domingo, 30 de agosto de 2009

El día que conocimos al lobo

Imaginad por un instante la siguiente escena: un hombre corpulento se aproxima al poblado portando en sus manos una pequeña esfera peluda. A él se acercan, curiosos, otros miembros del clan. Le miran intrigados por saber qué es lo que oculta y él, extendiendo hacia ellos sus manos, muestra el rostro diminuto de un lobezno con ojos azules, puede que el primero en convivir con el ser humano. Si lo descrito se os antoja interesante, digno de merecer vuestra atención y ya me conocéis un poco de antemano, tal vez os sorprenda algo si os digo que la lectura del libro Lobos y Hombres. Un conflicto de supervivencia (Desde la Prehistoria hasta nuestros días), de Juan Carlos Gil Cubillo, ha supuesto una decepción para mí.

El libro en cuestión es el segundo de una trilogía de ensayos en torno a la figura del lobo, en los que se repasan aspectos que abarcan desde sus rasgos fisiológicos y comportamiento hasta su interacción con el hombre y el medio cada vez más degradado en que se ve obligado a subsistir. Lo cierto es que el lobo, el gran depredador de la región Holártica, es mi animal tótem por excelencia. Si pudiera trabajar algún día con animales en la disciplina que más me apasiona (la Etología), sin duda el elegido sería el Canis lupus. Siendo así, ¿cómo es posible que el libro me haya defraudado? Mi amigo Alberto ya me advirtió de su desilusión al leer el libro cuando lo puso en mis manos hace unas semanas, en una de nuestras noctámbulas salidas campestres, y lo cierto es que debo secundar su opinión.

El ensayo comienza dando un repaso evolutivo previo con la intención de situarnos en el escenario de los hechos: partiendo de la evolución humana, muestra cómo nuestros ancestros pasaron de ser un buen entrante a la hora del almuerzo de todo tipo de depredadores a un serio competidor éstos, para llevarnos a los últimos momentos del Paleolítico y comienzos del Neolítico, donde las interacciones entre el hombre y el medio dejaron de ser pasivas para comenzar una relación de sometimiento de éste por parte de unos homínidos cada vez más inteligentes. En esta primera parte, salvando la natural enumeración de especies, extintas o no, el lenguaje usado por el autor es marcadamente pedante (no, no hay otra forma de describirlo), dificultando la lectura por lo engorroso del mismo.

En una segunda parte, la obra da paso a una visión claramente etológica, intentando describir cómo pudo producirse el sometimiento del lobo al hombre, siendo el Canis lupus la especie animal de la que se tiene fechada una domesticación más temprana. Este es un hecho de lo más curioso, porque el lobo es un animal harto inteligente, con un comportamiento complejo y difícil de controlar, como viene a demostrar el autor tras una serie de experimentos con animales troquelados (son aquellos que tienen contacto con el hombre desde los primeros días o semanas de vida, quedando marcados por una impronta que los vincula al ser humano), la domesticación del lobo tuvo que darse de forma muy paulatina, siendo complejo el hecho de mantener a varios animales en una misma tribu, ya que tenderían a formar una manada y terminarían abandonando a sus criadores humanos. También resulta complejo en los experimentos citados retirar al lobo de la carne, ya que mantiene comportamientos instintivos muy relacionados con este alimento y no resulta fácil separarlo de la presa, especialmente cuando cazan en manada. Todo lo expuesto constituye un enigma en torno a una domesticación de la especie que se produjo antes incluso que la de los herbívoros, a la sazón mucho más dóciles que aquél. Salpicadas por el texto encontramos narraciones pobremente descritas (demasiada adjetivación que distrae de un texto extremadamente simple) de experiencias de campo del autor.

Por último, el estudio se centra en la relación del lobo con el hombre en nuestros días, especialmente en lo tocante a los ataques a la cabaña ganadera, y cómo la figura del lobo, aún hoy, está fuertemente impresa en los miedos atávicos del hombre, lo que lleva a culparle siempre de todos los males que puedan acontecer a los rebaños, sea el lobo o no (pues en muchos casos se trata de perros asilvestrados) el causante de los mismos. En esta última parte algunas narraciones de pastores con los que ha conversado el autor también adolecen del intento del autor de convertir el ensayo en un texto literario (he comprobado que la próxima edición del Diccionario de la R.A.E. incluirá el término “literaturizar”, que se ajusta a lo que quiero describir, pero es que me parece abominable) sin conseguir hacerlo por ello más ameno o legible.

Se me antoja pensar que el autor intentó trasladar a su obra la singular capacidad descriptiva de un verdadero referente del movimiento en pro de la conservación de la naturaleza: Félix Rodríguez de la Fuente. El burgalés que supo despertar en un país aferrado a su pasado, que daba el nombre de alimaña a cualquier animal silvestre que no tuviera un aprovechamiento cinegético directo, el amor por la naturaleza, fue sin duda un comunicador nato, capaz de dotar de ese toque mágico de cuento de hadas a cualquiera de sus textos científicos o divulgativos espacios televisivos. También es posible que intentara emular al gran etólogo austriaco Konrad Lorenz, ganador del premio Nobel por sus estudios sobre comportamiento animal, y que cuenta en su haber con ensayos tan hermosos como El Anillo del Rey Salomón (algún día hablaré aquí de ese libro) o Cuando el hombre encontró al perro, ciertamente muy afín al que nos trae hoy al blog, pero que está escrito con un gusto exquisito.

Un libro es contenido y continente, es aquello que nos cuenta y cómo lo hace. Una buena historia que esté mal escrita terminará por aburrirnos, un argumento mediocre oculto tras bellas palabras será capaz de exasperarnos. En este caso, el resultado no es todo lo bueno que habría deseado, puesto que el objeto de la investigación se me antoja apasionante, ya que permite aprender muchísimo de ese antagonista que convertimos un buen día en nuestro más fiel amigo y que, a pesar de todo, nos hemos empeñado en mantener alejado de nosotros con todo tipo de trampas, lazadas y cuentos de viejas… Pero esto será un tema a abordar en otra ocasión.

Para quitarme el mal sabor de boca, os dejo con un vídeo de El Hombre y la Tierra, deseando que el canto del lobo no se extinga jamás de nuestras sierras.

29 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante tu entrada. qué malo que el libro sea una porquería, una vez me leí un libro en que el autor sostenía que el origen de el acercamiento del lobo al hombre fué la basura, sí, la basura que producimos donde habitamos, en aquella época huesos sobre todo.. era superinteresante y bastante plausible...

Anónimo dijo...

Oh, fuí la primera, como se ve que estoy en otro continente, ganándole a Isi , jaja.

Isi dijo...

Vaya, menos mal que te alertaron de que igual te llevabas una decepción con el libro, que si no, así sin esperártelo hubiese sido peor ;)
Mi único contacto con temas similares es la saga de "los hijos de la Tierra", en la que muestra la manera más "normal" de domesticar a los animales: la protagonista acoge a un lobezno (porque ella ataca a la madre y luego se siente culpable) y lo cría redireccionando sus instintos hacia la utilidad para el ser humano: le esneña a cazar con ella. También se supone en el libro que se domestica antes que a los herbívoros, lo cual me parece muy interesante, ya que no se comen! Es como un paso lógico: primero domestico lo que como, para tenerlo cerca, y luego lo que me pueda proteger a eso que me como, ¿no?

En fin, muy interesante el post. Yo me acuerdo un día que vimos unos lobos en invierno al lado de la carretera de mi pueblo: todo un espectáculo, aunque con las ventanillas del coche subidas, y un poco de miedo, todo hay que decirlo.

loquemeahorro dijo...

Qué identificada me he sentido como lectora de algunos textos "técnicos" o de divulgación, en los que el autor se perdía y de qué manera

Está claro que dominar un tema y saber explicarlo son cosas muy diferentes, y encima está esa tentación de resultar literario, tan perniciosa...

Elwen dijo...

Pues no he leído libros de este tipo y tengo pendiente los Hijos de la Tierra. Lástima tu decepción pero seguro que en tu búsqueda encuentras algo mejor :P

No voy a dejar pasar el comentario sin decir que me encanta los lobos ^_^. Lo que me sorprende es que siendo un Homo Lobus te lleves tan bien con los gatos.

Maribel dijo...

Homolibris
siento la decepción, cuando elegimos un tema que nos apasiona, tal vez las expectativas son más altas y tú como Lobosoft eres más exigente, seguro!
Cuando te leo recuerdo la catástrofe de Yellowstone al eliminar a los lobos, y que afortunadamente hoy están subsanando, pero como dices esos miedos persisten y son muchas las batidas en busca de "lobos asesinos"..., seguimos siendo depredadores competidores.

Me alegro de que nos acerques la figura del lobo y el video, me encantan los lobos, los perros, y cómo Loquemeahorro me sorprendo de tu relación con los gatos ;-)

Azote ortográfico dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Azote ortográfico dijo...

Como bien dices, el libro ha de ser "continente y contenido" y, en este caso, fallan los dos (he constatado de primera mano que el ejemplar es propenso al deterioro, aunque Homo libris luche contra los elementos para evitarlo, como buen amante de los libros que es).

La siguiente lectura te resarcirá, seguro. Si no, siempre te quedará Félix, que nunca defraudó.

Homo libris dijo...

¡Enhorabuena, Estodevivir, la verdad es que sí, llegas la primera con la diferencia horaria! ¡Ja, ja, ja! Me ha encantado lo de ganarle a Isi, más que nada porque ha sido la siguiente a ti :D Bueno, en cuanto al libro ciertamente no es una gran obra, pero no sé si degradarlo hasta el nivel de porquería, je, je. Eso sí, trata precisamente el tema del acercamiento del lobo como carroñero de los desechos del hombre, pero en esto sí he de coincidir con el autor en que no me parece ser la forma en que ocurrió. Principalmente porque el lobo es cazador antes que carroñero, una actividad a la que viene dedicándose en los últimos decenios pero fundamentalmente porque le hemos acorralado en su fragmentado su ecosistema. También porque en aquella época había caza abundante, aún existían algunas especies de la megafauna que terminaron por extinguirse con la entrada en el Holoceno (¿y la expansión del hombre moderno?) y los grandes rebaños de ungulados les proveían de abundantes presas. Además, está el tema de la domesticación, que según demuestran las experiencias con lobos modernos, sólo puede darse con crías de muy corta edad (hasta un máximo de dos semanas de vida) que sean acogidas y criadas por los humanos. En fin, que sin duda es un tema apasionante y muy, pero que muy interesante. Lástima, eso sí, que el ensayo en cuestión adolezca de los problemas que comentaba. Se trata además de una autoedición, por lo que imagino que no habrá existido ni tan siquiera la figura de un corrector de estilo en su elaboración.

Isi, en Los Hijos de la Tierra el encuentro de Ayla con Lobo es, como dices, de lo más normal (y correcto, ya que Auel se documentó exhaustivamente para escribir las novelas). De hecho, acoge al lobezno a muy corta edad, lo alimenta (aunque no recuerdo la forma de conseguir la leche) y aprovecha su instinto cazador para formar parte de “su manada”. La licencia de Auel con la historia de Ayla viene cuando domestica a una yegua (una potranca realmente), un hecho que, según parece ocurrió unos 5.000 años más tarde :) En cualquier caso, esta saga es muy, pero que muy recomendable.
En cuanto al avistamiento de lobos junto a la carretera de tu pueblo, qué otra cosa puedo decir más que te envidio hasta no sabes qué punto :P

Loque, la verdad es que en eso creo que coincidimos, aunque en este caso, tal vez porque buscaba en el libro “algo más” (por mi interés en el tema) me he sentido doblemente defraudado. La búsqueda de lirismo, máxime en una obra como esta, de carácter ensayístico, puede ser un arma de doble filo… De momento, no me han quedado ganas de buscar los otros libros del autor.

Homo libris dijo...

Elwen, se trata de una temática interesante si os llama la atención la naturaleza o el pasado remoto del hombre. En cualquier caso, no es el mejor libro para adentrarse en estos temas ciertamente fascinantes. Eso sí, te recomiendo Los Hijos de la Tierra, como novela (pre)histórica, de aventuras, de conocimiento de nosotros mismos y, por supuesto, por su impecable labor de documentación (aunque los descubrimientos de los últimos lustros hayan dejado en entredicho algunas de las experiencias de Ayla, la protagonista :) ).
En cuanto a mi relación con los gatos, ten en cuenta que uno de ellos se llama Lupo, aunque bien es cierto que el nombre no se lo pusimos nosotros, sino su anterior cuidador (que no propietario, recordad la esencia divina de Lupi ;) ). En fin, como suele decirse, lo cortés no quita lo valiente. Creo que no hay criatura a la que no le tenga aprecio (bueno, quizás reniegue un poco de la especie a la que pertenezco).

Maribel, la verdad es que las decisiones del hombre en torno al lobo (y a cualquier animal que haya sido competencia nuestra, o supuesto algún contratiempo en cualquier actividad) han sido en muchas ocasiones nefastas (y crueles, aquí sí cabe el adjetivo). Afortunadamente los tiempos cambian, y se está formando una conciencia en torno a la defensa del medio que, espero, no llegue demasiado tarde. Por otro lado, también se mediatiza de una forma realmente brutal… aunque esto es otro tema, que daría por sí solo para un extenso debate. Me alegra que te guste el gran superpredador del norte ;)

Azote, no me recuerdes la encuadernación, que eso ya clama al cielo… Eso sí, el libro ha quedado como nuevo tras pasar por quirófano ;) Con lo de continente quería referirme al “virtual” de las palabras y el estilo, como bien sabes, pero es cierto que el “físico” deja mucho que desear. Y sí, siempre nos quedará Félix, je, je :)

¡Besos!

Isi dijo...

Pues imagínate un pueblo donde en invierno creo que quedan 3 familias (vamos; unos 6 ancianitos, poco más), No hay ya tiendas: ni panadería siquiera (suben los panaderos/pescaderos/carniceros de un pueblo que está más abajo), en la montaña tirando hacia Asturias desde León, donde en verano a partir de las 8 de la tarde te tienes que poner un jersey y, a las 9, un abrigo.
Pues ese es mi pueblo.

La carretera para llegar a él fue asfaltada hace ¿4 años? y rodea una montaña. Pues en esa carretera hemos visto: ciervos, lobos, ¿mofetas? (no se, era de noche, y no se siquiera si mi pueblo es hábitat natural, pero se parcía muuuucho), jabalíes.... en fin, creo que serías feliz allí...

Jesús dijo...

Hola. Este tipo de libros no son los que acostumbro a leer, pero al final de tu entrada dices algo muy, pero que muy interesante, y que comparto plenamente contigo: "...Una buena historia que esté mal escrita terminará por aburrirnos, un argumento mediocre oculto tras bellas palabras será capaz de exasperarnos". ¡Y qué razón tienes!.
Un saludo

Anónimo dijo...

Me has recordado el programa El Hombre y la tierra, era tan bueno, aprendimos tanto! Ahora me está pasando algo: cada vez que pongo un canal que aquí se llama Multivisión, siempre hay documentales de animales, siempre, siempre, ya he llegado a dudar un poco de la veracidad de algunos. Es que le han sacado hasta la contrapelusa al tema, ya hasta la pata izquierda de una araña hembra me resulta más interesante que la derecha del macho... vamos!
Ojalá alguien me hiciera una crítica defavorable como la tuya!
La crítica! un género doblemente difícil...
Saludos,
AD.

Homo libris dijo...

Isi, sin verlo ya me he enamorado de este pueblo. Lo único que no me convence es que hayan asfaltado la carretera de acceso (sí, entiendo que el "progreso" debe llegar a todos lados, y que para los residentes supondrá sin duda un alivio... pero si de mí dependiera, viviría en uno al que no pudiera llegarse en coche :)). En cuanto a la fauna que comentas, la presunta mofeta sería con casi toda probabilidad un tejón. En fin, llevo un tiempo intentando convencer a Azote para irnos a un pueblo abandonado de Soria, aunque no sé si llegará a ser posible, de modo que por lo pronto me conformo con un viaje a Burgos el próximo año :D

Homo libris dijo...

Jesús, es que un buen texto es más que unir palabra tras palabra tras palabra en una sucesión inteligible de frases. En el blog de Elwen se debatía no hace mucho en torno a la nueva hornada de jóvenes autores y la calidad resultante de sus obras primerizas. Una discusión interesante, sin lugar a dudas.

Ade, lo cierto es que la calidad de los documentales de hoy día es realmente alucinante. Especialmente aquellos destinados a ser comercializados en cine, son un deleite para los sentidos. El hombre y la Tierra, con muchos menos medios, consiguió algo inesperado en aquella época: convencer a todo un país (o muchos, contando con su emisión en el extranjero). Eso sí, muchas de sus más famosas escenas también tenían su parte de trampa ;) Pero bueno, es más interesante el bien que se consiguió que cómo se llegaron a obtener esas imágenes.

Saludos.

Isi dijo...

Pues en Burgos seguro que hay más pueblos como el mío...
Lo de asfaltar la carretera era muy necesario, porque por el caminín, si te cruzabas con otro coche, había que vérselas y deseárselas (uno para delante, otro torcía un poco), y contando con que es una ladera y a la derecha tienes un barranco!!
En fin, la verdad es que yo no podría disfrutar tanto de los pueblos del sur, a mí me gusta mucho mi zona. jeje, aunque supongo que a todos les pase igual.

Yo no he oído muchas historias sobre lobos, la verdad, será porque por León tenemos buenos mastines en los rebaños; pero lo digo en serio, no se lo he oído a la gente del pueblo. Si se que bajaban en invierno hasta las puertas de las casas y había que espantarles, pero en cuanto a rebaños y competición por las ovejas, para mí es como un mito.

Homo libris dijo...

Sí, creo que en la zona de Burgos encontraré algunos pueblos como los de León... El caso es que me gustaría visitar la zona, ir, por supuesto, a Poza de la Sal, y visitar las excavaciones de Atapuerca. Vamos, un recorrido muy acorde al tema de la entrada, je, je.

En cuanto al lobo, posiblemente los mastines les hagan reprimirse un poco (aunque son tan inteligentes que pueden despistarles, haciéndoles perseguir a algún miembro de la manada mientras otros se hacen con alguna presa), y también los inviernos menos rigurosos, el menor número de lobos, y el cambio de conducta que sufren, yendo a cebarse a los vertederos (por desgracia, ya que alimentarse de carroña es un comportamiento anómalo en la especie) hagan más difícil el que puedan ser observados cerca de los núcleos de población.

En fin, a mí me encanta el norte, aunque como le decía a Azote en relación a un amigo nuestro que anteponía aquellos paisajes a los del sur, más áridos y agrestes, cada uno tiene su especial belleza y encanto. Incluso las zonas subdesérticas de Tabernas, o las zonas al norte de Baza con sus espartales, y las badlands en Guadix tienen una magia para quien desea perderse en esas tierras :)

Isi dijo...

Me ha gustado mucho la foto de los almendros, pero es que lo que yo veo es que está todo muy árido excepto ¿un mes al año? y es que me agobia ver todo seco.
Según sales de León hacia el sur es el comienzo de Tierra de Campos (de secano) y ya me desmoraliza sólo verlo ¡y me parece horrible! Todo de secano, todo de cereales amarillos... A mí lo verde como que me entra mejor por la vista.

En cuanto al tema lobuno, ya preguntaré cuando vaya, a ver si cuentan batallitas los ancianos, pero ya te digo que lo poco que he oído ha sido que en invierno llegaban a las puertas de las casas.

Homo libris dijo...

Isi, ya te comentaba que se trata de una apreciación personal, pero que es interesante verle el encanto a esas tierras. No hablo ya de los cultivos (si vas a zonas de secano, con zonas de cereales u olivar, al fin y al cabo se trata de un paisaje modificado por el hombre), sino de aquellas que guardan una flora y fauna más abundante de lo que pudiera parecer en un principio, y que tienen su particular encanto. Eso sí, no cabe duda de que "lo verde" entre más por los ojos ¿a quién no le gusta ver una montaña cuajada de árboles, o un sendero que se adentre en un bosque y en alguno de sus claros crezca la verde hierba? :D

Ya me contarás alguna de esas historias, porque no dudo que los lobos, en tiempo de hambre, llegasen buscando alimento hasta justo las puertas de los hogares.

Por cierto, con esto de hablar de los lobos y el invierno, acabo de recordar un maravilloso cuento tolkiendili de Alejandro Murgia. Se trata de El invierno de 1311 y os lo recomiendo encarecidamente. Si lo leéis, no dejéis de comentarme vuestro parecer :)

Saludotes.

La Belle Dame Sans Merci dijo...

¡Buenos días!
Estaba ya notando que mis colmillos se estaban afilando con las primeras líneas de tu entrada, hasta que nos has comentado que el libro era una decepción absoluta. No sé si sentir pena o alegrarme de no dejar más vacíos aún mis bolsillos. ;)
A mí también me encantan los lobos. Hace muchos años, cuando fui a León -¡qué tierra más fermosa!- a visitar el pueblo de un amigo mío (un pueblo perdido de la mano de Eru, como comenta Isi del suyo, de cuatro casas, encantador, pero no recuerdo el nombre, ¡aish!) vimos dos a lo lejos en el monte y fue una mezcla tremenda de emoción con algo de miedo.
¡Y el amor por los lobos no está reñido con el amor a los gatos! A mi gato Balder (tengo dos), una preciosidad de mezcla de Bosque de Noruega, le suelo llamar a veces "mi lobo", aunque no me preguntéis por qué. Quizás es por su relación genética con los bosques... XD Aunque también le llamo "mi rey león", "mi pelón"... XDDDD Y no tiene mucha personalidad lupina, la verdad. Yo creo que son los ojos. Los dueños de gatos somos así, ¡ja, ja, ja!
¡Un saludo!

La Belle Dame Sans Merci dijo...

¡Y con tanta emoción felino-lupina se le ha olvidado algo más! ¡Alejandro Murgia! Este hombre ganó varios Gandalfs, ¿no? Ahora en cuanto haga café y sea persona, me meto en el enlace y leo el cuento. ^^

MJGF dijo...

Qué lástima que no te haya gustado el libro.
Yo fui lobata hace como mil años y a mi Akela le encantaba contarnos cuentos de lobos. Mi Viejo Lobo preferido siempre fue el Hermano Gris.
Supongo que mi paso por la manada me dejó el amor por el Hermano lobo. Por eso siempre lo salvo en los cuentos (nada de piedras en la barriga, ahogamientos y demás barbaridades para él).
F

Homo libris dijo...

Alienor, no os preocupéis que la pequeña decepción que me ha producido la lectura de este libro me ha hecho pensar en otras obras que ciertamente merecen la pena sobre el tema, por lo que esperaba escribir una próxima entrada sobre las mismas. A ver si esas os hacen salivar por lo jugoso de su contenido :)

Si me encontrase con algún ejemplar de lobo por el norte, os juro que habría que amarrarme para no salir tras de él para observarlo. De ser una manada, posiblemente me embargaría la emoción y sería incapaz de dar un paso. ¡Ains, que lagrimillas de emoción! XD

Algo que parece común entre los amantes de los gatos y los lobos es el dar infinidad de nombres a nuestros mininos. Creo que Lupi puede tener más de 20 nombres distintos a sus espaldas, y ya traía algunos “de serie”. De Hemisferio (¿?) a Aquiles (¡!), pasando por Claxon, Meónidas (mejor no preguntéis) o Colombo XD

Y sí, el cuento es de Alejandro Murgia, alias “Bungo Bolsón”, ganador a la sazón de varios Premisos Gandalf (el primero de ellos, si no ando errado, por El invierno de 1311.

Fulgida, me alegro saberte de la manada, je, je. Coincido plenamente contigo: perrerías al lobo las justas en los cuentos infantiles o selváticos… ¡y con cuentagotas! :)

¡Saludos!

Ascen dijo...

Veo que has suscitado una interesante charla con tu entrada, por cierto muy buena y que he leído atentamente. En cuanto a los autores pedantes que dan la sensación que quieren decirnos "Mirad que listo soy y que lenguaje utilizo" a mí me hacen incluso enfadar, me dan ganas de decirles "Perdona bonito, pero escribes para mí, no para tu profesor, que te enseñó tan altisonantes y maravillosas palabras. Te tengo que entender para luego decidir si me gusta lo que cuentas" y a partir de ese momento el libro empieza a gustarme un poco menos, ya sólo por eso.
Y lo de intentar emular a Félix (de Konrad Lorenz, a pesar de haber oído hablar de la obra que mencionas, no he leído nada y por eso no opino) tiene que quedarse en eso un intento de emulación, pues como bien dices el Sr. Rodríguez de la Fuente era un comunicador excepcional, que consiguió que cualquier español pudiera charlar de manera entusiasta sobre la vida animal después de haber visto sus interesantes documentales. Yo era pequeña cuando los ponían en la tele, pero en mi casa veíamos con mucho interés el maravilloso vuelo del Buitre Leonado, por ejemplo. No hablo del Hermano Lobo pues ya sabemos todos que ese era la estrella de su programa. Si hacía trampas o no con las grabaciones, o si no era especialmente docto en la materia, creo que, en efecto, era secundario. Consiguió el fin que se proponía.
Perdonad por la extensión del comentario. Me doy cuenta de lo largo que es cuando ya estoy acabando. :|
Besos.

Homo libris dijo...

Ascen, es cierto que el autor debe (o debería) escribir para transmitir algo. Las palabras que se escojan para ello deberían ser las más adecuadas para lograr el entendimiento (y disfrute) del lector. Obviamente, en muchas ocasiones primará el elemento estilístico sobre cualquier otro, lo que no es lógico es que sea en un ensayo, sobre todo cuando entorpece la lectura.

En cuanto a Félix, era un comunicador nato, y gracias a que las circunstancias ayudaron (falta competencia televisiva, la suerte de darse a conocer gracias a la restitución de la cetrería en nuestro país) su labor difícilmente sería repetible hoy día. En cuanto al “trucaje” de los documentales, sinceramente hoy día todos se llevan a cabo así, y tiene su razón de ser. En cualquier caso, esto redundó en un beneficio inconmensurable, y el fin justificó los medios.

Saludos.

HLO dijo...

Parece muy interesante el libro. A mí me intriga especialmente esa relación animal-humano
(www.lacavernadeplaton); he escrito algo sobre ello.

Unknown dijo...

No me he podido aguantar.Te dije que el libro estaba hecho con papel de cebolla, porque lloras de lo malo que es.Entiendes ahora porque estaba en los libros usados no?. jajaja.El autor estropea una tematica que a ambos nos apasiona con una narrativa que no se puede describir, ni es cientifica, ni es literaria.Para escribir un libro hace falta trasmitir, y este trasmitir, trasmitir...Es uno de esos libros que no dudas en sacar de la estateria, para calzar una mesa coja o algo asi.Menos mal que tu has trasmitido lo que el autor no ha sabido.Te prometo que el próximo te compensare con creces.
Y por supuesto, que el lobo siga aullando por estas Españas y haciendo tan buen turrón. ;-).

Homo libris dijo...

HLO, la temática es apasionante, pero el autor no ha sabido plasmarla adecuadamente... una pena, la verdad.

Homo libris dijo...

¡Alberto! ¡Apañero! ¡Amigo! (¡cuántas palabras que comienzan por "a"!) ¡Que alegría tenerte por aquí, jejeje!

Pues sí, la verdad es que el libro es como me dijiste (penoso), porque estropea un tema muy, pero que muy interesante. Es tarde andaré ya por nuestro querido y amado pueblo, así que ya te aviso para que nos veamos cuando puedas y te lo devuelvo. Aunque eso sí, te agradezco que me lo hayas descubierto igual que si hubiera sido magnífico :D

Lo mismo te interesa leer el libro que comento de Ramón Grande del Brío, aunque resulta un tanto árido para las noches lusitanas ;) Si te apetece, te lo llevo cuando vayas a ponerte con él.

¡Ah! Y que el libro no sea todo lo bueno que podría no es tan malo. A ver si hacemos una escapada a la Sierra de la Culebra, vamos calentando motores con la idea que tenemos con el otro cuervo, y el próximo libro es sobre el lobo, ¿qué te parece? ;)

Un abrazote inmenso. Tanto como el aullido del lobo en las sierras españolas.