miércoles, 1 de julio de 2009

Pasajes para después de la batalla

Lectores de la Biblioteca Nacional: enterrados en el mausoleo de la cultura, vagáis por pasillos y salas de lectura como sonámbula hueste de espectros. Examinad la palabra Tumba inscrita en la pared, a la derecha de la entrada, Rue de Richelieu; pensad en que al cabo de un tiempo moriréis de una vez: ¿no sería mejor instilar algo de poesía en vuestras vidas, antes de pudriros también, como los libros y manuscritos que leéis, en otro vasto y crepuscular cementerio?
Hace justamente una semana, Juan Goytisolo recibía el Premio Nacional de Cultura 2009 en su modalidad de Letras Españolas, a su (polémica y demonizada) trayectoria literaria. De los hermanos Goytisolo únicamente había leído hasta entonces a José Agustín, y cuando Azote Ortográfico me comunicó la noticia del premio a Juan (justamente el día de su onomástica), y me habló de Pasajes para después de la batalla, que teníamos además en casa, tomé la firme determinación de leerlo.

Juan Goytisolo, que se define a sí mismo "anómalo como todo creador, y de nacionalidad cervantina", nos ofrece en este paranoico texto una ventana al vacío de la locura, una reflexión en torno al fanatismo religioso y la barbarie xenófoba, una caída libre entre la corruptela política y los terroristas hasta terminar blandamente depositados sobre los movimientos sociales de los sesenta inspirados por el espíritu de Disneylandia. A lo largo del libro acompañamos, asqueados y embelesados a partes iguales, a un héroe de múltiples personalidades que incurre, entre otras tropelías, en el coleccionismo de recortes obscenos, los tocamientos propios y los masturbatorios caninos, recorriendo parques infantiles y cines porno, e imaginando que el barrio parisino de Sentier está siendo invadido en una batalla de ocupación silenciosa por parte de la comunidad musulmana.

Paisajes para después de la batalla seduce con sus capítulos cortos, de recorte de periódico, su realidad entremezclada de ensoñaciones y, sobre todo, su magistral prosa. No resulta, de todo esto, una lectura fácil ni acomodaticia. Por momentos nos preguntaremos qué hacemos leyendo esas páginas para maravillarnos a continuación ante lo magistral del pensamiento de Goytisolo, quien busca mantenernos expectantes, reflexivos, despertar nuestra aversión por un personaje que, a pesar de todo, resulta embrujador. Juega con nosotros haciéndonos partícipes de fragmentos que, unidos, constituyen un todo implacable, dirigido inevitablemente hacia el abismo.

Consoliden su futuro

El nuevo despliegue de misiles de largo alcance por las dos superpotencias rivales y las perspectivas cada vez más claras de una inminente guerra nuclear plantean la dura necesidad de discurrir soluciones radicales, destinadas a garantizar para usted y su familia un máximo de confort y seguridad.

Construyan sin demora, al contado o a plazos, un refugio antiatómico familiar dotado de toda clase de comodidades modernas: dormitorios, living, sauna, discoteca, sala de proyección vídeo. La perfecta insonorización y empleo de placas infusibles sobre los bloques de cemento armado les permitirán disfrutar de sus películas favoritas mientras a unos metros encima de sus cabezas la onda radioactiva barre todo vestigio de vida y arrasa en unos segundos propiedades e inmuebles. Objetivos ultrasensibles, conectados a un circuito de televisión, les tendrán sin embargo al corriente de cuanto sucede y podrán presenciar si lo desean la agonía de sus antipáticos vecinos paladeando conforme a sus gustos una deliciosa bebida fría o aderezando sin prisas su habitual güisqui on the rocks.

9 comentarios:

Isi dijo...

Uyy, creo que, por lo que comentas, este no es un autor para mí. Me da la sensación de que no entendería ni una palabra...

Homo libris dijo...

Isi, no creas. Es cierto que no se trata de un libro fácil y que requiere de toda nuestra atención, pero conforme se va avanzando y se van hilvanando en nuestra cabeza las ideas que transmite, va ganando profundidad.

Lo que sí es verdad es que no se trata de una lectura ligera para en verano :)

Saludos.

Elwen dijo...

A pesar de que me han encantado los pasajes que has copiado, creo que no me lo apunto. Estoy segura de que me dormiría con la luz encendida cada noche :P

Carmina dijo...

Lo he intentado alguna vez pero me parece denso este autor... creo que no me lo apunto de momento, necesito lecturas mas livianas que no necesiten toda mi atencion, tengo demasiadas cosas ahora en la cabeza y busco evasion... y este libro creo que no cumple con los requisitos

Homo libris dijo...

Je, je, je... Creo que el libro no está teniendo una acogida espectacular, pero ya os digo que está muy bien. El tema es que ahora apetece poco -doy fe- leer algo demasiado profundo. Yo lo he ido leyendo por las mañanas, antes del trabajo, excepto ayer que ya con las ganas de terminarlo tuve que ponerme incluso por la tarde :)

De todas formas, me he quedado con ganas de leer su última novela, El exiliado de aquí y allá, de modo que os iré contando cuando me ponga con ella.

Saludos.

Maribel dijo...

Hola Homo Libris,
la verdad es que no he leído nada de Goytisolo, de ninguno. (Buena idea aclarar lo de San Juan, así los distinguiré, je, je, ), curiosamente me recuerda a otros libros, no sé por qué, de Norman Mailer, Philip Claudel, del que ya te he hablado, Kapucinsky..., yo tengo devoción por los libros densos, aunque sé que hay que mezclarlos de cuando en cuando...
Lo anoto!

Yo venía a este blog buscando otro post ¿no?

Homo libris dijo...

Buenas Maribel.

Por poco no te encuentras con una entrada más, jejeje. Precisamente está relacionada con Murakami, lo que hablábamos en entradas pretéritas, y lo que comentaba Elwen en su blog hace unos días. Pero bueno, vamos a lo que vamos.

En efecto, el libro de Goytisolo es denso. A mí también me gustan estas lecturas, pero es cierto que hay que ir alternando con otras más ligeras, que no es bueno abusar.

Os dejo con Palabras para Julia, poema interpretado por el gran Paco Ibáñez y por Los Suaves.




Saludos.

lammermoor dijo...

A Goytisolo lo tengo vetado desde el instituto; un profesor de literatura hizo que odiara a Luis Martín Santos y a él

Homo libris dijo...

Lammermoor, es una verdadera pena esto que me cuentas. Voy a leer tu entrada, aunque ya sé por dónde va... y es un debate que hemos sostenido en alguna que otra ocasión. De todas formas te adelanto: creo que es más un problema del profesor que de los libros en sí. No es que sea malo tener libros "obligatorios" o recomendados en el colegio y el instituto, sino la forma de aproximarnos a ellos... y aquí, el guía, que es el profesorado, puede ser quien peque de falta de profesionalidad.

Saludos.