Aunque hasta la fecha nunca las he titulado así, ciertamente de cuando en cuando dejo caer alguna entrada con lecturas pendientes o recientes adquisiciones. Me resultan curiosas porque se trata de entradas que tienen un poco de exhibicionismo y dan pie al voyerismo de quienes queremos saber qué andará leyendo nuestro “bloguero” amigo dentro de poco. También hacen gala, a mi parecer, del deseo de compartir con quienes sentimos afines el placer de abrir un nuevo libro y hojearlo, disfrutar de su portada, del peso de sus páginas, del olor de estas… Sí, puede ser que no todo podamos transmitirlo pero, qué duda cabe, el placer del descubrimiento compartido lo compensa.
Así, desde hace un tiempo tengo pendiente escribir estas líneas. Fue hace unas semanas, durante la última visita que hicimos
Azote y yo a nuestra querida “librería de Babel” (por la ingente cantidad de títulos que tienen en cualquier idioma conocido del orbe terrestre) en Torremolinos, cuando encontré un libro cuya lectura me está encantando. Se trata de una guía histórico-artística de la ciudad de Granada, editado originalmente en la década de los años treinta del pasado siglo que he conseguido en su séptima edición, de primeros años de los ochenta. Fue este libro el que me dio la idea de escribir una entrada sobre algunos de los libros de Granada con los que me he hecho en los últimos tiempos. Como veréis, los hay de variados tipos, colores y para todos los gustos.
Como los últimos serán los primeros, que sea Granada, guía artística e histórica de la ciudad quien dé comienzo a nuestra andadura por tierras nazaríes. De los granadinos de la época (hablamos de los comienzos del siglo XX, aunque en bastantes aspectos poco cambiaría de la descripción) nos dice que son:
Fogosos y espiritualmente complicados, cerradamente localistas a veces y, a veces también, por paradoja, dejando escapar su espíritu tras todo valor universal, los granadinos, andaluces ariscos, más amantes de la gravedad que del regocijo, más irónicos que alegres y, cuando alegres, sobrios en su alegría, más concentrados que expansivos, de inteligencia ágil y percepción aguda, ponen su acento sutil y grave en el idioma íntimo de Andalucía, como Córdoba viene a dejar en ella un vago eco romano. Acentúa este carácter un matiz de indolencia en el que apoya un concepto fatalista de la vida, lo que les defiende del entusiasmo inmediato y fácil, tendencia manifestada en refranes y modalidades expresivas del lenguaje.

Este libro, tras introducirnos el medio físico de la provincia, en la idiosincrasia de los granadinos y algunas de sus (nuestras) tradiciones, invita a recorrer la ciudad en diversos trayectos en los que se nos irán descubriendo sus rincones y leyendas, así como los innumerables monumentos que acoge y la historia de sus gentes. Como decía más arriba, me está encantando descubrir aspectos desconocidos de la ciudad, los orígenes de algunos de sus edificios más emblemáticos y a quienes estuvieron detrás de su construcción. Sin duda alguna, se trata de la mejor guía histórica de Granada que he podido ver hasta la fecha, cuya lectura es un verdadero placer literario y en la que las fotografías que ilustran el texto son verdaderas preciosidades.

De la mano de Alberto (un amigo cuya presencia en
Andanzas de un Trotalomas es bastante recurrente) llegó a las mías
El Real Sitio Soto de Roma, un libro que profundiza hasta niveles realmente increíbles en el devenir histórico de la antigua propiedad rural de los reyes nazaríes que, tras el reparto que llevaron a cabo los Reyes Católicos de las tierras de la Vega de Granada entre sus nobles tras la reconquista de la ciudad, tuvieron buen cuidado de guardarlas para sí para darle los usos de lugar de recreo y coto de caza. Tiempo después, en fecha indeterminada, se construiría en el lugar un palacete que recibiría el nombre de Casa Real (al parecer, en la época de la regencia de Felipe II aún no existía el edificio), rodeado en aquella época de árboles y jardines exóticos según figura en documentos de Pedro de Aguilar almacenados en el Archivo General de Simancas. Delimitando el sur de aquellos parajes una atalaya, denominada Torre de Roma, continúa erguida entre cultivos y choperas en la actualidad. El libro de José Cuevas va desglosando la historia del Soto y de los municipios cercanos, de las gentes que allí vivieron y del uso que se dio a estas tierras feraces, hoy tan castigadas por el urbanismo y las infraestructuras, recordándonos la singularidad de este entorno y lo necesario que ha sido siempre para la subsistencia de los granadinos, aun en tiempos de hambruna. Acompaña al libro un CD-ROM repleto de documentos que hacen aún más valiosa e interesante la lectura de aquel.

De la última "Feria del Libro Antiguo y de Ocasión" a la que pude acudir en Granada traje conmigo una guía sobre los pueblos de la Alpujarra, territorio este compartido entre mi provincia y la de Almería cuya visita os recomiendo fervorosamente si aún no la conocéis. Se trata de un voluminoso ejemplar (dejo la sombra del libro en la fotografía para que podáis apreciarlo, je, je) que tengo conmigo en Málaga desde hace ya cierto tiempo (como ocurre, por otro lado, con todos los libros que aparecen hoy en el blog) porque me gusta echarle un vistazo, de cuando en cuando, y descubrir algún lugar pintoresco que marcar en el mapa para futuras escapadas por esta comarca. Como buena guía, la ilustran fotografías en color y blanco y negro que amenizan cualquier ojeada que le dediquemos al libro, bastante interesante en sí mismo aunque, en este caso, os invito a descubrir los pueblos alpujarreños por vuestro propio pie.

Ya que nos encontramos visitando la Alpujarra, podemos aprovechar la visita para descubrir las singularidades geológicas de Sierra Nevada. Para ello, qué mejor que una guía de campo como la que tuvo a bien (al igual que ocurrirá con la siguiente) regalarme Alberto hace algún tiempo. En ella se presentan una serie de itinerarios por el magnífico macizo montañoso gracias a los cuales podremos contemplar algunos de los parajes más hermosos de los parques Natural y Nacional de Sierra Nevada. Es un libro que he disfrutado enormemente este año, como complemento a la asignatura de Medio Físico que he estado cursando y que nos recuerda, a quienes disfrutamos en el campo de todo lo vivo, que la materia que subyace inerte bajo nuestros pies guarda en sí misma una historia de maravillas dispuesta a ser narrada a quien sepa escucharla.
Termino de momento el recorrido por Granada con un momento efímero pero hermoso. Es el tiempo de las orquídeas y estas florecen en muchos de nuestros campos. Cuando llegue la próxima primavera fijaos en ellas, en sus delicadas formas, en lo singular de su apariencia. Esta guía de orquídeas hará más interesante, si cabe, la observación.
Me despido recordando a Granada tal y como la describiera en 1337 el geógrafo y Secretario del Estado Egipcio, Ibn Fadl Allah al-‘Umari,
Granada es una gran ciudad de forma circular y encantador aspecto, en la que abundan los árboles, las aguas, los jardines y los frutos, y poco expuesta a los vientos, por estar rodeada por todas partes de montañas. Sus aguas tienen su origen en dos ríos importantes: el Genil y el Darro; el Genil desciende del monte Soleir, al S. de la ciudad, que es un pico elevado, del que nunca desaparece la nieve, ni en estío ni en invierno, que, por consiguiente, es muy frío, de donde resulta que Granada lo es también en invierno, pues no está apartada de aquel pico más que unas diez millas... Tiene fuentes de agua abundantes y árboles de especies variadas; particularmente, las manzanas y cerezas de Balbeck difícilmente pueden encontrarse iguales en el mundo entero, pues son tan bellas y tan dulces que de ellas podrían extraerse miel; también hay nueces, castañas, higos, uvas, fresas, bellotas, etc. en la sierra se encuentran plantas medicinales parecidas a las de la India y una hierba que se emplea como remedio, que los botánicos conocen muy bien, y que no se encuentra ni en la India ni en otras partes.