viernes, 8 de mayo de 2015

El club de las buenas lecturas

En los últimos meses he llegado a sentirme relativamente satisfecho con el ritmo que he llegado a imprimir a mis lecturas. No es una satisfacción plena, en absoluto, pero sí que puedo considerar meritorio haber vuelto a leer como no lo hacía desde tiempo atrás.

Algo de mérito tiene la red social Goodreads, un punto de encuentro entre libros y lectores que ha servido para organizarme y no abarcar demasiadas lecturas a la vez y ha supuesto el aliciente que necesitaba para retarme a mí mismo y para ir descubriendo nuevas lecturas a partir de las actualizaciones que realizan otros lectores.

A lo anterior ha venido a sumarse la iniciativa de hacer uso de la biblioteca pública de un barrio aledaño al que ahora nos acoge. Cierto es que tengo en casa numerosos libros esperando ser leídos. ¿Qué puede aportarme entonces una biblioteca pública? Muchas cosas, en verdad. La obligación de no empezar demasiados libros a la vez, tanto por el límite de préstamos como por la fecha límite para devolverlos; la frescura de ir de caza a la aventura, algo que tenía muy olvidado, y que no consiste en otra cosa que dejarse llevar entre los estantes, acariciar los lomos, observarlos, sacar ese libro que te llamó la atención por su título, color o tamaño, observar su portada, hojearlo y, finalmente, volver a dejarlo en su lugar o, por contra, tomarlo y llevarlo con nosotros.

Sin embargo, nada de esto lo he venido a trasladar al blog. Sigo, no termino de encontrar el motivo, en dique seco. Me apetece escribir, tengo historias que me gustaría contar, se me ocurren ideas pero no termino de encontrar el momento de plasmarlas ni la voz con las que contarlas. De hecho, la primera entrada del año Así que me he planteado enlazar desde aquí mi perfil de Goodreads por si os interesa, por si queréis saber  qué derroteros siguen mis lecturas y, sobre todo, por si os interesa la red social o, si ya formáis parte de ella, queréis decírmelo por si no os he encontrado y agregado como amigos antes.

Y, con esto, os deseo un fin de semana repleto de buenas y felices lecturas.

jueves, 1 de enero de 2015

Año nuevo, entrada nueva

Alguna vez he hablado en el blog de la «caza» de libros. Recorrer librerías tratando de encontrar ese título que tenemos en busca y captura desde hace tanto. Rastrear Internet en un desesperado intento de localizar un libro que deseamos leer y que aparece como descatalogado desde hace tanto tiempo. También hemos tratado en alguna ocasión sobre el instinto que nos hace fijarnos en una determinada portada, en un título, en esa sinopsis que leemos en la contraportada o en las solapas de un libro que vemos en un estante, que tomamos en nuestras manos y que sabemos que vendrá con nosotros lo queramos (y, en verdad, lo queremos) o no. 

Creo, sin embargo, que no he hablado antes por aquí de una forma ciertamente errática, azarosa, que ponía en práctica hace tiempo, para elegir algunas de mis lecturas. Tiempo atrás solía ir mucho más a la biblioteca pública de lo que lo hago ahora. Un hábito que deseo recuperar, por otra parte, ya que creo que nuestras bibliotecas merecen todo nuestro apoyo y que requieren de los lectores para seguir abiertas. El caso es que, con esto de vivir relativamente lejos de la Biblioteca Provincial de Málaga, únicamente de cuando en cuando me animo a acudir a la misma para sacar algunos libros, casi siempre previa consulta del catálogo bibliográfico en línea. A tiro hecho, como suele decirse. Cuando vivía en Granada solía ir a la biblioteca de mi pueblo y a la provincial de Granada, pero es cierto que aquí, en Málaga, teniendo un par de barrios con biblioteca cerca, no tengo perdón a este respecto. 

Volviendo al hilo principal de esta entrada, que, para ser la primera de 2015, ya estoy desvariando demasiado, os decía que tenía una forma particular de elegir algunas lecturas. Se trataba, simplemente, de deambular erráticamente entre las estanterías de la biblioteca, sacando libros al azar, echándoles un ojo, leyendo su argumento, o la breve reseña biográfica del autor, o algunas páginas al azar. Si el libro me llamaba la atención por un motivo u otro, se venía conmigo a casa. Si no, lo devolvía a su sitio y proseguía con mi práctica. De esta forma, podía encontrarme con lecturas abominables o descubrir maravillosas historias. Incluso algún filón-autor habré descubierto así. ¿Y vosotros? ¿Os dejáis llevar por el instinto a la hora de elegir lecturas de algún modo similar?

El caso es que hace unos días acudí a la biblioteca de la Colonia de Santa Inés. Una biblioteca de barrio pequeñita, ubicada en un edificio encantador de tejas azules y verdes, con apenas una sala de lectura donde, en las estanterías apoyadas contra sus cuatro paredes, podemos encontrar todos los fondos que posee. Pero, incluso así, tiene una interesante diversidad que ofrecer a sus lectores. De esa visita traje conmigo tres libros que constituyeron las últimas lecturas de 2014 y que darán pie a las tres primeras reseñas de 2015 en el blog. En los próximos días las tendréis por aquí, deseando animar esta bitácora que, durante el año pasado, estuvo demasiado silenciosa.


Mientras tanto, os dejo en buena compañía. La de la lectura que hayáis elegido para iniciar este día. 

¡Feliz Año Nuevo!