Tierra nuestra, vida nuestra se ha introducido subrepticiamente en mis lecturas veraniegas viniendo a ocupar mi tiempo de ocio durante el pasado fin de semana. Hacía tiempo que deseaba leerlo, así que cuando lo vi a precio de saldo en una librería cuya web suelo visitar con frecuencia decidí hacerme con él, no solo por el precio sino porque una vez dentro de la categoría de «descatalogados» resulta cuestión de tiempo que sea difícil, por no decir imposible, conseguir un libro. Están ahí, como algunas veces hemos mencionado, los libros en peligro de extinción, los que habrá que buscar en bibliotecas públicas para, con suerte, llegar a encontrarlos. El caso es que no me ha dado tiempo a preparar una entrada IMM y el libro que abrí apenas para echar un ojo al prólogo, ya que tenía pensado leerlo en un par de meses, me atrapó por completo.
Luis Miguel Domínguez, Luismi para los amigos –y creo poder llamarle así porque compartimos pasión y devoción por una naturaleza cada vez más castigada pero siempre maravillosa–, hace gala en esta, su particular autobiografía plagada de anécdotas y humor, de una sencillez y claridad expositivas apabullantes. Escribe tal y como habla, por lo que devorando páginas le he escuchado narrar sus aventuras y desventuras naturalistas con esa voz cálida y rotunda que le caracteriza. Este naturalista distraído, como él mismo se define, podrá serlo a ojos de sus semejantes, esos que levantan la ceja al verle buscar grillos en la Puerta del Sol o pasar la tarde charlando con algún anciano en un pueblecito perdido de nuestra geografía, pero nunca es ajeno al paisaje y paisanaje que pasa ante los suyos, como demuestran las páginas repletas de anécdotas y observaciones de Tierra nuestra, vida nuestra.
Piensa en negro sobre blanco y comparte con nosotros recuerdos de infancia, de aquella en la que –como a tantos de nosotros– nos picó el bicho de la observación de la naturaleza, de la conservación del patrimonio natural, del respeto hacia los mayores y las costumbres que antaño hacían al hombre más humano y más cercano a lo que le rodeaban. No todas eran de tal guisa, por supuesto, pero desgraciadamente muchas de ellas perviven entre nosotros, como el malhadado azote del furtivismo. En otros aspectos hemos crecido, y buena parte del respeto y la comprensión del mundo natural vino de la mano de Félix Rodríguez de la Fuente, a quien Luismi respeta y admira y del que, con cariño, habla siempre que tiene oportunidad.

Posiblemente sea, de cuantos divulgadores cuenta nuestro país a día de hoy, el que mejor ha sabido coger el relevo al burgalés universal. Luis Miguel Domínguez habla con vehemencia, abstrae a su auditorio del entorno y, como los mejores narradores de historias de la prehistoria, nos reúne en torno a una imaginaria fogata para descubrirnos lo que tantos ojos no saben ver. Sus palabras rezuman sabiduría, denotan pasión por su profesión y suponen un más que necesario impulso para las vocaciones que encuentran, hoy día, un alto muro que saltar: hay que comer, y en esta tierra la investigación y las letras puras, mucho me temo, no se valoran como es debido.
Este año he tenido la oportunidad de escuchar a Luismi en tres ocasiones. La primera, hace unos meses, durante un homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente que se llevó a cabo en un pueblo de Granada, clausurando un año repleto de recuerdos al padre moral de tantos de nosotros y biológico de Odile, la hija de este que le acompañaba en el acto. La segunda fue un mes después, en las jornadas zoológicas de otro pueblo, esta vez malagueño, donde presentó su último trabajo cinematográfico sobre las
especies invasoras, un documental que recomiendo vivamente: "Invasores". La tercera y última, hasta el momento, ha sido leyendo su libro, escuchándole de nuevo, disfrutando de cada salida al campo y de cada rapaz avistada, de los viajes estivales al pueblo de su madre y los chapuzones en una clara poza del río. De esta
Tierra nuestra que nos parió, que tanto nos quiere y a quien, errare humanum est, tantos disgustos damos cada día.
Nota: La fotografía de Luismi la he tomado prestada de esta web.