Afirmaba Miguel Delibes que una novela se construye en torno a un hombre, un paisaje y una pasión, y
justamente nos encontramos con estos elementos en la última novela de Luis García Montero, Alguien
dice tu nombre. León Egea, un joven estudiante de Filosofía y Letras, permanece en Granada tras acabar
el curso gracias al trabajo de comercial de enciclopedias que consigue en una pequeña editorial. Lejos
quedarán las imágenes de su pueblo natal, sustituidas por las del paisaje de la tórrida ciudad que
acusaba una pertinaz sequía en el verano de mil novecientos sesenta y tres, y que veremos a través de
sus ojos y de su pluma. Porque la pasión de León es la literatura, y su profesor Ignacio, que le brindó
la oportunidad de trabajar en la editorial que publicara tiempo atrás alguno de sus libros, le insta a
observar cuanto le rodea, a desarrollar la mirada del escritor y a conseguir plasmar con lenguaje literario
sus experiencias estivales.
A través del cuaderno de León conoceremos las instalaciones de la editorial, sita en la calle Lepanto de
Granada, justo sobre el bar homónimo donde un calendario cambió su función de actuar como notario
del paso del tiempo por la de mudo testigo de una fecha pasada. Nos presentará a Vicente, el comercial
que introducirá a León en el mundo de las ventas de una singular enciclopedia que les llevará a recorrer
capital y provincia, paisaje y paisanaje. Conoceremos a Consuelo, una eficaz secretaria que brindará
a León la oportunidad de realizar un viaje iniciático sin retorno y que constituirá su mayor desvelo.
Recorreremos las calles de una ciudad que enamora a quienes la conocen, la Granada de hace cincuenta
y un años, tan distinta y tan parecida a un tiempo a la que recuerdo de mi propia época de estudiante,
de mi vida en ella. Pero no será Granada el único paisaje de la novela, sino que acompañaremos a León a
su pueblo para recordar sus enfrentamientos con el cacique local, así como conocer a Pedro el Pastor, a
sus padres y a su tía Rosario, su más íntimo refugio.
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Alguien dice tu nombre ha dejado en mi cerebro literario una brillante neurona que se ha conectado de
inmediato con Baroja, con Ganivet, con Marsé. Con la Granada literaria de Irving y con la de Lorca, con la
poesía de este y con la de Alberti. Alguien dice tu nombre es una novela que, os lo aseguro, no deberíais
dejar pasar de largo.
Buscar libros, leer y estudiar son modos muy útiles de participar en una resistencia. Depende de las páginas que seleccionemos y de las ideas que seamos capaces de defender. Las costumbres imperantes son tan penosas como una comisaría saturada de detenidos. Necesitamos buscar otras palabras, otras miradas, otros sentimientos, aunque después haya que quemarlo todo.Os dejo invitándoos a leer la novela acompañados por la poesía de Alberti y la voz de Paco Ibáñez.
Las fotografías de Granada las he obtenido de la página de la policía de la ciudad, aunque desconozco quién es el autor. El fragmento pertenece a la novela reseñada.
1 comentario:
Preciosa reseña y preciosa canción que la acompaña. Me alegro de que tu blog haya revivido con el verano. :-)
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