lunes, 25 de mayo de 2009

La Puerta de los Cordeleros

"Después dijeron que aquel hombre había venido desde el norte por la Puerta de los Cordeleros. Entró a pie, llevando de las riendas a su caballo. Era por la tarde y los tenderetes de los cordeleros y de los talabarteros estaban ya cerrados y la callejuela se encontraba vacía. La tarde era calurosa pero aquel hombre traía un capote negro sobre los hombros. Llamaba la atención."
Geralt de Rivia, el personaje creado por el autor polaco Andrej Sapkowski, ha venido a revolucionar la concepción popular existente en torno a la literatura fantástica. Aunque el personaje nació hace más de dos décadas, no ha sido hasta hace poco más de un lustro que el brujo albino campa a sus anchas por nuestro país, de la mano de la editorial Bibliópolis, que tanto ha estado haciendo por renovar la que parecía cansada voz de la fantasía, recogiendo el testigo de la que hasta entonces fuera la editorial de referencia en este género, Minotauro (de Timun Mas, salvo alguna que otra honrosa publicación, mejor ni hablamos). En mi caso descubrí al brujo en la edición que Círculo de Lectores dedicó a sus dos primeros libros de cuentos (El último deseo y La espada del destino). El resto lo seguí en Bibliópolis, una serie de cinco libros -del que falta por publicar el último, que cierra las aventuras de Geralt- que constituyen una única novela (una novela río con todas las letras). Desgraciadamente, debido a una extraña maniobra editorial de Alamut, que está recogiendo prácticamente todo el fondo editorial de Bibliópolis, la publicación de este último título, La dama del lago, se está posponiendo hasta límites realmente vergonzosos, pero evitaré entrar al trapo con este tema.

La prosa de Sapkowski ha venido a traer a las letras polacas la voz de la calle, plasmada singularmente en sus continuos, chispeantes y divertidos diálogos. Claro está, con la traducción este matiz se pierde, pero no deja de permitir entrever la genialidad de los mismos. Desde que comenzó a ser reconocido por la crítica y sus lectores a crecer como la espuma, la obra más famosa de Sapkowski ha inspirado una película, una serie de televisión (no muy buenas, por cierto), un juego de rol y el videojuego The Witcher. En su país se le compara al clásico Stanislaw Lem, lo que dice mucho a su favor, y cuenta con una ferviente masa de seguidores.

El mundo en el que Geralt, de profesión matador de monstruos (el brujo o, en polaco, wièdzmin, un neologismo acuñado por el propio Sapkowski y que ha pasado al habla común, ya que antes de su obra sólo existía en polaco la palabra bruja, en femenino), se desenvuelve, está plagado de referencias a la mitología polaca en particular, y eslava en general. Tomando elementos del western, la novela negra, la fantástica y el mundo real, Sapkowski realiza una labor de introspección que le lleva a desensamblar los añejos cuentos de hadas y referencias populares, para hacerlas más reales y temibles, en un ejercicio de reconstrucción posmodernista. Así, para matar a un dragón, ¿quién llamaría al tonto del séptimo hijo de un viejo labrador? Llamaría a un matador profesional de dragones, y si encima el necesitado es el alcalde, intentaría escamotearle al cazador unas cuantas monedas, lavándose las manos de paso por si algo sale mal. Aquí Caperucita no es tan inocente, ni el lobo tan malo, y en la ciudad, la mayor preocupación para el tabernero son los impuestos que deberá pagar a final de mes.

En este entramado social y político, Geralt sitúa a un brujo, a un mutante matador de monstruos. Geralt, inhumano para todos, posee el corazón más humano de cuantos le rodean. Y sus decisiones no son siempre las mejores ni, obvia decirlo, acertadas. Pero son las suyas, y las toma como lo haría cualquiera. Tolkien, el maestro moderno de la fantasía épica, fue un creador de mitos, llevando a cabo la labor de la Historia de todo un pueblo. Sapkowski, en cambio, recrea a seres tan humanos como nosotros, desdeñando las frases grandilocuentes para acercarnos a una fantasía tan real como necesaria.

A Geralt le acompañará Jaskier, el bardo, un buen amigo metomentodo que en más de una ocasión le pondrá en un brete, y sus andanzas no le llevarán nunca demasiado lejos de la hechicera Yennefer, con la que Geralt mantiene una interesante y tormentosa relación amorosa. Ciri, la “Niña Sorpresa” de Geralt, a la que educará como a un brujo, constituirá un elemento clave en el desarrollo de una trama que, como apuntaba más arriba, aún está por descubrir en el último libro de la serie.

En cierto modo (y esto es una adenda al artículo que escribí sobre Geralt de Rivia hace casi dos años, y que ha servido como base a éste), el libro que ando leyendo en estos momentos, A punta de espada, me recuerda lejanamente a los de Sapkowski. Salvando el estilo, que en Kushner es mucho más elaborado y descriptivo, sus personajes resultan tan cercanos como Geralt, y las intrigas están a la orden del día. Si os sentís cómodos en La Ribera, posiblemente también lo estéis en compañía del brujo. ¿Venís?

Referencias:


4 comentarios:

Elwen dijo...

Ya sabes que está en mis lecturas, es más, estoy a ver si un amigo me lo consigue firmado en la Feria del Libro de Madrid.

Pero bueno, venía más bien a hacerte una pregunta, ¿has leído La Sombra de Pranthas? Necesito alguna motivación para no devolverlo esta misma tarde

Homo libris dijo...

Buenas, Elwen.

Sí, me consta que es uno de los de "la lista" :) De hecho, si quieres ir adelantando la lectura, el otro día me encontré precisamente con un foro que tenía enlaces de descarga directa a los libros en PDF. Aunque no quita que, obviamente, compres los libros en sí, que luego vienen ramoncines y similares a cerrarme el blog por hacer apología de la piratería :P

En cuanto a La sombra de Pranthas, la verdad es que no lo he leído, pero tal y como me lo pones, me da que no voy a poner mucho afán en hacerlo, jejeje. Ya nos contarás.

Saludos.

Elwen dijo...

Al final anoche le he dado una segunda oportunidad, y por lo pronto se ha ganado la tercera.

La verdad, nunca había tenido tan mal comienzo con un libro.

Homo libris dijo...

Jejeje, hay algunos que se resisten, pero que terminan por merecer la pena. Desde luego, no todos pueden tener comienzos memorables ;)

A mí el que me está costando horrores es Los hombres que no amaban a las mujeres, y que conste que le estoy echando ganas para terminarlo. Aunque sea para tener una opinión bien fundada cuando llegue la hora de hacer una crítica sobre el mismo ;)