¿Es posible entusiasmar a un niño con la lectura de una enciclopedia? La respuesta es un simple pero rotundo sí. Una enciclopedia temática, rigurosa, que no escatima a la hora de usar vocabulario especializado aunque su función primordial sea la de divulgar, enseñar a sus lectores. Félix Rodríguez de la Fuente consiguió entusiasmar a todo un país con su serie documental “El hombre y la Tierra”, pero logró además maravillar a cuantos nos acercamos desde el papel a su visión del mundo, del hombre y la naturaleza, como un todo indivisible.
La Enciclopedia Mundial de la Fauna y la Enciclopedia de la Fauna Ibérica y Europea, coordinadas por el Dr. Rodríguez de la Fuente, nos permitieron introducirnos gracias a su poderoso verbo en las llanuras de la sabana africana, descubrir las fuentes del Orinoco y maravillarnos de las similares adaptaciones biológicas de la fauna de la Región Holártica. Aprendimos a distinguir al meloncillo por su particular posición erguida, a escudriñar el nido invernal del lirón careto y saber que la gineta es un vivérrido, y no un felino, a pesar de que en ocasiones es llamada “gato civeta”, y que fue introducido en España por los árabes por sus cualidades cazadoras a la hora de controlar plagas de roedores.
Muchos descubrimos Fauna gracias a un único volumen. En aquella época, para muchos de nosotros, eran nuestros padres quienes adquirían los libros. El mío coleccionó los fascículos del primer tomo y algunos del segundo y, con los años, he encontrado a más amigos que se vieron en la misma situación. Leímos una y otra vez ese primer volumen, anduvimos por el campo disfrutando de los fascículos restantes y sólo años después nos hicimos con la colección completa. Cuando podíamos, aprovechábamos la oportunidad de hojear otros tomos en casa de amigos o familiares que tuvieran la dicha de poseer algunos tomos más o (¡albricias!) la colección completa. Sus fotografías, sus dibujos, los textos explicativos, las narraciones aventureras de Félix en la selva, junto a sus queridas rapaces o sobre un vehículo todoterreno nos ofrecían material suficiente (por si tuviéramos poco con el propio) para soñar despiertos.
En Fauna colaboraron algunos de los científicos y naturalistas más destacados en las décadas posteriores: Joaquín Araujo, Miguel Delibes de Castro (hijo del recientemente desaparecido Miguel Delibes) o Luis Miguel Domínguez, entre otros, y constituyó un hito en la historia editorial de este país y, cómo no, uno más en la incansable carrera del genial naturalista.
Y es que, ¿quién no disfrutaría de una obra escrita con pasión y autoconvencimiento de cuanto allí se narra, que es a un tiempo novela de aventuras, álbum de fotografías, libro de viajes, fantasía desbordada e ilusión en estado puro?
10 comentarios:
¡En cuántas casas se veían estos libros hace unos años!
Sí que una enciclopedia puede apasionar, sobre todo si está bien escrita, tal y como has dicho.
Una vez preguntaba Isi por cómo se encontraba la información antes de internet, y yo me acordé de pasar ratos muy divertidos en tardes muy aburridas, buscando cosas en la enciclopedia, saltando de definición en definición...
Loque, en efecto, una enciclopedia puede apasionar y divertir, incluso aunque sea una "normal". Como dices, a nosotros nos resultaba de lo más divertido jugar a encontrar una palabra más rápido que el compañero en el diccionario, y recuerdo pasar tardes enteras saltando de palabra en palabra en algún diccionario o enciclopedia.
Además, ¿quién no recuerda el magnífico programa "El precio justo"? ¿Qué? ¿Casi nadie? Jo... me hago mayor... :P
P.S.: Pues que conste que hubo un programa que me marcó especialmente; fue el que tuvo a un concursante cuyo tema propio (uno de los temas sobre los que le hacían preguntas y, se supone, era el que más controlaba) fue... ¡Tolkien!
Me parece que se te ha bailado un poco el nombre, el programa (magnífico) era "El tiempo es oro"
¡Como lo echo de menos! Cultura y el dedo de Jannine encontrando las soluciones!!!
Una vez empecé a escribir una entrada sobre el programa, los temas que la gente escogía (la 2ª Guerra Mundial, cuántas veces salió?) y los amigos con gafas pasadas de moda rebecas que iban a ayudar al concursante.
Jo, qué tardes de domingo
Juassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss...
Perdonad por este ataque de hilaridad, pero es que me ha llegado el correo con el aviso de comentario de Loque y he visto lo que me decía sobre el programa "El tiempo es oro". Y yo pensando: "¿Qué habré puesto? ¿'El tiempo de oro', o algo así?"...
Jo, qué lapsus, ¿cómo he podido? ¡Pero si estaba visualizando a Constantino Romero mientras lo escribía!
XD XD XD XD XD
Yo siempre me pregunto cómo investigaba yo antes de tener internet, antes de las bibliotecas virtuales, etc. Vamos, lo sé porque guardo todas mis fichas (bibliográficas, de resúmenes, biográficas, etc.) y el grato recuerdo de mis viajes al AHN, a la BNE, a la RAE, a la RAH, las visitas a archivos de pueblo, bibliotecas de colegios... (y todo pagado por la Generalitat, ¡qué tiempos los de becaria!).
Entre los libros de consulta de mi infancia, recuerdo especialmente un atlas ilustrado (que aún conservamos en la casa familiar) con el que mis hermanas y yo jugábamos a "viajes y aventuras".
Besos,
F.
Te juro que hace años se oía mucho "El tiempo es justo" y cosas así, es que los títulos producían confusión, pero los programas no podían ser más opuestos, curiosamente.
Bueno, ¿y qué me dices de los recuerdos del programa? Como las rebuscadísimas preguntas de la fase final, la de los amigos con pinta de ser el terror de las chicas.
Ay, Fulgida, que las búsquedas gracias a Internet podrán ser todo lo rápidas que queramos, nos permiten hacer cosas que antes eran complicadas (como optimizar nuestro tiempo y recursos) pero, como contrapartida, se pierden esos viajes, el contacto con la gente y con los propios libros... ¿Todo tiempo pasado fue mejor? No siempre, por supuesto, aunque siempre se presta a la nostalgia. :)
Loque, qué me vas a contar, jejejeje. No sé si se confundiría mucho el nombre (aunque ciertamente los programas difícilmente, habida cuenta de lo distintos), pero a mí me ha pasado ahora, así que... a la vejez viruelas.
El programa era genial, y para quien no lo conozca o quiera recordarlo, aquí hay una breve descripción y un vídeo en el que se puede apreciar que los marcadores de los años 80 eran los de calculadoras Casio con una lupa puesta delante. :D
Un abrazote.
A mí me tocó comprar la enciclopedia de "Fauna" en fascículos. Los compraba con la propina de los fines de semana. Se me hizo eterno. Ahora, después de muchos años, toca restaurarlos. Los libros, siempre cuestan dinero.
Saludos.
Homolibris: te he puesto voz.
Que sí, que he leído la entrada con la voz de Felix RF., recordando aquel programa que aquí en Cuba también se vio, El Hombre y la tierra, casi lo oigo..."junto a sus queridas rapaces", que son tuyas también, porque destilas el mismo amor. Ya te he leído en los post anteriores y lo sé.
Te cuento que mi hija solo leía temas de naturaleza, nada de cuentos y poesías, entonces aparecían por aquí algunas revistas Nature y Geomundo y con eso creció, hoy es una lectora consumada. Cuando mi hijo terminó el sextro grado, recibió una enciclopedia de regalo, escogida por él. Y yo orgullosa.
Antes ya había llegado el Atlas Mundial y el consabido juego de encontrar ciudades...¡qué rico!
Esta entrada me ha gustado mucho, mil gracias.
AD.
Recuerdo perfectamente el programa y su voz. En mi casa no había esa enciclopedia pero si recuerdo una colección de cromos que era algo así como Fauna Y Flora.
¡qué lejos parece!
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