viernes, 22 de enero de 2010

En la onda

Últimamente varias ocupaciones me mantienen algo apartado del blog e, incluso, de los libros (de los que más me apetecería leer al menos) pero, como suele decirse, no hay mal que por bien no venga. Ya que el tiempo es escaso, intento incrementar los réditos que obtengo del mismo, y estoy aprovechando para recuperar la sana costumbre de escuchar la radio de forma habitual y localizar programas de mi interés.

Uno de los aspectos más interesantes de la radio de hoy día es que es posible, en muchos casos, encontrar los programas disponibles para su escucha y descarga en la propia página web de la emisora en cuestión, lo que nos permite retrotraernos al pasado, recuperar ese debate que tanto nos interesó o algún programa que no pudimos escuchar. O, simplemente, profundizar en el conocimiento de este otro que acabamos de descubrir y que tanto nos ha gustado.
Ya de niño grababa programas de radio para escucharlos una y mil veces en mi vetusto (pero aún operativo) reproductor portátil (el afamado walkman en una de las múltiples versiones clónicas que aparecieron con el paso de los años). Eran, generalmente, programas musicales o temáticos sobre ciencia, tecnología, arte o literatura… De entre todos, hay uno del que guardo un recuerdo muy grato; “La noche de los sabios” de Canal Sur Radio, en especial el periodo en el que lo presentaba Jorge Prádanos y por el cual terminaba durmiéndome en verano a las tres o cuatro de la madrugada diariamente. Como la cabra tira al monte, los programas hacia los que he desarrollado una particular adicción estos días poseen un cariz similar a los que citaba anteriormente y se emiten, la mayoría de ellos, en emisoras públicas de difusión nacional. Como algunos tratan sobre libros, voy a cometer la osadía de recomendároslos (los de otra índole posiblemente los incluya en una mini-entrada en alguno de mis otros blogs). Si no los conocíais, espero que os gusten; si sí, que sigáis disfrutándolos.

“Literatura en Breve” es un programa sobre libros que se emite los fines de semana en RNE, en el que tienen cabida reseñas, entrevistas con los autores y novedades editoriales. Resulta también de interés “Sueños de Papel”, un microespacio sobre literatura (con un especial enfoque en la literatura infantil y juvenil) que en unas “píldoras” de apenas 5 minutos es capaz de abrirnos el apetito lector. Una línea ciertamente más "azotil" se adueña de las ondas si escuchamos “Hablando en plata”, otro espacio radiofónico de gran brevedad que nos acerca a las diferencias que existen entre palabras muy similares en su grafía, o que pueden ser algo menos conocidas o su uso no demasiado frecuente. “Un idioma sin fronteras” hace hincapié en nuestra lengua, el castellano, en su historia y, claro está, en la literatura.

Otros programas, aunque no centrados específicamente en temas literarios sí que incluyen de cuando en cuando emisiones que tocan temas más afines a este blog homolibresco. Mi lado oscuro queda cubierto por “Desde el infierno”, un programa sobre el terror en todas sus manifestaciones, lo que incluye a los autores y literatura del género. En “Un mundo feliz”, que posee un enfoque totalmente opuesto, entrevistaron el primer día del año al periodista Miguel Jara, especializado en publicaciones sobre salud y que cuenta en su haber con varios libros sobre el tema. El motivo de la visita era tratar el lanzamiento de su último libro, La salud que viene, que denuncia las estrategias que ponen en práctica la industria farmacéutica para vender más productos y el “mercado del miedo” de las nuevas y (supuestamente) devastadoras enfermedades que están surgiendo. De gran interés resulta, a mi parecer, el apartado sobre enfermedades como la Sensibilidad Química Múltiple, sobre la que también hablaron hace unos días en “Carne Cruda”. En este último programa entrevistaron además, durante la misma semana, al conocido autor de bolsilibros Curtis Garland. A algunos lectores del blog me consta que os resultará interesante, especialmente a Fulgida (a la que doy gracias, además, por el excelente artículo que me hizo llegar a través de Azote).

Como veis, un cúmulo de nuevos caminos abiertos que, espero, no tenga que cerrar en mucho tiempo. Los de aquí, los del blog, espero despejarlos en breve. Entretanto, por supuesto, un abrazo y

¡felices lectura y escucha!

martes, 5 de enero de 2010

Gente con criterio propio.

Aunque los libros son la puerta al mundo de los sueños, como apuntaba Elwen por aquí, también constituyen una de las mejores formas que conozco de encontrarnos a nosotros mismos. Y de cuestionar cuanto nos rodea, como dice Eco en la cita que Leara nos trae esta semana. Los libros son tan necesarios para el hombre (para el Homo libris) como lo somos nosotros para ellos. Lammermoor nos dice que todos tenemos un poco de Bastian, el protagonista de La historia interminable de Michael Ende, y es cierto, aunque tal y como afirmaba Bradbury, "para que desaparezcan los libros no hace falta quemarlos, solo que la gente deje de leerlos". Leamos pues, sin dejar concesión alguna, como nuestro R. en el pasado diciembre, atrevámonos con Tolkien, que habría cumplido años hace un par de días (¡felicidades, querido profesor), más allá incluso de su famoso El Señor de los Anillos. Nuestra vida y salud mental lo agradecerán, aunque no siempre lo parezca.

En ocasiones, el humor se alía con nosotros para conseguir que la gente lea:



¿Esta es la juventud que nosotros queremos, eh? ¿Gente con criterio propio, eso es lo que queremos? ¿Que no se deje influir por opiniones de terceros, eh?
Collejeros "Adictos al libro" (José Mota) - Con el vértigo en los talones (1:46)

Lo vi el otro día y me encantó. Y aquí os lo traigo, a ver si os gusta.

viernes, 1 de enero de 2010

Jugando con el tiempo

Resulta delicioso poder jugar con el tiempo, no a la manera científica y realista que Einstein expusiera en su Teoría de la Relatividad General sino, simplemente, con un sencillo truco que jamás podría alcanzar la categoría de la magia y que consiste meramente en que el momento en que escribo pertenece al año 2009 y, sin embargo, sólo verán la luz de su publicación cibernética en los primeros segundos del próximo 2010, justo cuando buena parte de este país esté pendiente de las campanadas que anunciarán la llegada de este. Por supuesto, no puedo hacer nada con la diferencia horaria de las Canarias (lo siento, Elwen ;)), ni por todas las personas que sobreviven en un inframundo donde las alegrías del cambio de año son más bien pocas. Bueno, tal vez sí pueda hacer algo, y es recordarlas, traerlas aquí de una forma tan presente como lo hace el libro que constituye el origen de la entrada de hoy y que, en ciertos aspectos, tanto me ha recordado al Londres descrito por Dickens. Eso sí, no estamos ante un folletín, sino frente a una novela que parece destilar la mejor esencia de las aventuras decimonónicas de Dumas, Stevenson, Scott o Verne, entre otros.

Conocí el libro gracias a la recomendación que hiciera Alienor en su blog, hace ya unos meses. En estos últimos años, una vez reconciliado con la Fantasía tras numerosos encuentros en el pasado con bodrios y obras infumables de todo tipo, he estado abierto a encontrarme con obras de gran calado y que, ciertamente, merecen sobradamente la pena. Entre ellas se cuentan, por ejemplo, Canción de Hielo y Fuego, de George R.R. Martin, la saga de Geralt de Rivia, de Andrzej Sapkowski y obras de Ellen Kushner como A punta de espada y El privilegio de la espada. Así que, cuando nos dijo que Las puertas de Anubis, de Tim Powers, era una obra más que recomendable, con viajes en el tiempo, magia egipcia y ¡Coleridge! tuve que hacerme con él.

Lo cierto es que comencé a leerlo hace unos meses y, cosas del trabajo, decidí dejarlo. No terminaba de centrarme en él, aunque ya su prólogo me atrapó, y andaba leyendo varios ensayos a la vez y, no sé porqué, pensé que tenía que darle tiempo. Dejar que llegase su momento, cuando ningún otro interfiriese demasiado en su lectura. Así fue que pasaron los meses y, llegando noviembre, lo tomé una vez más de la estantería. Y fue la definitiva. Devoré sus páginas con la necesidad de saber qué ocurría más allá, siguiendo a Brendan Doyle en un loco (pero deliciosamente bien tramado) viaje en el tiempo desde los años 80 del pasado siglo hasta el Londres de 1810, donde las conjuras de malvados de una y otra época se unieron para derrocar reyes e instaurar a otros, seguidores de antiguos y (no tan) olvidados dioses. A todo esto asiste nuestro querido Doyle, especialista en literatura que se embarca (¿qué otra palabra usar si no para surcar océanos de tiempo?) en este viaje para asistir a una conferencia de Coleridge y que no regresará a su tiempo porque... bueno, no os diré más que un payaso que deja al de It a la altura del betún dirige una compañía de ladrones en los suburbios londinenses, que andan en el juego unos gitanos que obedecen al ka del doctor Romanelli y un ser transmutador de almas que es capaz de apoderarse de los cuerpos de otras personas y que Doyle intentará conocer al poeta en que es especialista, William Ashbless, aunque quién sabe si lo conseguirá…

Ah, y también añado que tenéis que leerlo, que os va a encantar, que revisando los libros que he descubierto durante 2009 en el blog no he encontrado ningún otro que me haya apasionado tanto (y los hay que me han gustado, y mucho). Y es que su toque decimonónico hace que me retrotraiga a la infancia, a esas novelas inolvidables que escribieron algunos de los autores que mencionaba al comienzo y que, para bien o para mal, han hecho que mi estilo al escribir sea, como lo describe Azote (y coincido con ella, aunque no consigo cambiarlo) “excesivamente adjetivado” y, añado yo, “demasido engolado”.

En un resumen que no es mío pero que suscribo palabra por palabra, “Si te gusta leer, Tim Powers. Si te gustan las buenas historias bien narradas, Tim Powers. Si te gusta la literatura clásica, Tim Powers”. ¿Qué hacéis aún aquí, insensatos? ¡Corred, corred a por Las puertas de Anubis! ¡No viváis en la ignorancia en que lo hacía yo antes de conocerle! ;)

Por cierto, en mi lista de pendientes para 2010 ya se encuentran La fuerza de su mirada. Por lo pronto, y aunque me consta que es una novela primeriza, ya tengo por aquí Esencia oscura, que encontré en una librería de ocasión, esperando a ser leída. Eso sí, antes vendrán Amaya y los vascos en el siglo VIII, de Navarro Villoslada y Los años perdidos de Sherlock Holmes, de Jamyang Norbu, un pastiche holmesiano que no pinta nada mal. Ante la conjunción de estos títulos no me queda más remedio que afirmar:

¡Viva el XIX!

P.S.: Os dejo, como no podía ser de otro modo, con la visión de Iron Maiden de la Balada del Viejo Marinero incluida precisamente en su disco más egipcio, "Powerslave".