Hoy, como cada 5 de junio desde 1972, celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Nació por una iniciativa de la Asamblea General de Naciones Unidas, y la idea del mismo es impulsar la concienciación de la población en materia medioambiental, algo que debería hacerse de forma continuada, a mi parecer, ya que el impacto de nuestras actividades diarias sobre nuestro entorno es cada día mayor y, por ende, más grave.
Multitud de asociaciones y colectivos celebran este día con todo tipo de actividades: reparto de plantones de especies forestales autóctonas, material informativo, impartición de charlas, etc. Así, desde Homo libris quería sumarme a esta iniciativa comentando algunos libros relacionados con el tema que me parecen imprescindibles para conocer hacia donde nos dirigimos en nuestra querida pero maltratada aldea global.
Empiezo con un clásico, Primavera silenciosa, de Rachel L. Carson. Escrito a principios de los años 60, en él se denuncia el uso de pesticidas (fundamentalmente DDT) en el control de plagas en la agricultura intensiva. Durante su lectura, descubriremos cómo hasta los años 50 los esquimales no conocían lo que era el cáncer, pero diez años después comenzaron a sufrirlo, y a descubrir trazas de plaguicida en sus organismos. También la increíble masacre sufrida en Sheldon, EEUU, durante esa misma época, cuando al intentar exterminar el escarabajo japonés, el DDT fue escalando en la pirámide trófica, matando a escarabajos y lombrices, también a los roedores y dejando estériles a los pájaros que no murieron por el veneno. Sin duda, un libro que denuncia duramente el uso de sustancias químicas que, a día de hoy, aún están presentes en la producción de algunos alimentos.
Ya que hablamos de comida, algo que nos llega muy de cerca, también me gustó muchísimo Otra manera de vivir, de la conocida primatóloga Jane Goodall. La autora es a los chimpancés lo que Dian Fossey a los gorilas de montaña (recordad la inolvidable película Gorilas en la niebla, basada en su trayectoria vital). En este libro, Goodall trata de forma amena la importancia de la alimentación en el desarrollo de los primates y, por supuesto, del hombre. Repleto de vivencias de la propia escritora, defiende la agricultura ecológica, y el consumo de alimentos locales y de temporada, para evitar la sobreexplotación de la tierra. Nos hace reflexionar en torno al modo en que se obtienen determinados alimentos (como las granjas donde viven masificados cerdos, vacas o gallinas ponedoras), y lanza un reto al lector: con nuestro voto silencioso, cuando vamos a la tienda a comprar, estamos decidiendo el modelo de vida que deseamos, para nosotros y, por extensión, para otros seres vivos.
Sí, colectivamente, nosotros, el pueblo, somos la fuerza que puede traer el cambio. Cada vez que salimos a comprar, cada vez que elegimos una comida en un restaurante, nuestras elecciones –lo que decidimos comprar o pedir- tiene importancia no solo para nuestra salud y equilibrio mental, sino también para el futuro del planeta. Afortunadamente, cada vez más gente se da cuenta de ello. Cada vez que un individuo cambia en su modo de vida, una persona más se apunta a la alimentación sana y ética.De la pluma de uno de nuestros más reputados científicos, Miguel Delibes de Castro, y de su padre, el gran literato Miguel Delibes, nos llegó hace unos años un libro interesantísimo para comprender los problemas que aquejan a la tierra, y discernir cómo podemos enfrentarnos a ellos. Se trata de La Tierra herida, una obra en la que padre e hijo dialogan, preguntándose mutuamente de qué modo podemos afrontar los problemas medioambientales y sociales que estamos creando y dejaremos por herencia a nuestros hijos. Trata temas como el cambio climático, la reducción de la capa de ozono, la desertificación o la pérdida de biodiversidad. Una obra magnífica que podemos encontrar en ediciones de bolsillo, la “normal” de tapa dura y una de lujo, acompañada por un impactante trabajo fotográfico.
Últimamente se habla de crisis, crisis, crisis. Pero la económica no es la única, ni la más importante. De hecho, viene provocada por una crisis de valores medioambientales y sociales, propia del paradigma del consumismo exacerbado. Durante prácticamente el último siglo, la economía se ha basado en el consumo insaciable, en la ambición de tener más, a costa de todo y de todos. No importan las consecuencias, no cabe pensar en el otro. Vivimos en crisis continua, y en deuda con los países más pobres y nuestro medio ambiente. Ante esto, la única salida posible es apostar por un mundo más justo, más equitativo, más sostenible (palabra ésta que no se cae de boca de los políticos, y que está siendo vaciada de todo sentido, por desgracia). El decrecimiento, el vivir y disfrutar más, con menos, es la apuesta que nos hace Mejor con menos, de Joaquim Sempere, que considero muy interesante para descubrir cómo podemos mejorar nuestros hábitos de ocio y consumo.
Pero para los más jóvenes también hay propuestas. Por ejemplo, el clásico Momo, de Michael Ende, transmite valores de aprovechamiento y buen uso del tiempo, de cómo lo disfrutamos y a qué lo dedicamos. Vivimos con prisas, sin tiempo para la familia, para disfrutar, para aprender y mejorar como personas. Desde nuestro nacimiento, competimos por ser más rápidos, más altos, mejores que los demás. En nuestra sociedad se exalta la competitividad en todas las facetas posibles: en la escuela, en el trabajo, en el deporte… ¿Y de qué nos sirve? ¿Cómo nos hace mejores personas? Momo, nuestra protagonista, vive sin familia, sola, en un anfiteatro romano a las afueras de la ciudad. Sus amigos le llevan comida, y acuden a visitarla porque tiene un inmenso don: es capaz de escuchar como nadie. Cuando aparezcan los hombres grises, instando a todos a ahorrar el tiempo y dedicarlo a otros menesteres, ella y sus amigos serán los únicos que puedan alertar a la población del grave riesgo que corre.
Una novela que me encantó en su día (como ya lo hiciera años antes la versión cinematográfica, protagonizada por Harrison Ford) fue La Costa de los Mosquitos, de Paul Theroux, en la que un moderno Robinsón, genial inventor y descreído de la sociedad, aleja a su familia del consumismo imperante en Norteamérica para llevarles a la Costa de los Mosquitos, en Honduras, para hacer realidad su utópica forma de entender la vida. Un personaje que amaremos u odiaremos, pero que no deja a nadie indiferente.
Una novela que me encantó en su día (como ya lo hiciera años antes la versión cinematográfica, protagonizada por Harrison Ford) fue La Costa de los Mosquitos, de Paul Theroux, en la que un moderno Robinsón, genial inventor y descreído de la sociedad, aleja a su familia del consumismo imperante en Norteamérica para llevarles a la Costa de los Mosquitos, en Honduras, para hacer realidad su utópica forma de entender la vida. Un personaje que amaremos u odiaremos, pero que no deja a nadie indiferente.
Obviamente, existen muchos más libros que tratan de profundizar en la problemática medioambiental, o concienciar sobre la necesidad de preservar nuestra naturaleza. No quería terminar la entrada sin citar al más grande divulgador medioambiental de nuestra historia reciente: Félix Rodriguez de la Fuente, a quien perdimos hace 29 años, pero cuya obra y recuerdo quedará siempre con nosotros. Como director de diversas obras, entre la que se cuenta la magnífica enciclopedia Fauna, y como padre espiritual de toda una generación de biólogos, ambientólogos y apasionados del medio natural, Félix supo transmitir, como nadie, su pasión y amor por la naturaleza y el hombre. Vaya para él este sencillo homenaje.
Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.
Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.
Extracto de la Carta del jefe indio Seattle.
21 comentarios:
Disfruté leyendo tu entrada y me hiciste recordar la película "Baraka" ¿la has visto?
Es importante que hagamos conciencia que cada decisión que tomamos con respecto a lo que hacemos, por pequeña e insignificante que parezca, está afectando esta tierra donde vivimos. Podemos traer con nosotros bolsas de tela para guardar el mandado, y no utilizar bolsas de plástico; apagar luces innecesarias, desconectar aparatos eléctricos que no están usándose; no imprimir aquello que no es necesario. Cada acto resuena como una onda que se expande en la comunidad donde vivo.
¡Muy interesantes referencias a libros, de los que tomo nota! ¡Gracias!
Yupi!!!! soy primis!!!! jajaja
Hola!
Me ha gustado mucho tu entrada, y cómo la has adaptado a las referencias literarias.
Igual que Ale, opino que podemos hacer cada uno un poquito, que al final suma mucho. Aunque discrepo con algunas cosillas: por ejemplo, creo que si todos eligiéramos productos ecológicos, no habría suficiente para abastecer a todos.
Con respecto a los animales, sabrás que la producción intensiva se adapta consantemente con leyes sobre bienestar animal; ya se que verlos allí en tan poco espacio da mucha pena, pero también hay que entender que no se puede tener gallinas danzando por el campo, porque no habría huevos para todo el mundo.
No entro en la diferencia de precio, porque comprenderás que mucha gente preferirá pagar menos, aunque las gallinas estén juntitas juntitas.
Y me interesan mucho esos títulos que comentas con respecto a otras formas de emplear el tiempo. Al final no se cuál apuntarme para leer, ya lo iré pensando (además hoy me toca visita a la biblio, así que igual me animo a decidirme por uno).
Pasa buena mañana!!
Que me han quedado cosas por decir!
Es que estaba pensando que no creas, que a mí, como veterinaria en el futuro, lo que me interesa es la explotación extensiva, que haya un montón de granjas, porque así habría trabajo para más... Pero veo que es la única manera de abastecernos.
Y claro que los productos ecológicos, animales y vegetales, saben de otra manera y me gustan más; sólo opino que ciertas cosas hoy en día resultarían imposibles.
Pero también se ha mejorado muchísimo en materia de bienestar animal: antes las cerdas estaban toda su vida en una jaula con el comedero delante de sus narices y una rejilla por detrás para sus deyecciones; atrofiadas a más no poder. Imagínate el cambio, ahora que van todas libres por la nave...
Bibliobulímica, me alegra que te gustase la entrada. No, no ví Baraka, pero me la apunto para verla en cuanto pueda. Algunas películas de temática medioambiental que podrían interesarte, si no las viste, son Los últimos días del Edén, donde Sean Connery interpreta a un doctor que busca una posible solución a uno de los grandes males de la humanidad: el cáncer, La pesadilla de Darwin, que expone de una forma cruda y descarnada la explotación de la perca del Nilo, las guerras y corrupción que han ido surgiendo en torno a la misma, y las miserias de la globalización. También Erin Brockovich, basada en una historia real, donde una valiente madre soltera se enfrenta a una multinacional que está contaminando las aguas que con Cromo 6, provocando cáncer en la población... y podríamos seguir, dando para otra entrada :)
En cuanto a lo que dices, en efecto, podemos hacer mucho con poco. El código de las tres R: Reducir, Reciclar, Reutilizar, puede ayudarnos mucho con ello. Pienso seriamente que no somos conscientes de lo poderosos que somos, de cómo podemos cambiar nuestro sistema económico mundial, para hacerlo más justo. Espero que nos demos cuenta a tiempo.
Saludos... y sí, ¡¡te has adelantado a todo el mundo!! :D
Buenas Isi.
De todos los libros que comento, te recomendaría especialmente el de Goodall, por lo que me dices. Creo que podría hacerte ver las cosas ligeramente distintas al respecto de la cría intensiva de animales.
Es cierto que, si seguimos el modelo actual, con la producción ecológica no podrían mantenerse los precios y el nivel de crecimiento, pero podría quedarse muy cerca. El abaratamiento de costes que provoca la cría intensiva tiene una serie de efectos colaterales que conviene omitir a quienes la practican. Por ejemplo, el uso (o abuso) de productos químicos y medicamentos para evitar elevadas cifras de mortandad en los animales, que pasan a la cadena alimenticia humana.
Pero incluso dejando esto de lado, creo que los precios no tendrían que elevarse demasiado si todo se produjera en ecológico o, al menos, de una forma más tradicional. La cría de ganado supone un elevado coste, a todos los niveles: energético, de consumo de agua y recursos. Un simple kilogramo de pollo requiere 3.500 litros de agua para su producción (obviamente, se incluye todo el agua utilizada durante el proceso, no es la que se bebe el pollo :)), y si hablamos de una res, la cifra asciende al millón de litros. Por contra, las patatas requieren unos 500 litros por kilo, y el trigo poco menos del doble, 900. El arroz, más exigente, llega a duplicarlo y quedarse en unos 1.800 litros.
Así, mientras un primer mundo se alimenta con una dieta tremendamente carnívora (con problemas como el sobrepeso, que viene provocado por más elementos además del cárnico, claro está), existen amplias regiones de la tierra donde la gente pasa hambre. ¿La solución? Lo que os comentaba, ser más equitativos, plantearnos un crecimiento como el actual (aquí entraría el libro de Joaquim Sempere, Mejor con menos, y la alternativa del decrecimiento. No se trata de un camino fácil de tomarlo, habría que dejar algunas cosas por el camino, pero creo que realmente se ganaría calidad de vida. Calidad que nos falta hoy día, con las prisas (léase Momo), el consumismo desmedido, y el no plantearnos el futuro del planeta y de las generaciones venideras a medio o largo plazo...
Jejeje, perdonad si me extendí demasiado... es que me pierden estos temas (siempre lo digo, soy un biólogo en el cuerpo de un informático :D).
¡Un saludo!
Bueno, que podría pasar horas y horas hablando del tema es algo que ha debido quedar claro con el comentario anterior. Tuve que separar las respuestas a Bibliobulímica e Isi precisamente por esto, y por el mismo motivo animarme a escribir otro, ya que esta mañana recordaba otro libro que ayer no quería dejar pasar, y que se me quedó en el tintero.
¿Habéis leído Los viajes de Tuf, de George R.R. Martin? ¿No? Pues os lo recomiendo. Si os gustó el Martin de Canción de Hielo y Fuego, os encontraréis a uno distinto, más irónico, tremendamente divertido, y en su faceta de escritor de relatos y de ciencia ficción.
Havilan Tuf es un mercader espacial que, azares del destino, descubre un pecio espacial, El Arca, una inmensa nave "sembradora" del Cuerpo de Ingeniería Ecológica, con capacidad para crear nuevas especies. Tuf emprenderá una serie de viajes a diversos planetas aquejados de problemas medioambientales, y les ofrecerá sus servicios.
A lo largo del libro, Tuf, el vegetariano amante de los gatos, se enfrentará a problemas como la superpoblación, la extinción de especies o el uso de animales en espectáculos, pero planteados de una forma magistral por Martin.
Un libro para divertirse y reflexionar, un verdadero referente de la ciencia ficción y, por supuesto, Martin en estado puro, que nos hará más leve la espera del nuevo volumen de su saga más aclamada :)
Jo, me pierde...
Acabo de acordarme, con la referencia a Martin, de Tolkien (porque El Señor de los Anillos tiene bastantes referencias a otro modelo de vida, alejando de la industrialización, como gustaba al autor: La Comarca, la sabiduría de la naturaleza que era propia de los elfos, los pastores de árboles, nuestros queridos Ent...), y de Orson Scott Card. De su saga sobre Ender me quedaría, desde el punto de vista de un libro divertido y genial en su concepción con el primero, El juego de Ender, y desde la perspectiva de la convivencia entre especies y la tolerancia, con su continuación, La voz de los muertos. Tras este truculento título se encuentra una novela genial, amena y de un calado mucho más profundo que la primera de la saga, y que me impactó muchísimo al leerla.
Y no puedo terminar sin mencionar Dune, otro clásico de la ciencia ficción: la explotación de recursos (la melange o especia), el ser humano adaptado a su entorno (los Fremen), el recurso vital para los hombres y, a la vez, mortal para los gusanos (el agua)... Una increíble novela que... ¡uf! me dan ganas de releer una vez más :D
Bueno, os dejo... ¡hasta mi próximo arranque bibliófilo!
OK, el de jane Goodall está en mi biblio, me lo apunto.
Pero veo que no está en novelas; ¿no será un estudio de esos llenos de cifras, verdad???
Isi, para nada. Se trata de las vivencias de Goodall, y de cómo fue tomando conciencia de la importancia que el consumo de alimentos tiene sobre nuestra calidad de vida, y la del planeta. Cifras tiene las justas, y es más un libro de autoreflexión que un ensayo.
Ya nos contarás si terminas por leerlo ;)
Saludos.
Solo puedo decir, completamente de acuerdo con todo lo que dices. De las obras que citas, tan solo leí la de "los" Delibes -de la que saqué un montón de referencias bibliográficas y de páginas Web.
Por mi parte, intento poner mi granito en esta materia, procurando reciclar, no comprar productos envasados, bolsas de plástico las mínimas (que luego reutilizo como bolsas de basura), comprar fruta y productos de temporada,etc.
No lo hago bien con el coche, pero aunque iría encantadísima en tren, leyendo y sin estar pendiente del estado de la carretera ni del tráfico, los horarios no se ajustan ni queriendo. Aún así, en el resto de las ocasiones procuro caminar o usar el transporte público.
Vi las pelis de Harrison Ford y Sean Conery y tomo nota de Baraka.
Hace poco releí La Historia Interminable pero creo que voy a hacerle un huequecito a Momo.
Respecto al señor de los anillos, me pareció sobre todo un libro en que se ensalza la convivencia (elfos y enanos que se odiaban, cuando se conocen se hacen amigos) y se denuncia la corrupción del poder, con lo que conlleva de soberbia, ambición, etc. (Así se están cargando nuestro litoral)
Me ha encantado la entrada (tengo que recomendarle a mi hermana que la lea)La verdad es que me gustan mucho tus entradas, incluso cuando no entiendo casi nada, como en la última de Lobosof (que aún así me pareció interesantísima)
¡Cuanto se aprende con los blogs!
Lammermoor, me alegra ver que la conciencia ecológica invade nuestra vida cotidiana, y que cada día somos más conscientes de lo que hay en juego. Así, vamos adoptando conductas más adecuadas, respetuosas con el medio ambiente y con otras especies, además de algo más justa con la nuestra.
La verdad es que el libro de Delibes es un magnífico punto de entrada para adentrarse en estas lecturas. Da, como dices, un amplio número de referencias con las que seguir profundizando en el tema.
En cuanto a los blogs, todos aprendemos de todos, y es lo que más me gusta de estas plataformas, además de encontrar a gente con gustos similares (o no) con la que poder departir sobre todo tipo de temas que nos inquietan o nos resultan de interés.
Respecto a Lobosoft... bueno, su temática es bastante distinta, intento que sea didáctico, aunque a veces me temo que no lo consigo, y en otras me aparto de su aspecto más tecnológico (no lo puedo evitar con días como el de hoy), por eso el año pasado también tuvo su particular artículo medioambiental para este día tan señalado.
Hola de nuevo.
Era para decirte que no te lo vas a creer, pero he actualizado (por fin) mi apartado de otros blogs y ya te enlacé.
Estaba un poco despistada con eso y había un montón de blogs que visito, que me gustan, donde comento a menudo y que también me habíasis enlazado, y yo tan perezosa de no poneros.
Pues ya está! Ya os tengo a un click ;)
Tomo nota de las películas y los libros vaya ¡se ve que te apasiona el tema Homo Libris!
Yo tengo un niño con mucha conciencia ecológica que está siempre detrás de mí revisando que llevemos a cabo lo de las tres "R's".
Es increíble ver que a menos edad, mayor conciencia...la industrialización, la manera de vivir tan acelerada van rompiendo con esa conciencia natural y nos van desconectando de nosotros mismos.
¡Gracias por el artículo, y los comentarios de todos!
Excelente entrada, buen trabajo. Tomo nota de alguno de los libros que propones. Gracias por facilitarnos la labor.
Una vez oí decir que Primavera silenciosa había sido una especie de bestseller cuando salió hace años, me imagino que tenga muchas ediciones, sin embargo aquí en Cuba no se ha editado, lástima.
Sigo leyendo tu blog.
AD
Ojalá todos nos hiciéramos conscientes de que con poco se puede hacer mucho.
Esta es mi lucha, tanto como la tuya, y muchas de mis decisiones personales están condicionadas por ella, pero si algo tengo claro es que por más que intenten hacerme ver lo absurdo de ser vegetariana, evitar el consumismo exacerbado (parece que sin consumir no se puede disfrutar y que sólo eres por lo que tienes) y tratar de ser consecuente en absolutamente todo lo que hago, no voy a tirar la toalla.
El medio ambiente no ha de tenerse en cuenta sólo por un día, sino todos los días.
Saludos.
Isi, ¡gracias por el enlace! El día que me dé por cambiar la dirección del blog (andaba dándole vueltas a pasar a Wordpress) voy a tener remordimientos de conciencia, de tantas bitácoras como me andáis enlazando, por el trabajo que os voy a dar, si lo hago, actualizando listas de enlaces ;)
Yo intento mantener la lista actualizada, pero la verdad es que seguro que algún blog interesante se me pasa. A ver si esta semana le doy un repaso, y es que iGoogle, que suelo utilizar como avisador de RSS en línea (veo por ahí que habéis actualizado, y salgo al blog a leeros) lleva unos días dando problemas.
¡Una vez más, gracias por el enlace!
Bibliobulímica, es importantísima la concienciación y, sobre todo, que empiece a tan temprana edad. Por un lado, porque la impronta se lleva a cabo de forma mucho más profunda (el niño que sea sensible a estos temas a esa edad lo será por siempre), y por otro porque colabora e incita a los padres a tomar conciencia de la importancia de vivir de una forma más armónica con nuestro entorno.
En cuanto a mí, la verdad es que se puede decir “que se me ve el plumero” con estos temas. Siempre lo he dicho: soy un biólogo en potencia, en cuerpo de informático. Estudié esto último, sería una historia larga explicar el porqué, y tampoco viene mucho al caso, pero desde siempre he venido trabajando en ONG’s y asociaciones que intentan proteger el medio ambiente, estudiar nuestro entorno y concienciar, trabajando con ellos en los colegios y con actividades interesantes, a los niños. De hecho, verás que he pasado el fin de semana sin contestar a los comentarios, precisamente por andar por ahí perdido con uno de mis amigos biólogos :)
Veo interesantísimos, como tú, los comentarios, que están enriqueciendo muchísimo la entrada. ¡Gracias!
Un saludo.
Gracias a vosotros, Jesús, y a vuestras aportaciones, que son tanto o más importantes que la misma entrada. Ya me iréis comentando vuestras impresiones sobre los libros y películas (por cierto, hoy domingo he visto que en una cadena privada estaban emitiendo Los últimos días del Edén, una de las citadas), así como recomendándonos otros materiales que os parezcan interesantes.
Un saludo.
Milibrería, en efecto, La primavera silenciosa supuso un boom editorial en su día, y una revolución en la conciencia de miles de personas, que abrieron los ojos a una realidad que las empresas y los gobiernos no deseaban que aflorase.
Precisamente mientras llegaba a casa esta tarde venía escuchando la radio, y hablaban de la prohibición en Cuba de acceder a Internet desde los hoteles, y la dificultad que existe en el caso de las viviendas privadas de tener una conexión a la misma. También la importancia que ha tenido la comunidad de blogueros para que dicha medida haya sido suprimida por el gobierno. Aunque la novela no se editase en Cuba, existen ejemplares por Internet. Por supuesto, no apoyo en sí la piratería, pero sí que se pueda acceder libremente a la información. Por ello creo que Internet es una gran herramienta cuando por un motivo u otro no es factible acceder a la misma de primera mano. También de ahí mi defensa de los lectores de libros electrónicos para casos como este, o el de libros descatalogados ;)
Gracias por tu comentario. ¡Nos leemos!
Por supuesto, Azote ortográfico, el medio ambiente y su protección no es un objetivo: es el camino. Y se hace camino al andar, día a día, no una vez al año.
Bien sabes que es la senda que hemos escogido hollar, y que aunque esté repleta de baches y piedras, y en ocasiones parezca desviarse del final del trayecto, es el camino más seguro y satisfactorio de todos los posibles. Como bien dices, no hay satisfacción mayor que ser coherente con uno mismo, y luchar por aquello en lo que se cree.
Me alegra que os haya gustado la entrada, y las aportaciones que habéis venido haciendo la han enriquecido muchísimo. Gracias a todos por comentar.
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