Armas, gérmenes y acero" y "Colapso". Una maravilla. Y muy divertido también. ^^

¡Un abrazote a los dos!

Isi dijo...

Jope ¡qué versados sois en todos los temas, madre mía!
Voy a darme un collejón.

Último Íbero dijo...

Isi, ni mucho menos. Ha coincidido que leí tiempo atrás varias cosas de Marvin Harris y de Nigel Barley. Pero como buen historiador (que fui), la Antropología me parece una ciencia auxiliar de la historiografía y no la canalización científica de un método correcto de explicar la Historia.

En otras palabras, que cuando un antropólogo se mete a historiador suele patinar por un lado u otro.

Eso sí, cuando te topas con alguno que sabe "divulgar" entonces la lectura suele ser muy amena.

Homo libris dijo...

Isi, en efecto, lo interesante de estos libros es que ofrecen un acercamiento (que para nada ha de ser único) a diversas culturas.

La eficiencia energética del cerdo (y de su escasa adaptabilidad a ambientes demasiado secos y rigurosos) es un claro aspecto limitador de su desarrollo en los territorios donde se formaron las religiones mencionadas. El no consumirlo en otros lugares ha de venir más determinado por el propio tabú, que no ha sufrido cambios a lo largo del tiempo que por otros motivos.

En cuanto al consumismo, no te falta razón. Vivimos en un mundo en el que cuenta la apariencia (de las personas, de las cosas) antes que la propia esencia. Lo que nos venden es lo que vale, más allá de dónde viene o de su propia efectividad.

Jajajaja, así que te pareces a mí escribiendo comentarios, ¿eh? Ya verás el próximo que dejaré por tu blog… :P

Alienor, tal y como decís nuestros dos historiadores preferidos ;) Harris escribe libros divulgativos de lo más entretenidos, aunque ciertamente adolece de una visión bastante parcial de la Historia y la cultura, centrándose siempre en el materialismo cultural como forma de explicar el devenir de los acontecimientos. Suscribo tu recomendación de Jared Diamond (precisamente Armas, gérmenes y acero es una de las lecturas complementarias de una de las asignaturas que tengo este año, así que llevo trabajo adelantado), y a las lecturas que recomiendas añadiría Por qué es divertido el sexo: la evolución de la sexualidad humana, aunque su temática está ligeramente apartada de los otros dos títulos.

A mí me encanta la Antropología, especialmente en su vertiente biológica (la cabra tira al monte), y la Paleoantropología, pero últimamente me está interesando cada vez más la cultural… algún día reflexionaré un poco en torno a esto.

¡Abrazos para todos!

Isi dijo...

Ultimo Ibero: es que me parece alucinante la de escritores que conocéis (bueno, aquí voy a excluir a Alienor, porque trabaja en una librería, y eso no vale jajaja), sean de novelas, ensayistas, sean antropólogos, o de cualquier otra rama. Y yo a verlas venir ;)

Homo libris: he estado pensando a raíz de recordarnos que estabas empezando una carrera por la UNED, que es una pena que los exámenes sean de test, porque anda que no gozarías tú con respuestas largas!! :D

La Belle Dame Sans Merci dijo...

"Por qué es divertido el sexo" lo tengo en mi lista para leer desde hace no sé cuánto tiempo. Pero si es Diamond, hay que leérselo. XD
"Armas, gérmenes y acero" y "Colapso" me parecen dos libros tremendos, de esos que encima son como un comodín que siempre utilizas cuando llegan cumpleaños de amigos, etc. ¡Ja, ja, ja! XD

Isi: Pues menos mal que no conoces a Último Íbero en persona. No sólo es culto (de ahí que yo me sienta muy honrada por todo lo que dijo de mi blog en el suyo hace poco) sino que, además, es una de las personas más divertidas y carismáticas que conozco. Como siempre se ha dicho en la STE, es capaz de contarte cómo bajó a comprar el pan y parecerte la aventura más fascinante jamás contada. XDDDDDDDDDDDD

¡Un abrazo a los tres!

Homo libris dijo...

Isi, no te creas, que me beneficia que las preguntas sean tipo test, o respuestas cortas (que es otro de los tipos de exámenes que tienes en la UNED, con un espacio limitadísimo para la respuesta). Vosotros me leéis a través de una pantalla, pero os aseguro que descifrar mi letra es una labor capaz de hartar hasta al más paciente de los profesores… así que si sumas una respuesta larga a esa letra, creo que ni leerían mis respuestas, jejeje.

Alienor, de Diamond había leído anteriormente El tercer chimpancé: origen y futuro del animal humano y Por qué es divertido el sexo…, además de algunos de sus trabajos sobre biogeografía (destaca, como E. O. Wilson y MacArthur en el estudio de los espacios insulares, que son apasionantes por ser verdaderos laboratorios naturales sobre la distribución y evolución de los seres vivos).

La verdad es que esta familia “blogueril” crece y crece, y apetecería que no quedase en lo virtual… Como sigan así las cosas, nos veo proponiendo una insigne reunión de Blogs&Beers en algún recóndito paraje de la geografía mundial. :D

¡Un abrazo!

loquemeahorro dijo...

Llevo dos días intentando leerme esta entrada pero por aquello del alti-bajos del trabajo , más alti que bajos (que dijo un sabio), no consigo pasar de la mitad.
Los elementos están en mi contra y las bdd del mundo también, tú me entiendes compañero!!!!

La Belle Dame Sans Merci dijo...

¡Anda que no molaría un blogs&beers, ja, ja, ja!

Por cierto: "no me mates con tomate..." que diría la canción, pero me acabo de acordar de un libro de antropología sobre brujería que es un pasote. Se llama "Brujería, hechicería, rumores y habladurías" y es de un matrimonio de antropólogos, Pamela J. Stewart y Andrew Strathern. Creo que lo editaba Akal y estaba muy bien, porque no sólo se centraba en el estudio de la brujería, sino que también lo hacía en el de las habladurías y rumores, desde Europa pasando por África, Asia... Super chulo. :)

¡Un abrazo!

Javier G. Pérez dijo...

Hola Homo libris.
Yo de momento, leo las entradas que no es poco. Es que, con tanta cita me bloqueo.

Lo que más me llama la atención del no va más de la hipocresía de occidente es: criticar bajo los poderes de la opulencia, el culto a las vacas sagradas, interpretándolo cómo un ejercicio de hambre voluntario practicado en ese país. Mientras aquí, nos deleitamos con nuestra megalomanía todopoderosa, agradeciéndonos con prepotencia tan ilustre capacidad de consumir aprovechándolo todo, incluso, por la mera capacidad de disponer de ello fácilmente.
Nosotros,ignorantes mortales, también idolatramos a la vaca sagrada, salvo que la nuestra, es de oro y ésta, a diferencia de las hebívoras, es tan voraz cómo Saturno.
Saludos.

Homo libris dijo...

Loquemeahorro, ¿es un problema de MySQL, Oracle o SQL Server? Las demás ,como si no existieran. Aunque últimamente, y para temas propios, me encanta la SQLite. :D No te preocupes, que te entiendo (más que) bien. (Yo llevo también unos diítas…) ¡Ánimo, y a por ello!

Alienor, ¿a que sí? Habrá que proponerlo, de aquí a un tiempo. Tal vez en algún lugar equidistante (o más bien accesible para todo el mundo), o de particular interés. Todo llegará… :)

Vaya, ¡otra recomendación! ¡Qué extraño, viniendo de ti! :P ¡Jajajaja! ¡Me la anoto, sin duda! ¡Muchas gracias, apañada!

Javier, bueno, no te preocupes que no suelo citar en demasía, aunque en esta entrada me he pasado un poco, jejeje. Coincido contigo en lo hipócrita de una sociedad que cuestiona la actuación de los otros, en tanto las relaciones que mantienen sus miembros, y las de aquella misma con otras sociedades, son por lo demás cuestionables y basadas, en muchos casos, en la dominancia. ¿Conseguiremos ser algún día tanto menos necios cuanto más solidarios?

Abrazos.

La Belle Dame Sans Merci dijo...

Dentro de poco, dejarás de comentarme porque te arruino... ^^

Homo libris dijo...

Será una ruina pecuniaria a costa del enriquecimiento cultural. ¿Hay algo mejor que eso? ;)

La Belle Dame Sans Merci dijo...

¡Nada! ¡Y que siga! XD

¡Un abrazo!

Eva dijo...

Uff, mucho que leer y que entender ¿no?
De todas maneras yo sigo sin comrender el suicidio colectivo por las vacas. Pero lo respeto ¿eh?

Homo libris dijo...

Alienor, ¡por supuesto! :)

Homo libris dijo...

Eva, ¿por qué dices lo del suicidio colectivo por las vacas? ¿Por no alimentarse con ellas aunque se muera de hambre? Si es por esto, el libro lo explica como que es realmente un mal menor, en el sentido de que si intentaran alimentarse del ganado, realmente sí morirían de hambre. Un granjero que pierde allí una vaca, está perdiendo una fuente de proteínas continuada, aunque sea pequeña, por la leche de aquellas. Y si se alimenta del buey que le permite arar y cultivar la tierra, sí que estará abocado al hambre y a la miseria.

En cualquier caso, las castas más bajas sí tienen permitido comer carne de vaca, por lo que los animales que están en peor estado o mueren no son desaprovechados en ese sentido.

Está claro que para nuestra mentalidad occidental es algo difícil de ver, pero dada la situación social y económica de la India, no es una mala opción de cara a la gestión de estos animales.

Un saludo.