Hace ya unos cuantos años, descubrí en la biblioteca pública de mi pueblo natal unos libros de Anaya, en una edición parecida a la de la colección Tus Libros pero de mayor formato, con los Cuentos Populares Rusos que recopilara Aleksandr N. Afanásiev. Los libros me llamaron la atención desde el primer momento por la promesa de fantasía sin límites que parecía adivinarse en las ilustraciones maravillosas de Iván Bilibin, y cuando los tomé en mis manos me encantaron por su edición excelente encuadernación, su presentación en tapa dura y su papel, muy ligeramente satinado y de excepcional calidad, que ya me gustase acariciar en la mencionada colección, que reúne entre sus catálogos algunos de los mayores clásicos juveniles de todos los tiempos.
Por supuesto, me llevé el primero de los tomos a casa, y comencé a devorarlos sin freno. Me encantaban esas historias de agudos viejitos y malvadas ancianas, de hijos terceros de campesinos que se imponían, con su imaginación e inteligencia, a sus hermanos mayores, avariciosos y torpes. Me aterraba la presencia de la bruja Baba-Yaga, montada en su almirez, recorriendo los espesos bosques nórdicos y la estepa infinita. Las cabañas con patas de gallina, los lechos sobre el hogar de estufas de ladrillo, para mantener el calor durante toda la noche fría de la Siberia, o las versts recorridas por un caballo que permitía atravesar sus orejas a un joven leñador para salir convertido en un zarevich se convirtieron en referencias continuas de las noches de invierno. Me levantaba justo cuando mi hermano menor se quedaba dormido para continuar leyendo (siempre agradeceré a mis padres esta relajación de las normas que me permitía prolongar las horas de lectura, aunque para los días en que esto no era posible guardaba en la recámara una pequeña linterna con las pilas recién cargadas y uno de los libros de Jim Botón y Lucas, el maquinista, de Michael Ende) estos cuentos imperecederos. Posteriormente, los releería todas las Navidades, y esta tradición se ha mantenido hasta la fecha, aunque sea leyendo un par de cuentos, y no uno de los libros por completo.
Afanásiev se dedicó, a mediados del siglo XIX, a recopilar los cuentos tradicionales eslavos que, difundidos hasta entonces por tradición oral, conformaban un acervo cultural propio de la idiosincrasia rusa. El resultado de su trabajo fueron ocho volúmenes, con 680 cuentos que estaban en peligro de desaparecer ante la revolución campesina previa a la instauración del socialismo, y a la asimilación de los usos y costumbres del sur de Europa. Además de recopilar estos cuentos, trabajó durante toda su vida en el Archivo Central del Ministerio de Asuntos Exteriores, y fue un enamorado de la Literatura, la Historia y la Etnografía. De estas pasiones se derivaron varios ensayos y artículos periodísticos, como Historias de los cosacos, El Domovói o Brujos y Brujas, entre otros.
Como ya avanzaba, la temática de estos cuentos es innovadora, para quienes nos acercamos desde una cultura distinta, evocadora de lugares lejanos y maravillosos, y la prosa de Afanásiev está repleta de palabras exóticas que hacemos nuestras. Las historias se repiten con variaciones, algo habitual en la tradición oral, ya que todos estos cuentos conforman el corpus narrativo de la clase trabajadora (en aquella época, fundamentalmente campesina), y así es habitual encontrar alguna que otra historia que se asemeja a otra que hemos leído pero incluyendo, eso sí, algunas variaciones.
Uno de los personajes que encontraremos con relativa frecuencia en los cuentos es Baba-Yaga, y por su peculiar forma de ser, es uno de los que queda más marcado en nuestra memoria cuando nos acercamos a la literatura popular rusa. Baba-Yaga es una bruja, aunque en ocasiones se nos presenta como una vampiresa u ogresa, pero siempre bajo un aspecto similar: huesuda, demacrada, es una vieja de feo rostro y peores intenciones, que se alimentaba de carne humana cruda, especialmente de la de los niños. Tiene dientes de acero y una de sus piernas es de hueso, simbolizando su caminar entre el mundo de los vivos y el de los difuntos. Para desplazarse de un lugar a otro utiliza un inmenso almirez volador, y vive en una casa elevada del suelo sobre dos inmensas patas de gallina, rodeada de una verja construida de huesos de sus víctimas e iluminada por macabros candelabros de calaveras humanas, que se desplaza durante la noche de un lugar a otro, provocando la muerte de los animales y el agostamiento de cosechas y arboledas.
Poco más puedo decir sobre estos cuentos, mas que invitaros a descubrirlos si no los conocéis y a disfrutar de ellos leyéndolos en alguna de las ediciones existentes en la actualidad, aprovechando que han vuelto a ser editados en español, ya que durante unos años estuvieron en la siniestra oscuridad del “fuera de catálogo” editorial. He de confesar que la edición actual pierde, respecto a la original que conocí, el encanto de las ilustraciones que en su día realizase Bilibin, pero qué le vamos a hacer; los tiempos cambian inexorablemente. También podéis aproximaros a los cuentos populares rusos gracias a la edición electrónica que la Biblioteca Virtual Cervantes ha incluido en Internet. Y, por último, si os enamoráis de ellos, no dudéis en hacérmelo saber.
18 comentarios:
Baba-Yaga,
ya sólo el nombre me resulta evocador, recuerdo la colección de Anaya, y haber leído muchos clásicos juveniles ilustrados, que pena no conservarlos!
Veo que nos reúne no sólo la pasión por leer, también el amor por el libro en sí, bibliófilos, bibliomanos .
Envidio esas ilustraciones que detallas, tanto que me entran ganas de acudir a ebay para buscarlas, de momento me conformo con la edición electrónica, la biblioteca Virtual es un hallazgo, hace tiempo encontraba libros descatalogados del siglo de oro en universidades americanas...
Espero que el viaje haya ido bien, yo empiezo una semana apretadita, por eso me adelanto a comentarte ahora, ya volveré a ver que tal el reto.
Gracias, gracias, gracias!
Pues no creo que me haya leído tantos, pero si que me leí montones de cuentos populares rusos, ya que en Cuba hubo una verdadera invasión de la literatura soviética y rusa, en particular, durante décadas. de hecho, cualquier cubano de mi generación que haya sido lector se sabe toda la Segunda Guerra Mundial, desde el punto de vista soviético, de cabo a rabo, lo bonito era que entre tanta literatura de guerra, se colaban a veces los cuentos infantiles, historias de amor, clásicos y hasta unas fantásticas novelas de ciencia-ficción.Ade, mi prima, seguro te habla con más detalle, que es la especialista de la familia en literatura,jiji. Gracias por la entrada, muy linda.
Maribel, la verdad es que sí, la colección Tus libros creo que marcó a muchos lectores por su tremenda calidad, no sólo en la selección de títulos, sino también por los textos introductorios a la narración, y la excelente calidad de la edición. Nos apasionaban sus historias, pero también tener entre nuestras manos pequeñas joyas tratadas con mimo, aun a pesar de producirse de forma industrial.
Las ediciones electrónicas, y la recuperación de los clásicos para que no se pierdan en el naufragio que provoca entre los libros con más de 4 ó 5 años el maremágnum de nuevas publicaciones editoriales, son a día de hoy indispensables.
El viaje fue bien, corto, de apenas un día, pero intenso. Pasó volando entre buenos amigos, y el retorno a casa trajo consigo el relax de un domingo de indolencia que no recordaba ;). Ahora, a afrontar la semana que nos espera. ¡Te mando ánimos para superar con éxito la tuya!
Saludos.
Es curioso lo que nos comentas, Estodevivir, y que ya nos avanzó tu prima (jeje, desconocía que fueses prima de Ade) respecto a la literatura rusa y la perspectiva que dio a momentos tan importantes como la Segunda Guerra Mundial. Me encantaría leer alguno de esos libros, o novelas de ciencia ficción de la época, así que a ver si es posible encontrar alguna referencia a estas pequeñas maravillas por Internet. Seguro que podéis recomendarnos algunos títulos que hoy día puedan conseguirse de uno u otro modo :)
Saludos.
Pues todo lo que cuentas me resulta tremendamente familiar, como el nombre de la bruja, pero no consigo saber cuándo/cómo lo leí.
En todo caso, felicidades por la entrada, porque dan muchísimas ganas de leer esos cuentos.
Es más, apetece tener esa edición, con esos dibujos, ese papel....
Aquí ADE, la prima...pues Homo Libris, lo dicho, tanto leímos de literatura rusa que recordamos nombres de autores tan fácilmente como si fuera nuestro idioma. Incluso hoy es muy fácil encontrarlos en cualquier casa. Recuerdo una trilogía que se llama Esta es tu causa, Mi ser querido y respondo por todo del autor Yuri Guerman, que a mí me gustó mucho... pero de infantiles, los más destacados fueron Cuentos y Estampas, del que hice un comentario y Basilisa la hermosa... Si tienes interés, puedo enviarte libros de ciencia ficción de esos años, creo que por ahí anda La Nebulosa de Andrómeda y unos cuantos más. Envíame tu dirección completa por mi correo y dime tus preferencias, será un gusto tremendo poder hacerlo.
Un saludo,
AD
Loquemeahorro, cuidado, cuidado, que te pueden dar una azotaina ;)
El Papyre es un lector de libros electrónicos (un eReader, según los angloparlantes) distribuido en España bajo ese nombre, aunque se trata de un Hanlin V3 de origen chino. Vamos, que es un lector que se distribuye con distintos nombres en diferentes lugares, y que Elwen y yo hemos conseguido, de momento, gracias al simpar desprendimiento de nuestros seres queridos :).
Y sí, jejeje. El perro era como el de Jim Henson, es la serie que recuerdas sin duda alguna. Respecto al otro programa… ¿no sería Un cesto lleno de libros, con Enrique Simón? Me encantaba aquél programa. De hecho, en un viaje a la Alhambra, a la que nos llevaron en el colegio (¡ay, la lejana y tierna infancia!), coincidió que estaban rodando uno de los capítulos, dedicado si mal no recuerdo a Las mil y una noches. Imaginad la algarabía y el tropel de casi sesenta niños corriendo por allí detrás de las cámaras. Y es que se leería poco, pero con eso de haber únicamente dos canales de televisión, todos los niños conocían el programa :)
Saludos.
¡Buenas, Ade!
Yo leí, además de los cuentos populares, a clásicos como Dostoievski, Tolstoi o Chéjov, y se encuentran entre mis autores preferidos, así como algunos autores eslavos, no necesariamente rusos, como Jaroslav Hašek (del que quiero traer al blog su maravilloso libro El buen soldado Svejk cuando aproveche el verano para releerlo) o Karel Capek, que ya visitó el blog en relación a su La Guerra de las Salamandras. Volviendo a los autores rusos, hace un par de años disfruté muchísimo con la lectura de Vasili Grossman y Vida y destino, aunque tengo pendiente la de Todo fluye.
He estado buscando información sobre Yuri Guerman, y me sonaba el apellido, pero por las obras cinematográficas de su hijo. La trilogía que mencionas no aparece en la base de datos del ISBN, así que creo que no hay nada editado en España del autor, y el caso es que parece prometer, y mucho.
La Nebulosa de Andrómeda acabo de encontrarla en PDF, y recuerdo que Orbis sacó en su día un recopilatorio de cuentos de ciencia ficción de autores rusos, pero no pude hacerme con él.
Te escribiré, sin duda, para que me vayas orientando y recomendando.
¡Gracias!
Lo de la azotaina es por una falta de ortografía, supongo.
Pero ya no sé cuál, y si era de este comentario o del otro que me contestas aquí. Supongo que se puede escoger, porque se me escapa más de una, y en los comentarios más de 25.
¡Ah, es por los hamstereses!
Sí, Un cesto lleno de libros, pero ni me acordaba de que lo presentara Enrique Simón, un actor que me gustaba mucho y que no ha tenido mucha suerte. Pero claro, él no tenía el "talento" de José Coronado.
Jajaja, sí, lo decía por los hamstereses, jejeje.
En cuanto a Enrique Simón, coincido plenamente contigo: no tuvo la suerte que merecía. Sin embargo, parece que su hija sí que ha tenido bastante más empuje. Descubrí no hace mucho que era el padre de Paquita (Ana Arias) en la serie Cuéntame cómo pasó. En su sitio web pueden verse unos minutos de Un cesto lleno de libros, así como de otros trabajos suyos.
Preciosa entrada. Dan ganas de salir corriendo a por estos cuentos.
Yo leí hace ya bastantes años, muchos de los clásicos rusos. Algunos se me hicieros un pelín pesados (como muchos clásicos de otras nacionalidades), pero en general me gustaron bastante.
En relatos para niños, recuerdo uno que leía a mi hija, cuando era tan pequeña que aún no sabía leerlo sola, que se llamaba "Matrioska".
No creo que se pueda calificar de cuento popular, pero era una historia muy bonita, que nos contaba como un leñador inventó la primera muñeca popular rusa (esa que se abre y tiene otra igual y así hasta el infinito y más allá.
Un saludo y, me reitero, preciosa entrada.
Muchas gracias, Ascen. Me alegro que te haya gustado la entrada. En efecto, como se repetían algunas veces los temas, los cuentos se nos hacían conocidos en poco tiempo, pero también se corría el riesgo de que empezasen a hacerse pesados. En cualquier caso, me sorprende lo bien que asimilaba en aquella época la crueldad que destilaban algunos personajes y situaciones narradas en los mismos. Sin duda, los niños están más que preparados para enfrentarse a la realidad (o a la ficción), aunque esté cargada de dureza. Si no, no se explica el gusto por estos cuentos, o los de Poe, jejeje.
Tomo nota de Matrioska, el cuento que nos recomiendas. Espero leerlo pronto.
Saludos.
¡Otro habitante para el cementerio de los comentarios! Decía que tu entrada me ha llevado de cabeza a la estantería, a buscar dos libritos de cuentos que me regaló mi hermana en sendos días de reyes. "La Competición mágica y otros (cuentos de encantamiento" y "Calila y Dimna" en una edicón muy cuidada. ¡Volveré a leerlos! Gracias.
YO agoté todos mis recursos sobre cuentos populares rusos en tu anterior entrada :((
Qué interesante lo que dice Ade Y Estodevivir sobre la censura de la literatura en Cuba, verdad? Bueno, por lo menos algunos buenos cuentos les llegaban...
Lammermoor, últimamente este cementerio se está empezando a saturar de almas errabundas. No sé porqué, pero hasta la fecha nunca me había enfrentando a tal cantidad de comentarios desaparecidos, por problemas con los blogs, y especialmente con Blogger. En fin, recurriremos en la medida de lo posible a copiar previamente el comentario en algún editor de texto, por si las moscas…
Respecto a los cuentos que nos indicas, la verdad es que no los conocía. Voy a buscar información sobre los mismos y, por supuesto, ¡me los anoto!
Isi, nunca es tarde si la dicha es buena: sin duda, los cuentos populares son otro filón que descubrir. Recuerdo una entrada en tu blog tratando el tema de los relatos, así que a ver si te animas con ellos y lees alguno. La saturación, como bien decía Ascen, es posible… pero si lees algunos por conocer simplemente esta faceta de la cultura rusa no creo que te ocurra.
Y sí, la verdad es que lo que nos cuentan Ade y Estodevivir es apasionante. Tiene toda la lógica del mundo que llegasen allí libros que, por el propio estado de las cosas en España, aquí ni se imaginase que fueran publicados. Estuve buscando información sobre Yuri Guerman, y la verdad es que salvando librerías de viejo, es difícil encontrar algo en español. Me los anoto para localizar la trilogía de un modo u otro, así que si Ade la tuviese en su librería, qué mejor lugar para hacerme con ellos que desde la propia fuente :)
¡Saludos!
¡ahh los cuentos! a mi toda la vida me han encantado, pero debo decir que de niña leí los más clásicos (Hans Christian Andersen, los Hermanos Grimm, Charles Perrault) y los rusos los conocí en mi adolescencia, cuando mi madre compraba una enciclopedia cuyo nombre en este momento se me escapa pero traía algunos cuentos de otras latitudes, entre ellas Rusia.
¡me encantaría tener esos de la colección Anaya! se me han antojado...el papel y las ilustraciones harían que valga la pena el esfuerzo de buscarlos.
Muy bonito post, lo disfruté mucho. Y Ade es toda una experta en literatura infantil...me queda clarísimo.
Un abrazo para todos,
Ale.
Ale, la verdad es que los cuentos se prestan a ser narrados en las noches frías de invierno, junto a la lumbre del hogar, o a ser leídos en ediciones cuidadas y bien ilustradas, ¿verdad? Lástima que la edición actual de estos libros haya perdido parte de ese encanto, en aras de una mayor modernidad. ¡Pero es lo que hay! Aun así, merece la pena la experiencia.
Sobre los cuentos, tenemos a Ade, toda una experta, y a Loquemeahorro, una verdadera maestra a la hora de darles un hálito de frescura a los mismos, jejeje.
Hola soy peruana y creci escuchando estos cuentos de la boca de mis padres ya que gracias a unas amistades que se encontraban estudiando en la antigua URSS enviaban estos lindas historias encuadrenadas con las ilustraciones mas preciosas que pueda haber visto, pero noto que muchas de ellas tenian otro titulos como EL FRIO JUSTICIERO Y LA PRINCESITA RANA.
Recuerdo haber tenido hasta hace un par de años, una coleccion de cuentos incluidos en una sola encuadrenación llamada BASILISA LA HERMOSA de pasta verde claro y letras doradas, tenia una contraportada amarilla con los tres jinetes de Basilisa, alli habian muchas historias como FINITSH EL ALCON ENCANTADO, LOS SIETE SIMONES, IVAN EL INGENIOSO, LOS DOS IVANES, LA REYNA MARIA y otros que en este moemnto no recuerdo con exactitud, crees que puedas conseguirlos, la verdad me gustaria tenberlos nuevamente, es el mas lindo recuerdo de mi niñez.
Gracias por permitirmew participar en este espacio, en serio gracias.
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