No me prodigo últimamente demasiado con las entradas del blog, pero resultaría de todo punto impensable que dejase pasar la ocasión de hablaros de uno de los libros que posiblemente más haya citado por aquí. No hace mucho terminaba de leer El expediente Barcelona, la primera de las novelas de Francisco González Ledesma en la que hace aparición el inspector Méndez, protagonista de tantas obras imprescindibles del autor, y he de decir que me ha encantado. Si bien la lectura se ha prolongado mucho más de lo que habría sido habitual para un libro de poco más de 300 páginas, ya que lo he leído en el poco ortodoxo soporte de mi móvil, aprovechando momentos vacíos y trayectos en transporte público cuando no llevaba un libro encima, lo cierto es que la he disfrutado hasta el punto de releer sobre la marcha fragmentos y capítulos completos, y estoy deseando hacerme con una copia en papel, ya que fue reeditado no hace mucho (y es que, señoras y señores que “velan” por la cultura, los libros electrónicos no tienen que suponer forzosamente la muerte de los tradicionales).

En El expediente Barcelona Ledesma nos llevará a los barrios de Barcelona que tan bien conoce, como no podía ser de otro modo, para descubrirnos las entretelas de un caso de terrorismo en el que aparecen vinculadas figuras de la burguesía catalana y los nuevos sindicalistas del posfranquismo en una historia hilvanada con una fina ironía, con el profundo desencanto de los que abandonaron sus ideales y con un amor interesado e inconstante.
En la novela se palpa el conocimiento que tiene el autor sobre el mundo del periodismo, de la abogacía y del movimiento obrero en la Barcelona de la época (no hay que olvidar que este abogado, dedicado a la literatura desde su juventud a pesar de ser censurado por el franquismo, tuvo que trabajar para Bruguera como escritor de novelas populares y como abogado de la editorial, y que además llegó a ser redactor jefe de La Vanguardia), y constituye un fiel reflejo de la sociedad barcelonesa de aquel entonces; un ejemplo en toda regla de la novela negra de corte social en España que conviene no perder de vista.
Por lo pronto, a mí se me ha abierto el apetito por la novela negra, un mundillo en el que hacía tanto que no me adentraba más que por las imprescindibles reseñas de
Lammermoor o de
Alice Silver, y que me apetece saciar continuando con la lectura de la “Serie Méndez”. Me esperan, por tanto, en cuanto dé buena cuenta de los libros que tengo entre manos,
Las calles de nuestros padres. Entretanto, os invito a disfrutar este verano de esta impactante novela y os dejo con algunas de las apariciones de fragmentos de la misma en el blog y con la entrevista a González Ledesma.
¡Feliz lectura!